sábado, 15 de junio de 2013

Popurrí 622 y Hombres del campo.


POPURRÍ 622:

En el Año de la Fe (246): Sin Fe, ¡ya estás perdido! Encuéntrate.

 

Al habla el historiador (246):

 

El cabildo: turismo-turismo-turismo...

... un servidor: campo-campo-campo...

 

El cabildo: ley renovación turística...

... un servidor: quiten esas leyes ridículas de protección del campo...

 

El cabildo: que si cuatro o cinco estrellas en más hoteles (sin turistas)...

... un servidor: en el campo, de noche, millones de estrellas...

 

El cabildo: le pone puertas al campo...

... un servidor: le quite las puertas al campo (desaparezca el miedoambiente y el seprona [también hay que quitar el cabildo])...

 

El cabildo: le pone tierra al turismo (más camas [más hoteles])...

... un servidor: la tierra, para plantar papas, millo, cebollas, etc...

 

El cabildo: quiere más turismo, más hoteles (bis)...

... un servidor: más agricultura, más ganadería...

 

El cabildo: discute leyes turísticas...

... un servidor: ¡que discuta leyes del sector primario! (bis)...

 

El cabildo: el futuro es el turismo...

... un servidor: el futuro es el sector primario...

 

El cabildo: indiferencia y ninguneo sobre agricultura y ganadería...

... grandes países (y un servidor también): la agricultura, es estratégica...

 

El cabildo: sin industria, al no producir nada...

... para el mundo entero (y para un servidor, por supuesto): la producción primario, materia para la industria...

 

El cabildo: territorio sin agricultura, territorio sin conservación...

... para el turismo: el cultivo y la ganadería, preserva el paisaje...

 

El cabildo: desconexión turismo-sector primario...

... para todos-todos: el sector primario, es la base de la economía.

 

El cabildo: con cumbres turísticas (con más tierra para el cemento)...

... cumbres de cultivos y ganados (más tierras para el sector primario)...

 

El cabildo: peleándose y comparándose con Tenerife...

... un servidor: hermanando y aprendiendo de Tenerife...

 

El cabildo: no se entera perdemos turismo...

... un servidor: perdemos –en lugar de ganar- pastores, agricultores, pescadores...

 

El cabildo: no ha hecho nada por la isla, la está hundiendo...

... los grantabaiberos, necesitan comida, trabajo, sector primario (y no hoteles y turismo [el cabildo, no se entera])...

 

El cabildo: cree el turismo nos da de comer...

... de comer nos da el campo (los turistas, no se comen).

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“... el clamor de nuestra alegría desbordante..., en las festividades nuestra alegría...” (De los comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los Salmos).

 

“... tus acciones, Señor, son mi alegría (Salmo 91),

 

“... con los que ríen, estad alegres...” (De la lectura breve de Laudes).

 

“... el justo se alegra con el Señor...” (Salmo 63).

 

“... tus preceptos son mi herencia perpetua. La alegría de mi corazón...” (Versillo y respuesta a la lectura breve de Hora intermedia).

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Hombres del campo:

 

