¡Pobres casas del
campo!
¡Pobres casas del
campo! Abandonadas o dejadas por sus antiguos dueños, a pesar de que
alguna vez suben a ellas, pero..., obligados a salir del mismo o de las mismas,
al prohibírseles agricultura y ganadería, quedan a expensas de malezas y
basuras, más los árboles que crecen sin parar y sin podar, y están en ellas los
recuerdos, los muebles viejos, y tantas Historias, que ahora, todo eso está
amenazado por el fuego, porque veamos: El campo, se vacía, se despuebla. No se
trata la vegetación que rodean las casas dejadas atrás; sus huertas y cercados
han quedado en desuso; nada hay que frene el fuego si se les acerca; todo lo que
le rodea es inflamable; ¡si al menos tuvieran nogales y castañeros que les
apagaran el posible fuego!, pero en su lugar han crecido las zarzas, las
cañas..., y quemar no te dejan salvo multas que te aplastan; ya ni siquiera huir
del fuego o de la casa es posible sin que el fuego te alcance, pues todo es
posible de quemar o arder, y así, ¿a dónde ir o huir?; las viviendas están
quedando en el campo, rodeadas de foresta, de todo lo que arde, sin más; ya
nadie limpia nada por miedo a miedo ambiente y sus más que saladas multas,
porque a saber lo que se puede limpiar sin autorización o con ella; los
alrededores están hasta con la parra pegada a las puertas y ventanas; la hierba
seca y otras rodean la casa; y hasta las hay con un pino en el patio, con
pinocha que es como gasolina; ya nadie poda ni limpia; todo lleno de arbustos,
árboles, hierbas, matojos, maleza, basura..., y en medio, la casa, ¡Dios nos
libre!; Hay hierbajos hasta en los techos -tejados- y paredes, ¡y secos!; todo
es ya inflamable; el cultivo ha dado paso al aselvamiento o
emboscamiento del entorno; te tienen protegido lo que no puedes ni
tocar; y todo eso está ahí, en los patios y alrededores de la casa, contiguo,
pegado; para cortar algo tienes que tener autorización y previamente pedir
permiso y no sabes ni a dónde ir; los palos de parras o techos de chozas, son
peligrosísimos, ¿y qué hacer con ellos?; ¡fuego, ni se te ocurra, salvo te
busques una desgracia!; ya ni salida ni entrada limpia, sino por abrir para
poder pasar o llegar; y en caso que limpies la tuya, si el vecino no la ha
limpiado, el fuego te alcanza igual; y, ¿como proteger la casa y lo nuestro,
cuando la agricultura y ganadería ha desaparecido y no dejan tocar nada, y hasta
los dueños se han ido? Y, el temido incendio, se comerá la vivienda y su
entorno, y cuanto en ella hay o se tenga; porque, ¿dónde una casa sin leña, sin
muebles de madera, sin puertas y ventanas de madera? ¡Dios nos caja confesados!
El que avisa no es traidor, pero en todo esto hay un solo culpable, y no son los
dueños precisamente de las casas abandonadas. El campo se vacía, lo está
vaciando quienes yo me sé, los mismos que plantan pinos como locos y matan
cabras, sin contemplación.
El Padre Báez. Pbro.
08-07-18
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