El futuro cercano del queso en
Gran Canaria.
El futuro cercano del queso en
Gran Canaria. Si las pocas vacas que nos quedan solo se las mantienen
de cara a las fiestas, para que arrastren y vayan a las romerías, y, ¡nada de
sus leches para los quesos!, los quesos de leches de vacas pasan a la Historia.
De hecho, cuando no habían tractores, las vacas araban, pero ahora ya ni eso. De
ahí, que el poco queso que se produce, ¡y a menos!, va a ser de cabras y de
ovejas; pero, también sabemos la suerte de éstas (cabras y ovejas). Y el
problema es, que a la par del queso, desaparecen las vacas, o la desaparición de
las vacas, es la desaparición de los quesos de vacas. Y cierto, queda todavía un
resto de quesos de vacas, pero es tan poco, que no pasa o sale de la mesa del
propio vaquero o boyero dueño de esa pobre vaca, ya sin yunta o pareja. Y, sobre
la calidad de aquellos quesos de nuestras vacas, ya casi ni quedan, y se las
están mezclando con otras razas, ya aquella leche amarilla y grasa, ya no se la
ve, y ello en gran medida por la comida de estos animales, ya toda traída de
fuera, pues no te dejan tocar nada, porque todo lo tienen protegido. Y así la
cosa, estamos condenados u obligados a comer quesos venidos o traídos de, ¡sabe
Dios de dónde! Con lo que perdemos el queso-queso, y junto con él, perdemos a
los ganaderos y agricultores, razón del vivir en el campo, campo que se vacía al
tenerlo todo protegido el cabildo para su eterna campaña de seguir y no parar de
plantar pinos fijo, en lugar de favorecer y procurar la cabaña de vacas del
país, o la nuestra no termine y vaya en aumento, ¡pues no señor! Incluso él, el
cabildo, sabido es cómo mata las cabras, que son las vacas de los
pobres, al fin sin queso ni de vacas, ni de cabras, y habida
cuenta las ovejas dan menos leche y también van a menos, ¡al medir les contaré!
Pasarán los aros a ser piezas de museos, difíciles de explicar a las nuevas
generaciones y a las por venir, su uso. Y nada digamos de las queseras (no me
refiero a la mujer que hace queso; que por otra parte, son muchos los hombres,
que también lo hacen, dado que las pobres columnas y espaldas de las que lo
hacen se resienten gravemente, deformando y afectando a la salud. Y si en lugar
de las vacas hablara de los toros, ¿dónde queda un solo toro de nuestra raza o
del país? Pues a ver cómo van a quedar preñadas las poquísimas vacas que van
quedando, y cómo los quesos por venir, ya no serán lo mismo. Y nadie para, ni
pone remedio a esto. Solo, obsesivamente: plantando pinos, sin más, y como
locos. ¡Ah, y dado que uno habla de lo que conoce -gracias a mi programa en
televisión, he tenido contacto con los dueños de vacas-, las pocas que nos
quedan, son ya vacas viejas, de muchos años, y no, el relevo comienza a ser ya
de vacas mezcladas, que ya no es o son lo mismo, ¡ni la mitad! Se pierde una
raza, y, ¡no pasa nada para el cabildo, Dios! Y se preocupa de unos pinzones
grises (aunque los llaman azules, y que no existen [pero sobre los pinzones, les
hablo o escribo mañana si Dios quiere]).
El Padre Báez, Pbro.
24-07-18
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PD.- Esto recibo desde
Sevilla:
“Hola
Padre Báez
Me
pregunto cómo puede estar un pueblo o parte de él tan ciego y no ver el
problema que tiene frente a sus ojos, y ello teniendo la suerte de tener un
pastor -nunca mejor dicho- que los guía ante la catástrofe natural que con el
tiempo van a tener con la siembra de los putos pinos, pues cuando se queme la
isla -que se quemará- pues están sembrando gasolina, se echarán las manos a la
cabeza. Y yo, desde Camas (Sevilla) le diré a todo el mundo de mi entorno, ¿no
será que no lo advirtió el Padre Báez? Quiero que sepa, leo los comentarios
diarios de Usted, y si no fuera por los kilómetros que nos separan, tendría un
colaborador fijo todas las semanas... Un admirador de su persona y lucha: José
Antonio Brito Flores (Nino para los amigos)”.
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