En este título, va implícita la mujer, pues no está uno todavía por el “todos” y “todas”, sino por el neutro, que los implica a los dos, y no entreteniéndome en esas “igualdades”, voy al grano. El cultivo de la tierra y el atendimiento de los animales, siempre fue de los dos sexos, a la par. Y así fue siempre, antes que el movimiento feminista –que llegó tarde- empezó a no diferenciar. Que eran los años cincuenta, del recién siglo pasado, cuando desde nuestros campos, comía medio mundo (Estados Unidos, Japón, Holanda, Inglaterra, [por descontado espakistania], etc.), cuando se comenzó la plantación de pinos y a derivar a los agricultores a la construcción y al turismo, y ahí empezó la que ahora tenemos y que nadie para, ni vuelve atrás. Los maestros que enseñaban eran los mayores, en esa escuela llamada “universidad de la vida”, dependiendo de siglos de experiencia y siendo portadores de tradiciones muy sabias y sensatas, las mismas que nos han traído al presente con esa riqueza de flora y fauna, que tanta protección ha hecho desaparecer, al quitar del medio a los agentes de la reforestación, los agricultores y los mismos animales. Entonces no visitaban los del miedoambiente y el seprona, y había frutos y comida de sobra. Pues, se comenzó a alejar al hombre del campo, del campo, y los mandaban a los suburbios de las ciudades o grandes poblaciones, que nacieron algunas con los solos excampesinos, ahora reconvertidos en dependientes, y con largos puentes de viernes a lunes, sin dar golpe, y comprando cuanto antes producían. Así, truncaron las vidas de muchos que descubrieron otra droga (dejaron la del trabajo), y se engancharon a ella, costando ruinas y muertes. Es decir, de tener agricultura y ganadería, pasaron a no tener nada (el cabildo se había quedado con sus tierras, para plantarlas de pinos, prohibiendo el pastoreo, y el plantar papas, millo, trigo, etc.). Actualmente, no se puede volver a sus tierras robadas, y vigiladas y controladas por los agentes multadores del cabildo, y ya no pueden cultivar, ni para sobrevivir. El terreno en su inmensa mayoría es desierto verde estéril. De ahí, que el hambre se enseñoree, como la tabaiba por toda la isla. La prioridad (sector primario), pasó –y sigue- al turismo paupérrimo y que a cuenta gotas nos va entrando sin dejarnos sino solo basura. Pronto la isla se convirtió en un lugar sin materia prima, sin producción alguna. La consecuencia es que reina la enfermedad en múltiples manifestaciones, física y psicológicas; también, espirituales. Las escuelas se han cerrado; también las tiendas, las alpendres, etc., todo está protegido (menos el campesino, que desaparece con la complacencia del cabildo, que así se apodera de las tierras que aún no han “comprado”). Ya alumnos (jóvenes que sigan a sus mayores), no hay. En esta escuela, sobran los libros, pues no hace falta la teoría, sino que va implícita en la práctica (un capitalino que vive en el campo -me contaba esta tarde- por no saber amarrar en su justa medida la machorra, que criaba de la cabra que le regaló el suegro, de la que comen el matrimonio y los dos hijos pequeños, se le ahorcó, la encontró muerta). Va aprendiendo con el tiempo, ya sabe hasta ordeñar). Ya el campo, se queda sin población, los lugareños, tienen que marcharse, no se les permite hacer nada de nada, ni tocar nada, ni tener un animal suelto, para que coma hierba que tiene hasta dos metros de altura según zonas y sitios. Todo supervisado por el cabildo (seprona y miedoambiente), no hay quien se atreva mover un pajullo. En el campo, nada se puede hacer ya; nada te dejan hacer. Y ello, a pesar de las grandes necesidades, que no contemplan las leyes, que no respetan Historia, tradición, usos, costumbres, etc. Pasamos momentos más que difíciles, pues la tierra es necesaria para sobrevivir. Ya nadie cultiva el campo, y no porque no quieran, sino porque no te dejan (salvo cuantiosísimas y muy elevadas multas por auténticas pequeñeces, sin mal alguno (cortar la rama de una de las de billones y billones de tabaibas que hay por todas pares, y ello porque molestaba en un camino, te puede costar la broma de 6.000,00 euros [un millón de las antiguas pesetas]). El hombre del campo, tiene su dignidad por los suelos, pisoteada por los citados tres (cabildo, miedoambiete y seprona, que son uno). El campo, no se cultiva, y un animal, no se ve a la redonda en la isla. Falta la comida, y no se la puede sacar de la tierra, que es de donde único sale (en el mundo; menos, aquí). Aquí, hasta sin lluvia, la tierra da sus cosechas. Ahora el cabildo pretende enseñar con libros y cursos de 2 o 3 horas a faenas del campo, ¡pobre gente! Ningún esfuerzo se hace por parte de la clase política para reflorecer el campo, sino que simple y llanamente: lo ignoran. Se ha perdido la solidaridad, y en algunos hasta la fe, como consecuencia de lo que creen un castigo divino (una niña de 12 años, me dijo no creer ya más en Dios, porque Dios se llevó a su padre. A lo que le contesté: No dices verdad; a tu padre, no se lo llevó Dios, sino que el cabildo, medioambiente y el seprona, fueron los que lo mataron [se tiró a un estanque al no poder hacer frente a la multa de  300.000,00 euros, y 6 meses de cárcel] por pretender plantar un saco de papas, cosa que no llegó a hacer, teniendo los surcos y mangueras preparados, porque las visitas, cartas, procesos, acoso, etc., lo amargaron y se quité de en medio, dejando dos huerfanitas, la de 12 años citada y otra de 6, más su mujer, madre, hermanos, etc.). Esto, se mire desde donde se mire, es una guerra contra el campo. El hombre del campo, no es libre. ¿Cómo puede estar la mejor tierra del mundo en lo mínimo? Repito: se ha dejado de cultivar; todo nos lo traen de fuera (pudiéndose tener desde dentro o del interior). Ya se tarda demasiado volver a la normalidad. No se rehabilita el campo (no hablamos de los de fútbol, que estos sí corren con mejor suerte). No se abre el campo (que sigue cerrado a cal y canto). No hay actividad propia alguna...

 

El Padre Báez.

 

 

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