Con la de jóvenes que pudieran cuidar de las
cabras...
... y el cabildo va, y se las matan. Así no se crean
puestos de trabajo, y se favorece la emigración. Las cabras, no son un
incentivo, para ayudar a los jóvenes a tener trabajo. ¿Por qué no iniciar en el
pastoreo de cabras a jóvenes que lo harían de mil maravillas?, ¡cuántos
volverían gozosos y felices al campo abandonado! Hay que incorporar a los
jóvenes en el medio rural, y sacarlos de los carnavales sin fin en el que los
meten para idiotizarlos.
Con la leche de sus cabras y el pasto abundantísimo que
tenemos no necesitarían subvención o ayuda alguna, simplemente no les molestaran
los del miedo ambiente. ¿No los sostendrían las cabras?, ¡cuántas explotaciones,
granjas, alpendres, corrales, chozas, etc., abandonadas, que mínimamente
reconstruidas, darían puesto de trabajo a tantos!, pero..., ¡no les interesa al
cabildo que cobra el peaje de todo lo que entra, y entraría menos en sus arcas,
si producimos o produjeran los jóvenes en paro!, ¡y que los entusiasman con el
fútbol forzadamente! Unas pocas cabras para empezar y que se duplicarían con sus
partos al año siguiente y así sucesivamente. ¡Eso sí, sin mezcla de cabras
foráneas, conservando y manteniendo nuestra raza!, ¡única y la mejor del mundo,
y a preservarla y multiplicarlas (el cabildo las matan)! Ya aprenderán el
cambiar de machos (o cabrones), para no degenerar la raza o cabaña cáprica o
caprina. Ya habría nuevas marcas, según el dueño. Nada de tenerlas encerradas en
cuadras o donde sea, sino libres por los campos. Y ahora sí, el imprescindible
perro o perros, que ayuden al pastor y guarde el ganado. Ya se vería la
conveniencia de cercas electrificadas,
de cara a rotar las cabras. De cara a los inviernos, volver al forraje seco y
guardado para el invierno, como es normal y tradicional. Sin olvidar los
necesarios bebederos. El tiempo obligaría para facilitar mil faenas el uso de
algún transporte propio (no en cuanto solo al dueño, sino para las actividades
normales de todo pastor). Tendrá -¡menuda faena!-, que bregar con la normativa,
pero no hay mal que por bien no venga que
dice el refrán, y siempre legal, es lo mejor (sería lo mejor). Ni se atreva
ninguno a enterrar una cabra que se le muera (para ello: un contenedor de
cadáveres, ¡toma!). Ni nadie se atreva matar un baifo para comérselo, pues tiene
que levarlo al matadero municipal (norma que nadie cumple). No sería mala idea,
si no es capaz de observarlo y deducirlo -al principio- que tenga un detector de
preñez (¡...!). Se recupere la trashumancia. Y no sigo, no sea esté predicando
en el desierto; que si alguien estuviera interesado, de forma individual o
personal, le instruiría (se ponga en contacto con un servidor), ¿o lo duda
alguien a estas alturas de mi “pastoreo” doble?
El Padre Báez, que apuesta por el pastoreo de cabras
(también de ovejas y vacas). Nuestra desgraciada isla -hablando política y
cabildiciamente- tiene una potencialidad nada explotada, sin aprovechamiento
alguno de hierba para hasta exportar, y que daría de comer a muchísimos nuevos
pastores como siempre fue así en el pasado. Pero, la gran pena de un servidor,
es que consejeros de parte y parte de este asunto de ganadería, miran hacia otro
lado y de lo aquí dicho, ¡ni media
palabra! Y encima. Va y viene y mata las mejores cabras so pretexto de plantar
donde ellas están unos árboles desaparecidos por el cambio climático, y del
pasado, y que volver a ello, es tarea imposible (pero con ello, reciben dineros
de Europa, que es la culpable, por falta de una inspección e investigación para
comprobar los engañan y toman el pelo.
