Aquel pastorcillo...
... que por Extremadura fue, hace ya unos 50 años, y no
sé si en Cáceres o Badajoz, lo que sí sé que le pedí me dejara hacerle un par de
fotos, a lo que accedió, y más que en el papel, en la retina y memoria lo tengo.
Un servidor, en torno a los 18, el muchacho no más de 15, delgado; un servidor
con cámara de fotos entonces; él con pantalón roto, con parches en ambas patas
del pantalón, también rota sus alpargatas, y roto el sombrero de palma por el
sudor (así que le entraba aire por encima), con camisa de puños cerrados y
abotonado y por ser verano en un palo apoyado que no le llegaba al sobaco, y su
mentón en ambas manos cruzadas al pecho, un tanto encorvado apoyado en el pié
derecho, el otro flexionado y a favor del terreno, y a su lado curioso el perro
asustado. Del mismo tengo otra foto, y está apoyado ahora en el lomo de una
cabra que recién nacidos tiene a dos baifitos (allí llamados cabritos), y ello
en una choza de paja tipo inglú perfecta obra de arte, y el mismo pastorcillo,
con su sombrero roto, por donde le entraba el aire...
El Padre Báez, al que siempre le llamó la atención el
mundo de las cabras y sus pastores. Siempre vi en ello lo mejor de la población;
también por los campos de Zamora, le hice fotos también a otro joven pastor, que
luego pasando los años, leí su muerte a consecuencia de un rayo..., los pastores
en la España continental, me indicaban dónde habían sepulcros antiguos de
romanos y de antes; los pastores, dejaron al cuidado de una docena de perros a
unas 600 ovejas, detrás de unas lomas, al dirigirme hacia ellas vinieron las
doce fieras en fila que me rodeaban estrechando cada vez más el círculo,
mostrándome entre rugidos sus colmillos, entonces les hablé y les dije sereno y
tranquilo: “¡no les vengo a robar, voy de paso a ver
unas tumbas, y bla, bla, bla...!”, y los perros que me leyeron el aura,
fueron deshaciendo el círculo, y atravesé el rebaño que descansaba sin pastores,
al sol del
mediodía...
El Padre Báez, evocando momentos de su (mi) vida, en relación a las cabras, rebaños,
pastores, majadas, etc. Es la Historia de mi vida, siempre conectada con las
cabras, las que el cabildo quiere quitar de mi vista, y borrar tanto y tanto...:
aquel muchacho, y el otro, y a los perros, y las tumbas romanas y visigodas,
y..., “¡no hay
derecho, hombre!, ¡ya está bien!”
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“... las
persigue a muerte...”
(salmo
142).
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