El santiguado, si la cabra estaba
enferma...
... la cuestión era buscar la solución o curación del
animal, fuera como fuera: y ello con métodos espirituales inclusivos. Pues se
trataba de orar por el animal, siguiendo unos ritos u oraciones apropiadas, y
según parece, obtenían resultados positivos.
Y no que todo el mundo lo hiciera y
supiera, que una de ellas era mi abuela materna (Eulogia Cruz Monzón), y otro
-vivo aún- mi cuñado Pepe (José González Ramírez), de Las Lagunetas, una y otro
le sacaba el mal-de-ojo al animal, con desmayos y sudores, repitiendo oraciones
y jaculatorias. Y es, si no curaba la cabra y acababa en muerte, ello era una
fuerte y gran desgracia, no siempre fácil sustituir a la que moría y casi
siempre esperar a que la machorra o
baifa diera leche, y ello llevaba su tiempo, de ahí el recurrir a ese método o
costumbre, que en casos mayores -si de vacas se trataba, aunque también de
cabras- a este fin había un tal “veterinario” de los animales llamado Perera,
creo que cerca de Aríñez, que profesional no universitario, se las sabía todas y
era llamado “el médico de los animales”, que con yerbas y otros usos medicinales
tradicionales más que curaciones hacía milagros, así también como la no solución
del animal según el viera y su saber, que era mucho y nunca se equivocaba (le
conocí en persona: hombre serio y respetable, de chaleco negro y de igual color
su sombrero, con camisa blanca a rayas y pantalón
gris...).
El Padre Báez, que no deja atrás a distintos personajes
que intervenían en las enfermedades de los animales; en esta ocasión, con
especial incidencia en el trato y cuidado de las cabras, que eran como ya tantas
veces hemos dicho: “la vaca del pobre”, y que el dueño
trataba de salvar fuera como fuera, recurriendo a lo contado, y a más (cintas
rojas, etc.), y mientras esto se hizo siempre, el cabildo -por su parte- ahora,
sin ton ni son, las mata. ¡Bueno, sin
ton ni son no!, que lo hace
tendiendo la mano de mendigo a Europa, para que le dé una limosna, y se deshace
por ello de la mejor cabra del mundo: la libre.
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“... les exhorto
a que se transformen renovando sus mentes...” (Rm. 12. 1-2). / “... atiendan a la voz de mi súplica... me
escuchen... que soberbios se levantan...” (salmo
85).
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Breves y muy enjundiosos comentarios del hermano en el
sacerdocio:
Enhorabuena por ese hijo
espiritual y por las precisas y justas
aclaraciones... una
responsabilidad grande.
Una de las mayores tragedias
de nuestros tiempos es "retorcer" el
Lenguaje por ignorancia o
mala fe; ¡bueno, también lo era en pasados Tiempos!: llamar a lo bueno "malo", y
a lo malo "bueno", etc., etc.
Hasta siempre. Buena
jornada:
Juan Antonio Santamaría
Alonso – Sacerdote.
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