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“... adoran la
estatua de oro... nosotros no adoramos esa estatua de
oro...” (Dn. 3, 14-20. 91-92.95). / “... no somos hijos de prostituta
(putas)...” (Jn. 8, 31-42). / “... es injusto... se olvidan de nuestro
trabajo... debemos demostrar empeño hasta el final, para que se cumpla nuestra
esperanza, y no seamos indolentes, sino perseverantes, y consigamos lo que
pretendemos...” (Hb. 6, 9-10). / “... nos humillan e injurian... tratan de
cambiar el sentido... y ¿a quién recurrir? Despertemos, y mantengámonos
vigilantes... intentan mutar todo...” (De los comentarios de san Agustín -canario
como nosotros, en su origen norteafricano, y del grupo de cannarii- sobre los
salmos). / “... ¿quedaremos
defraudados?...” (Is. 50, 5-7). / “... socorramos a los
animales...” (salmo
35).
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Declaración Universal
de los Derechos de los Animales
de los Derechos de los Animales
Considerando que todo animal posee
derechos y que el desconocimiento y desprecio de dichos derechos han conducido y
siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y los
animales, se proclama lo siguiente:
Artículo No.
12
a) Todo acto que implique la muerte de un gran número de animales salvajes es un genocidio, es decir, un crimen contra la especie.
b) La contaminación y la destrucción del ambiente natural conducen al genocidio.
a) Todo acto que implique la muerte de un gran número de animales salvajes es un genocidio, es decir, un crimen contra la especie.
b) La contaminación y la destrucción del ambiente natural conducen al genocidio.
Seguimos con el color rojo, que es el color de la sangre
de las cabras, derramada en el Macizo del Noroeste, por donde Gu-Guy y entorno,
donde no han matado una o dos, sino 77 (han dicho a Europa que han sido 22, pero
mienten), y tienen la intención de acabar con todas ellas, unas 300 que siguen
donde siempre han estado, y no hay razón para eliminarlas, acabando con la mejor
cabra del mundo a proteger, y piensan -engañando a Europa- plantar lo que no va
a pegar, ¡ni con cola! En el mismo sitio de las cabras, donde las matan en gran
número, con la calificación que dice el artículo que comentamos (el 12), con el
matiz siguiente: nuestras cabra matadas por el cabildo no son salvajes, sino
cabras domésticas con dueños, y así lo indican sus cencerras, y las distintas
marcas en las orejas que identifican a sus dueños o pastores (salvo las crías
[los baifos], que periódicamente los retiran con un simple llamado con un
cacharro haciendo sonar millo, sin necesidad de los del palo o jurrias, ni
rifles, ni otros métodos, que la cabra solo obedece a su amo, y acuden si éste
las llama y buscan). “Genocidio”, se explicita perfectamente en el apartado b),
donde se explicita “la contaminación y la destrucción del
ambiente natural”, la desaparición de las
cabras en su ambiente de siglos, solo conseguirán la contaminación del terreno
al llenarse de maleza, la misma que las cabras eliminan, a la par que esa
pretendida y absurda matanza, van a destruir el ambiente natural, de las que
ellas -las cabras- son las encargadas de la biodiversidad, que desaparecería sin
ellas, para una imposible forestación del pasado, y que al presente dado el
cambio climático es imposible al cien por cien nada pegue sino lo que existe y
que no corre peligro de desaparición, pues las cabras no comen tajinastes ni
beroles, ni tabaibas gigantes, etc., y que no están en peligro alguno de
extinción, sino en clara y evidente multiplicación, y tanto que desplaza, por
falta de control, otras plantas que sí desaparecen, pero no por acción de las
cabras. Y, en supuesto improbable de pagar sabinas, pinos y cedros, éstos,
precisamente desplazarían y harían desparecer justo la foresta rica que ya
existe en la zona dada sus características y necesidad de sol, que lo tienen en
abundancia y tanto que son muchos los que senderistas, incluidos militares han
perdido la vida ante la insolación (a un servidor mismo se le asfixió y murió
una joven de 17 años, por la fuerza del sol, donde nada es posible plantar, pues
lo intenté en Peñón Bermejo y solo conseguí junto al mar me pegara 50 palmeras
que allí siguen o están, pero nada más, sino teheras, juncos, balos, etc., lo
que ya existe es suficiente, ya está bien forestado todo, con lo propio, y no
con nada importado o invasivo, que se secará al primer verano, como se puede
observar en miles de plantaciones realizadas por el cabildo engañando a
Europa).
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