martes, 12 de febrero de 2013

Popurrí 499 y Han roto el campo.

POPURRÍ 499:
En el Año de la Fe (123): Si la Fe, no fuera verdad; la humanidad, ha estado engañada.

Al habla el historiador (499):

El Papa...
... vicario de Cristo.

El Papa...
... obispo de Roma.

El Papa...
... sucesor de san Pedro.

El Papa...
... el Sumo Pontífice.

El Papa...
... Su Santidad.

El Papa...
... Siervo de los siervos.

El Papa...
... Pastor universal.

El Papa...
... garante de le verdadera Fe (nos confirma en el Verdad).

El Papa...
... Jefe del Estado del Vaticano.

El Papa...
... “el dulce Cristo en al tierra”, en decir de santa Catalina de Siena.

El Papa...
... líder mundial aceptado por su integridad moral y espiritual.

El Papa...
... blanco del odio de las sectas y de los enemigos de la Iglesia.

El Papa...
... el Santo Padre.

El Papa...
... recemos por el que va a suceder a Benedicto XVI.

El Papa...
... al Papa teólogo (Benedicto XVI), agradezcamos su última lección: humildemente, saber retirarse cuando ve que le faltan la salud y fuerza, para llevar el timón de la Iglesia.

El Papa...
... ya aprendieran de él, más de un político a retirarse y dar paso a gente nueva en la política, a ver si nos saca del hoyo en donde nos han metido los ancianos y eternos en ella.

El Papa...
... fiel a las enseñanzas de Jesús y fiel a la tradición, no puede caer en cambios que van contra la ley divina, la ley natural, la ley positiva, la razón, la lógica..., por eso, es aceptado y respetado en el mundo entero, como la figura máxima, por lo que encarna y representa.

El Papa...
... algunos se ocupan de su anillo y pectoral, y de las riquezas del Vaticano, para desprestigiarlo,  mentir, engañar y confundir.

El Papa...
... su anillo, el sello de lo que firma, escribe o habla. Signo de su autoridad.

El Papa...
... es la “piedra” de nuestra Fe.

El Papa...
... cimiento y base de la Iglesia, fundada en su persona por Jesucristo.

El Papa...
... cumple mandatos de Cristo: guiar, pastorear, apacentar, corregir, conducir, etc. a los cristianos.

El Papa...
... no estar de acuerdo con su doctrina (la de Cristo y la Iglesia), es estar fuera de la Iglesia.

El Papa...
... con las llaves de la Iglesia (signo de su poder).

El Papa...
... ¡es mucho!

El Papa...
...

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“... el poder de su gloria os dará fuerzas para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría...” (De la lectura breve de Vísperas).

“... en esa luz del nuevo día que me concedes, oh Señor dame mi parte de alegría...” (Del himno de Laudes).

“... concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean...” (De las preces de Laudes).

“... se alegre...” (Salmo 12).

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Han roto el campo:

Toda la vida el campo produciendo; ahora inutilizado. Los políticos que tenemos, están en contra del campo, y del campesinado. No permiten la agricultura, ni la ganadería. A ambas, solo les ponen trabas y frenos, con multas severísimas por practicar una o la otra (o ambas). Todo, por y para fomentar y permitir un comercio que nos hunde y mata, destroza y arruina. El hombre, siempre cultivó la tierra y cuidó de los animales, para su bien, sobrevivir y enriquecerse, con un trabajo digno y libre. Ahora ser agricultor o ganadero, es ser una víctima a abatir. Desgraciadamente, el campesino actual, se somete al dictado de una política loca, sin sentido y que no deja explotar las riquezas de la tierra –reservada absurdamente para la omnipresente tabaiba- y las posibilidades de una ganadería boyante (solo tenemos perros). Todo eso salvaría la economía, la salud y la vida, pero el cabildo le ha declarado la guerra al campo, y al ganado poco a poco, a la fuerza y a base de multas hasta por lo más nimio. La filosofía y hasta la teología, no se entiende sin el cultivo de la tierra y el cuidado de los animales. Unos pocos políticos son dueños de todo, y el campesino desaparecido se ha convertido en esclavos. Los animales son útiles y necesarios. Sin ellos, la vida no es posible. Los políticos no piensan sino en sus propios y egoístas intereses. Y toda vez que reciben más de importar, prohíben la productividad aquí. Hoy, el tabaibero, sufre las consecuencias de una política absurda, estrambótica, contra natura, que violenta y humilla al paro (o parado) y al hambre, el hijo de la tierra más fértil del planeta. Un maltrato, que es indigno de la condición humana, a la que se le impide ejercer el trabajo, para ganar con el sudor de su frente la comida, y forzando  a parar al tabaibero, para que espere lo hagan otros y nos lo envíen desde fuera, lo que podemos producir más y mejor nosotros aquí. Hoy, somos esclavos de un sistema vil de una política que envilece al isleño, y lo deja al hambre, al paro, a la miseria, a la desesperación... Tenemos pues, una mano de obra parada, obligada a no trabajar. Se nos prohíbe plantar para comer y vivir, ya ni siquiera para sobrevivir. Y sobresale el silencio en el que nadie pide, ni clama, ni reclama la vuelta al campo y nadie reclama el derecho de trabajar y cultivar la tierra y cuidar de los animales, para vivir con dignidad, libres y sanos. Nadie se queja contra esta política injusta y asesina que mata a sus hijos, porque hay o tienen sus propios intereses creados. Y ello, a pesar del drama tremendo que supone estar parados y no tener qué comer teniendo la posibilidad de hacer uno (trabajo) y otra (comida). De tal forma que todo comercio es en base a lo que viene de fuera, sin que de dentro nada se aporte, cayendo en el salvajismo de tener (tierra) y no producir (nada o algo). Nos oprimen, sin que nadie grite; tenemos una política cruel, que permite el hambre y el paro, pudiendo evitarlo y acabar con ambos. Ahora, el ganado es el humano, que se mueve, sin dar leche, tras indicaciones inducidas (como el fútbol, el carnaval y otras). Somos, cuales propiedad de los que nos dirigen borreguilmente y conducen según sus intereses y engaños. Y lo malo, es que nadie condena esta actitud gubernamental que nos frena y para y prohíbe producir. Se trata y es un comportamiento salvaje o bárbaro; se comete un horror grande a familias enteras destrozadas por el paro y el hambre, pudiendo acabar con ambas. Ejércitos varios pasean por los campos -y no precisamente cuidando animales ni cultivando la tierra, sino vigilando alguien lo haga para castigarlo con multas grandísimas e inhumanas, que arruinan y suicidan-. Son  muchos los que lloran esta situación, sin que nada puedan hacer sino callar y pagar “religiosamente” cual penitencia de ningún pecado, multas desorbitadas y gigantescas. Vergüenza da estar parados teniendo donde trabajar; dolor tener hambre, y estar en la tierra que mejor produce, que por imperativo de autoridades nada se puede cosechar. Nos han sometido poco a poco, y nadie alza la cabeza, ni la voz. Nos mantienen en hambre y pobreza; nos subyugan  a dos millones de personas, que nada hace, sino callar, y ni protestar ni exigir el derecho al trabajo y a la tierra, cada vez más en manos del cabildo, para llenarla de pinos. Calla la universidad; calla la prensa; callan todos. Un servidor, seguirá gritando, mientras viva, por volver al campo, de donde somos y venimos, de donde vendrá la libertad, la comida, la dignidad...

El Padre Báez.

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