jueves, 4 de diciembre de 2014

potaje

Potaje de tabaiba…
 
“… tierra reseca, agostada, sin agua…” (del salmo 62).
 
“… aguas del espacio… lluvias y rocío… rocíos y nevadas… témpanos y hielos… escarchas y nieves… rayos y nubes… montes y cumbres…, cuanto germina en la tierra… manantiales… y ríos… ganados…” (del cántico de Daniel 3, 57-88).
 
“… no he faltado… me he mantenido en la senda establecida… me asaltan…, me cercan… me rodean” (del salmo 16).
 
“... la red que me han tendido...” (del salmo 30).
 
… que me llega el olor de los jaramagos, que en este momento tengo al fuego de la vitro, y eso que lo cogí en el huerto jinamanero que tengo, porque por esas cumbres, como te vean coger algo de la tierra, te la lían si pisaste una tabaiba, o la dejaste herida de muerte, por un gajo que te molestaba al paso, aunque por la leche que desprende todo el mundo huye de ellas, salvo que haya que destorcerlas -no digo arrancarla, porque entonces te arrancan la paz, con muchos euros de por medio, o por delante- que estamos en tiempos de echar algo verde y de la tierra en el caldero, y ello se ha convertido en algo de muy alto riesgo, cuando no imposible, porque si te ve el sepro o el miedo, te caen encima como la lluvia, que ya no riega papas ni millo, sino escobones y tabaibas, retamas y basuras similares, todo protegido por ellos, ¿y dónde unas alabasas, o unos cardos, jaramagos o hinojos? ¡Nada hay, ni nada puedes coger, salvo el riesgo de ser descubierto!, ¡y multa al canto! Compre usted, para su potaje, todo todo, traído de fuera. De aquí, ni calabazas, ni ñames, ni papas, ni nada; ¡todo de fuera envenenando y enfermándonos de cáncer por todas partes! ¿Cómo olvidar aquellos potajes con coles, con jaramagos, con verduras y gofio amasado, acondutado con un trozo de carne de cochino, con su hila, todo una golosina, y así hacer frente al invierno ya sin frío? Aquello, sabía a gloria, y nos daba salud, la que ahora nos prohíben, porque si matas un cochino, te buscaste la ruina; te lo matan ellos, y te cobran, ¡vamos si te cobran! Y como lo hagas a escondida, y alguien te denuncie, ¡te salvaste! La verdad, que a la hora de echar ago al caldero, o es de fuera, o no puedes echar nada; y de potaje, la sombra o el nombre, porque ya no sabe a nada, sino a química. Si quieren hacer un potaje, ya te cuesta un ojo de la cara, y ya no sabe, porque es que llevamos medio siglo y más, de palos a la agricultura, y ya de la tierra solo tabaibas y retamas, que precisamente no son ingredientes para nada, sino veneno que mata y arruina la tierra, ¡y lo tienen todo protegido!, y es el caso que sin agricultura, imposible hacer un potaje, porque es que desaparecida ésta, ¿qué vas a echar a guisar al caldero? Ya es triste y de pena que para hacer un potaje, te traigan en contenedores, hortalizas y hierbas de fuera, abonadas sabe Dios con qué aditivos químicos, cuando los nuestros con la sola agua de lluvia y el terreno abonado con cagarrutas (excrementos de cabras y ovejas), eran una delicia. Y no es nostalgia, sino denuncia social a los políticos que comen carnes de fuera, que no nos impidan comer hierbas de dentro, siempre y cuando protejan lo que se come y manden a la mierda tanta tabaiba, que solo envenena y mata la tierra, y con ellas retamas y toda una lista de todo lo que no es comestible bien sea para personas y animales.
 
El Padre Báez.
 
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Uno, humildad aparte, también escribe por otras partes, como se puede comprobar con este correo:
 
Querido P. Báez,
Es un honor y un placer haberte conocido en el Escorial y pasar unos días juntos. Acabo de recibir tu libro "La Cruz y la Cabra". Pero solo lo puedo leer con el correo abierto. De este modo no puedo hacer observaciones sobre el texto. Aunque será difícil hacerte alguna porque tienes un estilo muy claro y llano. El lector lo agradecerá. Por tanto, si lo ves conveniente, ¿podrías enviarme una copia en archivo adjunto para manejarla con facilidad?
Espero tu respuesta y te deseo muchos éxitos humanos y espirituales
Un abrazo
Resti
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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