Los goros guanches...
... que para frenar y controlar a los baifos, éstos los
hacían y así aislar a las crías de sus madres y aprovechar más la leche, que
para el consumo y en sus ritos de ofrendas a Acorán, en las escudillas o
cazoletas, derramaban.
Que el goro era y es, un círculo (tagoror significa también lo mismo, donde
en círculo y apoyados en sendas piedras que lo conformaban, se reunían los
guanches en asambleas), de piedras, que hueco en su interior lo cubrían por
encima con otras piedras o lajas -por Amurga se los ven a cada paso que se dé- y
allí retenían hasta la hora de darles de mamar a los baifos, porque de lo
contrario, andarían todo el santo día pegados a las tetas de los ubres de las
madres, sin dejar un chorro de leche para el dueño y pastor, que a tal fin tenía
sus cabras, aparte la cría de sus baifos, pero con un debido control. Cultura y
términos éstos, que han llegado a nosotros a través del tiempo, como piezas
arqueológicas de un valor filológico y etnográfico, y del pasado de primer orden
y una vez más, relacionado con el mundo de las cabras. Cuando pequeño, vi cómo
debajo de una cesta -o encerrados aparte- con una piedra encima hacía de goro, y
siempre se tuvo a la cría separada de su madre, porque de lo contrario, de
leche, ¡nada!; a no ser que se tratara de una baifa a criar, con la que se era
más generoso, y en vísperas del sacrificio se le dejaba mamar cuanto quisiera
para así obtener un mayor cuajo, de cara a cuajar la leche, o si se trataba de
hacer un buen regalo, el baifo iba bien alimentado, al que no se le reducía
racionalizándole la leche materna, que lo engordara.
El Padre Báez, al que le viene a la mente ahora los
respingos, cabriolas, retozos de los baifos a la hora de ir a mamar, ¡con los
empujones o empellones que daban al ubre, buscando la leche! Ahora, el cabildo
busca a las cabras, por los riscos, dejándolos huérfanos al pegares tiros a sus
madres, que muchas mueren días y semanas después en un mal trato animal
perseguido y castigado por ley, de lo cual queda indemne, pues según parece, el
legislador no está obligado a cumplir la ley, ¡qué bonito!, ¿no? Pues, éstas
tenemos: el cabildo matacabras, las mata, sin más justicia que para el cabildo
no la hay, y mira p´ otro
lao.
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“... se ha
pervertido el pueblo... se han desviado... pueblo de dura
cerviz...” (Ex. 32, 7-14). / “... tierra fértil, con árboles
frutales...” (Núm. 12, 16-13, 3. 117-33). / “... que el malvado abandone su camino, y el
criminal sus planes...” (Is. 55, 6-7). / “... se volvieron atrás sus corazones, se han desviado del camino... son nuestra
desgracia y opresión...” (salmo 43). / “... les indico el camino a seguir,
pero...” (salmo 142).
/ “... ¿dónde los ubres
abundantes?...” (Is. 66, 10-14a).
/ “... la hierba... el alimento del
ganado...” (Salmo 146). / “... renegados, dan
asco...” (salmo 118). / “... comerás del fruto...
olivos...” (salmo 127). / “... el segador que
agavilla...” (salmo
128).
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Lo de Arucas, ¡clama al cielo!: con el hambre, paro y
miseria en la que estamos (todo el mundo mirando hacia Cáritas por si le dan
algo que echarse a la boca), emulando al cabildo, en lugar de plantar: olivos
plataneras, cañas de azúcar, higueras, mangos, perales, etc., echen un ojo a lo
que planta. De lo que den de comer esos árboles los alimentaba yo, ¡se iban a
morir de hambre!:
Arucas planta cerca de 300
plantas de acebuches, lentiscos y
guaydiles para conmemorar el Día Municipal del Árbol.
Me pregunto y digo: ¿por qué no los arrancan, y plantan
en su lugar árboles que les den comida? Es una idea, ¡digo (si hubiera cordura)!
En lugar de acebuches, ¿por qué no olivos?, etc.
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