viernes, 15 de febrero de 2013

Popurrí 502 y Visita domiciliaria por el campo.

POPURRÍ 502:
En el Año de la Fe (126): El hombre primitivo, sin cultura, antes del tiempo, ya tenía Fe.

Al habla el historiador (126):

El cabildo informa...
... de unos cursos para formar a jóvenes agricultores, y resulta que, para ser agricultor, solo hace falta poner con un agricultor, de aprendices, a los que quieran, sin más curso (ellos se quedan con esos dineros de cursos, y los alumnos ignorando la profesión).

Para formar agricultores...
... sobran los cursos, solo hacen falta maestros, que son los agricultores que quedan (cada vez menos). Pongan a los candidatos con un agricultor (y ganadero), y saldrá catedrático.

A tal fin...
... sobran los libros de la granja agrícola del cabildo en Arucas; hace falta pongan con cada agricultor (o ganadero) un aula al aire libre de 30 alumnos, más o menos, sin más libros, que la experiencia y la práctica.

Observen lo que van a enseñar estos del cabildo y...
... suscursoscogesdineros so pretexto de hacer agricultores (sí, ¡con guantes!):
-        técnico empresarial de la empresa agrícola
-        producción integrada en horticultura
-        manipulador de productos fitosanitarios nivel básico
-        manejo básico de la motosierra
-        fitopatología control de enfermedades
-        reproducción de plantas
-        prevención de riesgos laborales en agricultura (básico)
-        asociacionismo, comercialización y legislación agraria

Para mejorar la formación...
... del agricultor (no del ganadero), y complementar lo anterior, en sucesivos otros cursos, y así cambiar la producción, dan los siguientes cursos, también en la granja de Arucas del cabildo:
-        curso de poda e injerto
-        iniciación a la agricultura ecológica de autosuficiencia
-        utilización de maquinaria agrícola
-        manipulador de productos fitosanitarios (básico)
-        poda de palmeras
-        poda de árboles ornamentales

Después de esto, ya usted...
... es un agricultor (de ganadería nada, y eso que tienen en la granja unas cuantas cabras).

Algunas...
... observaciones:
-        ¿enseñan a ser agricultor o a ser técnico no sé de qué?
-        ¿no conlleva la agricultura los árboles frutales, de qué –pues- integración se trata?
-        Para sulfatar las papas –por ejemplo- te van a dar lo básico. Luego, habrá que hacer otro curso, y así te enganchan de curso en curso, como se pudo ver más arriba)
-        ¿no bastan las instrucciones del uso de la motosierra, que para eso hace falta hacer un curso y encima básico; es decir no completo?
-        ¿acaso debe ser un médico el agricultor, de las enfermedades de las plantas, sin bastar la ciencia y experiencia muchas veces milenaria (por ejemplo se cura la tierra y cuanto produce con tabaibas –matando toda clase de bichos, como lagartas, caracoles, mariposas, etc.- cortadas fino y echadas en el terreno o su lecha extraída del corte de las mismas en agua? ¡Ah, me olvidaba que no se pueden tocar por protegidas los millones y millones de ejemplares de tabaibas que tenemos, ya una tercera parte de la isla!
-        ¿acaso creen los del cabildo, cualquier campesino ignora cómo reproducir árboles que dan a los futuros “agricultores” un curso sobre ello? ¡Hombre, por favor!, ¡ya está bien de tonterías!
-        ¿Se conoce un solo riesgo para un agricultor que cuide de su tierra y de sus cultivos?, ¿también para eso hace falta un curso? ¡Pues dale Manolo!
-        Encima te hacen casi un abogado agrícola para que vendas lo que produces (si es que después de tanto curso, alguien va a la tierra a cultivar algo que no sea maría).

