La que se nos echa encima, poco
a poco.
La que se nos echa encima, poco
a poco. No hace falta ser catedrático en nada, y ni mucho menos
economista ni nada, solo hace falta tener los ojos abiertos, y mirar para verla
venir. Se está llenando la isla de pinos, para poder venderla después a los
extranjeros, perdiendo con ello nosotros la propiedad (¡bueno, en cuanto damos
permiso para plantar árboles frutales, que después el cabildo deja secar y los
sustituye por pinos, ya esa tierra no es del dueño, pues protegidos los pinos,
pasa a ser del cabildo). Es decir, todo de pinos primero, y en una segunda fase
e inmediata, todo será lleno de ladrillos (entiéndase “cemento”, con lo que la
isla parcelada y hecha cachos, cada pino tendrá su chalecito adjunto y la
piscina de por medio). Es decir, estamos advocados irremediablemente a ello -y a
ello nos lleva el cabildo- y al no poder producir absolutamente nada, con lo que
solo ganamos en pobreza, y ya estamos y vamos en cabeza en ella, pero ésta la
miseria- irá a más (seremos paupérrimos). Los pinos son el primer paso de esa
condena y cadena que se nos cae o echan encima, y para que no la veamos venir o
llegar, nos meten en el fútbol, cual si fuera una Religión, con fidelidad y
creencia ciega, y con culto sabático y dominical, y entre semana y a diario
según devoción particular o privada, la misma que e estimula y fomenta, que
sabia y astutamente se la cultiva a través de los distintos Medios de
Comunicación (prensa, emisoras de radio, internet, y televisiones) cómplices y
comprados a tal fin. Pero, ahí no acaba este drama, porque a la par, esta isla
se hará irrespirable, por una superpoblación imparable, y que crece de continuo;
y, no produciendo nada, será indispensable -como ya lo es- la importación
absolutamente de todo todo; todo vendrá de fuera, y todo ello será nuestra mayor
desgracia, que se la atisba y ve venir, pero nos entretienen y el pueblo drogado
como que no se entera, pero al fin -ya tarde y sin remedio- no habrá remedio.
Esto será un paisaje muerto, pues el pino no da de comer -sino sombra al del
chalet, junto a su piscina, pues convertirán la isla solo y todo en ello-, y
dado el uso que va a tener, sí comerá y se forrará el vendedor de la isla, es
decir: el cabildo. Y, ante este drama y tragedia que se nos echa encima de forma
implacable e imparable, ningún sociólogo, ningún catedrático de nada, nadie, ni
los Medios de Comunicación, nadie, nadie alza la voz, con lo que...,¡no
sigo!
El Padre Báez, Pbro.
26-07-18
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