miércoles, 6 de febrero de 2013

493 y El hombre del campo

POPURRÍ 493:
En el Año de la Fe (117): Que en la batalla de la Fe, nunca pierdas; sino que salgas vencedor.

Al habla el historiador (493):

Ante el paro...
... una cortina de carnaval.

A paquita Luengo, eso de dar trabajo sí...
... pero no con prioridad al grantabaibero o tabaibero en general, sino que también a polacos, o de donde sean (ella, debe ser de fuera, seguro).

Así, así, vamos a acabar...
... con esta lacra. Primero los de fura, y después los de dentro.

Cada día, nuevos desempleados, y en lugar de regresar al campo...
... solo hablan de turismo. ¿Pues no ven claro, esa no es la solución?

También está la posibilidad de ordeñar las vacas de plástico...
... que están en Triana.

Mientras no las cambien...
... por perros, estamos bien.

Aunque para leche...
... la leche de tabaiba. Pueden hasta hacer queso.

En la guardia civil, cada coche roto...
... lo cambian por uno nuevo. ¡Toma!

En vez de arreglarlo...
... ¡al potrero!

¡Como que no tengan que volver a los tiempos que salían en caballos y mulos...
... con tricornio y capa!

Que también les toca la crisis, a pesar de las multas...
... que ponen, ¡y otra cosa ya no hacen!

La laguna de Bravo, negocia con el Senegal...
... turismo negro para el gran tabaibal.

Un gobernante llama a otros gobernantes, incompetentes...
... se trata de Antonio Morales Méndez, alcalde. ¿Lo sabrá bien él?

Según parece, el turista que venía a Mogán...
... M. Rajoy, alguien le pagaba el viaje, estancia y demás. ¡Eso es tener buenos amiguetes!

¡Bahhh...! Eso, con el fútbol, lo disimulamos...
... y aquí no pasó nada.

“Y, a otra cosa...
... mariposa”, que se decía.

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“... pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías...” (Salmo 136).

“... estad siempre alegres...” (De la primera carta a los Tesalonicenses).

“... la alegría que encuéntrale marido con su esposa...” (Del cántico de Isaías).

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El hombre del campo:

Vestido de pantalón gris, con camisa blanca a rayas, alpargatas, sombrero, chaleco y chaqueta si es invierno. Estamos, en el peor capítulo de la Historia de este pueblo tabaibero. El momento, es más que difícil. La gente sentada, en lugar de estar trabajando en la tierra, y con sus animales (cuida un perro, y le recoge la mierda). La mujer, esperando. Ya, ni para cigarros y fumar. En cada mano, el sueño de una soga. Pasa el tiempo. Ya, ni cuenta cuentos. Tampoco se habla de cosechas, y de animales. Es una generación puente, sin saberse cual es el otro punto de apoyo; se sabe de dónde se viene, pero no a dónde se va. Hay desorientación, también pesadumbre. Niños, no se ven. Adultos tampoco. Miradas perdidas. Cada vez, más distantes del ayer. Camina el pensamiento. Se cierran libros, que son vidas. Hay un conflicto entre lo que es y debe ser el campo. Por el campo, los solos coches del cabildo, que vigilan, controlan, multan. Es, para volverse loco: querer y no poder. Gente desconocida pasea el campo, sin haberlo pisado antes, ni nacidos en él, dando lecciones a sabios de la tierra, prohibiéndolo todo; y a todo: “¿tiene permiso?” No conocen el campo, sino desde los libros y leyes absurdas. Tratan con despotismo y altanería (les ampara la justicia y las normas),  a pobre gente asustada, que pagan. Cada vez, son menos y más viejos. Todo lo quieren parque, sin más. No se oye a nadie. La situación, no tiene antecedente. No te dejan pensar, ni hacer nada. Se rompe el campo. El campesino calla, no reprocha, consiente sin remedio, como fatalidad o algo imposible, por más que macabro y demente. La mujer, fuera de la realidad, solo sonríe. Asumen los hechos, como fatalidad, sin expectativa alguna, alejándose cada vez más en distancia entre el hoy, sin adoptar y adaptar lo que viene de mucho tiempo –siempre- de atrás. Es el poder, la autoridad, frente a la debilidad (ahora el hombre, más que la mujer), sin criterio, con timidez. En el rostro, expresión de dolor, desaliento, desánimo, hundido, parado. Antes, importantes; ahora, vulgares. Los domeña la administración. Se pierde el arte, y la cultura suya. Impasible. Ajeno. Perdido. Sin talento...

El Padre Báez.

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