Pero no acaban aquí...
... las observaciones de un servidor que aparte de cura es agricultor, y cuando sé todo eso sobra a un agricultor, ya es de recochineo, una segunda tanda de cursos, le espere al candidato (¡y hay más, que vendrán después, y no les quiero cansar!), que:
-        para podar e injertar, no hace falta ningún curso, sino que cualquier campesino te diga cómo se hace (y lo hace más y mejor que el ingeniero argentino que me dio un segundo curso sobre ello; pues se de qué hablo)
-        si para autosuficiencia tengo que iniciarme en un curso ecológico de agricultura, la otra ¿qué es?
-        insisto, que para el uso de una máquina agrícola, basta con leer las instrucciones de la misma, y aprender de otro que tenga la misma o parecida, ¡o nada, que la gente del campo no es tonta!
-        lo de manipular los frutos del campo, hasta los tontos saben hay que ponerse guantes (¡lo único que aprenden bien los de esos cursos, y luego acostumbrados no se los quitan ni para mear, con lo que a veces ni la encuentra!)
-        habida cuenta el campo está lleno de palmeras datileras, hay un curso para aprender a limpiarlas (¡manda güevos!)
-        ahora me entero que un agricultor se dedica a árboles de adornos y debe aprender a podarlos. ¡otro manda güevos que dijo el otro!

Así mis amigos que el cabildo...
... nos toma el pelo y nos engaña. Así, nadie se hace agricultor, sino poniendo a esos candidatos, detrás de un agricultor veterano y experto, que se las sabe todas y le sobra todo lo dicho.

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“... cantemos al Señor con alegría...” (Del himno de Vísperas).

“... se me alegra el corazón...” (Salmo 15).

“... hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren..., devuélveme la alegría de tu salvación...” (Salmo 50).

“... alégrate, Jerusalén, porque en ti se reunirán todos los pueblos...” (Segunda antífona de Laudes).

“... para que él alegre en ti a todos...” (Del cántico de Tobías).

“... yo me alegraba con tu promesa...” (Salmo 118).
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Visita domiciliaria por el campo (obligada su lectura, por favor).

