Aquel bocadillo de pinocha, hermana mayor de las
tabaibas…
“… la tierra… hace brotar
hierba para los ganados… saca pan de los campos… y aceite… y alimento que da
fuerza… los riscos son para las cabras…” (del salmo
103).
“… y repara mi fuerza…” (del
salmo 22).
“… sin aliento…” (del salmo
75).
… y es que -me lo recuerdan con mucha frecuencia
distintas personas al verme, con sonrisa- pesado él, las defendía a capa y
espada (a las tabaibas); para él, las tabaibas, eran una planta más de la flora
a defender y proteger (era capitalino, venido a vivir ya mayor a Jinámar), de la
que se sentía satisfecho, por más que no bebía su leche, la defendía: por
nuestra, por el Creador, por autóctona, por exclusiva, por su variedad (dulce y
amarga), y por más argumentos carentes de peso y razón, no faltando los
absurdos, ridículos, y sin sentido, y tal vez solo por llamar la atención, y
ello frente a mí, con ataque visceral, apasionado y con razones ya dadas, para
su control, defensa, cuando no para su extinción, y todo ello en una constante
pugna radiofónica, en la que lo tenía -un servidor- como y cual defensor de lo
que uno atacaba, y él con tanta o mayor pasión que un servidor, y más creo, que
por el placer de llevarme la contraria, sin aceptar un solo argumento mío en su
contra (de él y de las tabaibas), una semana sí, y la otra también, y ello en
espacio de debate radiofónico, a pesar de otros dos contertulios más, que más o
menos, aceptaban mis argumentos y tesis, frente al hambre y el paro producido
por las tabaibas, la eliminación de las tabaibas, nos daría trabajo y comida, y
ante actitud tan obstinada en su defensa por estética, por respeto al Creador y
otras lindezas ridículas e infantiles, y sin sentido lógico alguno, cansado ya
uno, porque todo tiene un límite y bueno es lo bueno, pero no lo demasiado, me
tuve el gusto de subir a Cazadores, y cogí un puñado de pinocha, y ni corto ni
perezoso, lo introduje en el mejor pan que previamente había comprado y abierto,
como para ponerle algo dentro (queso, chorizo, jamón o lo que fuera), le puse la
pinocha y lo envolví en sendo papel apropiado, y me voy con mi bocadillo
-envuelto- y en el siguiente programa, ante la reiterada y constante defensas de
los pinos, que no dan comida, ni trabajo, sino que nos quita tierra de cultivo y
pastoreo, le entrego, al tiempo que le decía -el bocata de pinocha- si tanto la
defiende, coma ese bocadillo, que abierto y viendo en lugar de otro complemento,
la pinocha, todos rieron, y mi contertulio, nunca más defendió lo indefendible.
Solo me faltó, llevarle un vaso de leche –para pasar mejor el bocadillo- de
leche de tabaiba. Y es que de una y otra, estamos más que bien servidos, sin que
ni una ni la otra el hambre nos mate, ni trabajo dé a
nadie.
¡Bueno!, es lo que hay (también):
Padre Báez, alguna vez como
hoy leo su sacudida a las tabaibas... oiga, que siga sembrando, pero no
tabaibas. Cualquier idea suya será bien recibida.
Que siga siendo bueno, pero con amarillo…
El Padre Báez
---------------------------------------
¡Bueno!, es lo que hay (también):
Que siga siendo bueno, pero con amarillo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario