Antes, a la entrada de
Agaete...
... por donde la subida al cementerio, una rotonda, que
años atrás -unos diez- mostraba la mejor tarjeta de presentación, y era ella
unas cabras en sendas chozas, al margen de la carretera, era algo bucólico,
hermoso y de grata visión, y ello no tanto de cara a propios como sobre todo a
turistas o extraños, que entrando a la isla por Agaete, a través de su puerto,
se llevaban en la retina -y no pocas veces en sus cámaras de fotos- una de las
estampas más bonitas de la isla, pero no sabemos a quién se le ocurrió quitarlas
de donde eran y son hasta un reclamo y exposición de algo que más allá de una
cultura era el emblema, tarjeta y presentación de la mejor cabra del mundo, y
que cual vergüenza se oculta trapos sucios, llevando a esa consideración lo
mejor que tenemos -o teníamos y de lo que cada vez queda menos- y hemos heredado
y que toca a su fin con la matanza que sobre ellas está decretada por un cabildo
que mata lo mejor que tenemos y tantos nos las solicitan. Es decir, despreciamos
lo que todos aprecian. Cuando no defiendo la vuelta de las cabras a dicho sitio,
al menos una representación plástica de sendas figuras que las recuerden y
perpetúen como el famoso toro de Osborne por todo el territorio nacional, y es
una idea (que bien pudieran dar o pedir a Pepe Dámaso, y así emule al también
pintor Pablo Picasso, con su Chiva, ¡qué bueno, contáramos con la Cabra, de Pepe
Dámaso -si la pintara-, y así suplir en parte, lo que su pueblo natal hizo con
las cabras citadas. ¡Ojalá llegue al pintor esta idea, y la veamos hecha
realidad!
El Padre Báez, que encuentra antecedentes de acabar con
las cabras en el ajunta y miento de Agaete, que fue primero en quitarlas de la
vista de todo aquel que entrara o saliera de la isla por su Municipio, que lo
mismo hace ahora el cabildo que pretende quitarlas más allá de rotondas, allá
por los riscos y montañas, barrancos y laderas, a tiro limpio andaluz, como los
bandoleros de sus cuevas en el siglo pasado y antes, pagado abundante y
generosamente por el cabildo para tal acción, del todo más que
deplorable.
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“... no merecen
la muerte... las ejecutan...” (Hch. 13, 26-30a). / “... saltan como
cabras...” (salmo
113).
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Declaración Universal
de los Derechos de los Animales
de los Derechos de los Animales
Considerando que todo animal posee
derechos y que el desconocimiento y desprecio de dichos derechos han conducido y
siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y los
animales, se proclama lo siguiente:
Artículo No.
7
Todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo, a una alimentación reparadora y al reposo.
Todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo, a una alimentación reparadora y al reposo.
Aunque se sobreentiende aquellos animales, que son
utilizados para el trabajo de acarreo, arada, tira de carros, etc., son animales
que han de tener un trabajo prudente, sin explotarlos, o matarlos reventados por
esfuerzos más allá de sus fuerzas (en mi infancia recuerdo la muerte de una
yegua blanca de Manolito Alonso, en La Lechuza, en manos de alguien a quien le
prestó el animal, cómo, cargada de haces de millos, cayó muerta en la orilla de
la carretera, por donde venía sobrecargada), y ello exige, una alimentación más
que reparadora, la justa para su salud normal, y nunca se le ha de privar del
descanso necesario para su recuperación del esfuerzo realizado. Si aplicamos
esto a las cabras, si se las utiliza para el ordeño de su leche y así
explotarlas en ese menester o trabajo implícito, téngase en cuenta estas tres
ideas, emanadas de este artículo nº 7, que dice: no explotarlas de forma
excesiva, en el solo producir; se la alimente de forma adecuada, sin dejarla
pasar hambre, sin prohibirles comer de la rica y variada flora de nuestra tierra
(la misma que le prohíben coman, para que lo haga con piensos y pajas venidas de
fuera, y que por sus componentes, las enferman y matan; y siempre, déjesele el
descanso o reposo conveniente para su salud y bienestar, sin llevarlas al mal
trato de abusos en el trabajo, dejarlas pasar hambre y no darles el descanso
necesario ya citado y repetido. Está claro que el cabildo no tiene en cuenta lo
dicho: las mata, sin más, cargándose toda normativa declaración: ni reposo, ni
alimentación, y con abuso en su explotación.
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