Previamente, avisé a dos voluntarias de la Cáritas Parroquial, para que me acompañaran, les iba a llevar los sacramentos del perdón y la eucaristía, se trataría de conocer a algunas personas, que ni siendo pobres, ni estando necesitadas de bienes materiales, por vivir lejos de toda población, y tratándose de personas mayores, enfermas, solas, les vendría bien una visita, y dado que la Misa era a las 18,00 en la Parroquia central o mayor, salimos recién almorzados, a las 14,00 horas, y coche subiendo nos meteríamos entre al lluvia, viento y niebla, con solo el asfalto cuando no la tierra, y la tournée apostólica, pasaría por tres ajuntas y mientos (Valsequillo, Telde e Ingenio), por donde mis feligreses. Ya estábamos en la primera cueva –las otras tres también lo sería (cuevas)- donde su único morador, preparaba las papas para la siembra o plantación a manta, cortándolas, y de inmediato nos llevó al café, que nos supo a gloria, visitamos su cueva-museo, llena de aperos de otros tiempos, donde hicimos repaso a la agricultura, y ganadería de hasta hace poco; él mismo, había vendido su última novilla, y espera en breve dos becerras para criarlas, y fue más lo que nos dio que lo que le llevamos: café, orobal, pepinos..., y se vino con nosotros -a media hora de camino- a la tienda del lugar donde nos esperaría mientras hacíamos la segunda visita. Ésta, como la anterior, entre niebla y agua, también viento y la imposibilidad de ver más allá de la carretera, y solo las orillas llenas de verde con fuerza de retamas, tabaibas, tajinastes, lechugones, vinagreras, tuneras, almendros, escobones, hierba por un tubo, etc. –y todo prohibirlo tocarla- y al llegar a la segunda cueva el matrimonio acogedor y la alegría de la visita con la cháchara de la conversación amena sobre la familia, las cabras, la cueva en sí, y un entorno de maravilla: el olivo en la puerta de la casa con otros árboles frutales, y en claro de nubes el fondo de aquél impresionante barranco con toda su belleza fugaz, porque pronto la neblina lo volvió a ocultar, y salimos en busca de recoger al primero y bajar hasta el pastor de 20 vacas y 300 cabras, sin contar cochinos y otros animales, con sus costillas rotas, por una caída y con esposa e hijos en el atendimiento de tantos animales, incluida la hija enfermera, que del hospital llega a casa y sin llegar al hogar –en cuevas- se pasa por los animales donde estaba, y nos fuimos sin verla, pero después del café, absolución y comunión, allí ya había algo más de claridad –de nieblas- que por veces nos permitió admirar y gozarnos de paisajes, cuevas, verdes, etc., y mirando la hora, con prisa y con pena dejamos atrás al primer visitado, que regalaba a sus amigos sendas cestas de peras, cerezas y no sé qué más (de allí espera las dos becerras que en breve criará), y allí los dejamos, sin poder hablar con el más joven (17 años), que enfundado en plástico y cucurucho con altas botas de goma y manguera abierta limpiándose el calzado lleno de estiércol, llegaba –viéndonos llegar- cuando nos íbamos. Y nos fuimos a la cuarta y última cueva, objeto de la visita pastoral, donde también las vacas, ovejas y cabras, los perros amarrados –porque nos esperaba- no fuera que con el barro, en el saludo perruno de echarnos las patas a la ropa, nos dejara perdidos; y allí la enferma ciega de más de 17 años en cama, al cuidado de su hijo y su anciano esposo, donde la charla, y repetición litúrgica, con visita a las cuevas de los animales, y ya con el tiempo justo para volver a la Parroquia, donde la feligresía esperaba paciente la llegada del cura para la santa misa. Y..., si les he contado todo esto –la página de la vida de un presbítero un día cualquiera, es porque asombrado pudimos ver, lo que tres hombres se afanaban hacer, aprovechando la niebla, y que así nadie podría descubrirlos o verlos (miedoambiente), con máquina taladradora, rompían terreno por risco, por donde pasar..., y que de no hacerlo así, imposible salvo que la multa fuera tan descomunal, como que para pagarla habría que vender tierras, cuevas, y echar fuera los pocos ahorros de pobres familias, que en el campo no pueden hacer absolutamente nada, salvo permisos que constantemente son negados, hasta para lo más elemental, urgente y necesario, y me dio pena –los saludamos y hablamos un poco- en aquel risco al borde del precipicio, donde el viento amenazaba con tirarlos, la lluvia los mojaba, y la niebla (o bruma) les impedía ver más allá de cuatro o cinco metros, y en esas condiciones, aprovechando los favorables medios meteorológicos hacían lo que de ser descubiertos, más les valdría no haber nacidos, y se arriesgaban a tanto por miedo a miedo ambiente que no deja hacer nada. Y, toda vez que soy sacerdote, primero me arrancan la lengua, y me lo llevaré a la tumba, que nadie jamás sabrá dónde y quiénes hacían tal faena: justa, imprescindible y necesaria, que un insensato e irracional miedo ambiente lo prohíbe todo, y ahora solo queda que un mal vecino no denuncie, y ello gracias a que por el mal tiempo, nadie saliera con sus narices al aire y así ocultados trás la favorable meteorología estos pobres hacían lo prohibido por quien nada sabe del medio ambiente, y tanto que lo ha convertido en miedo ambiente. Solo rezo, para que el ruido del comprensor, no fuera más allá y que nadie lo oyera y así pasara –por el ruido del viento- inadvertido y así estos pobres desgraciados, queden libres de la sabrosísima multa de la que el cabildo se sobaría las manos, pensando en el buen pellizco, que de no poder pagarlo aún con sus bienes, los “infractores”, pagan con sus vidas, colgándose de un árbol, como ya lo han hecho, hacen y van a seguir haciendo por mor de no poder pagar, ni querer ir a la cárcel, y se van a la otra vida, aunque después, ningún periódico diga que se ahorcó. Así vea los ojos de Dios, que en la segunda visita, hablamos de dos ahorcados, uno no hace un mes, y el otro un día antes de la visita, como consecuencia del acoso al que el miedo ambiente tiene con todo campesino, que haga lo que haga, ¡multa que te pego!, y que si fuera de 200,00 o 300.00 euros, como que sí, pero es que si te cuentan las retamas, escobones, beroles, etc., que cogiste para echarle de comer a la vaca, te puede salir la broma por 300.000,00 euros, de los que pagan a ese enorme ejército de parásitos que viajan por toda la isla sin dar golpe con el escudo, ropa y coches del cabildo.

El Padre Báez.

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