Las tabaibas y el fútbol…
“… un toro… un novillo con
cuernos y pezuñas…” (del salmo 68).
“… salgo al campo… entro en
la ciudad: desfallecidos de hambre…” (del cántico de Jeremías 14,
17-21).
“… vergüenza de la gente,
desprecio del pueblo…” (del salmo 21).
“… tropel de novillos…
toros…” (del salmo 21).
… antes, cuando no había tabaibas, el fútbol era el
Domingo por la tarde, pero ahora todos los días y todas las horas de la semana,
son “domingos por la tarde”, es decir una constante futbolera, para que nadie se
de cuenta, las tabaibas se han comido el campo (no el del fútbol), que éstos nos
lo meten las veinticuatro horas del día, toda la semana, los doce meses del año
y los siglos, por fin. Y es que, desaparecida la agricultura y la ganadería (y
con ellas la fe), o lo que es lo mismo el sector primario, que es el que nos
daba trabajo y como consecuencia la comida, ahora, sin una y sin el otro, hay
que entretener al personal, drogarlo con el fútbol y así idiotizado, nada
planta, y sentados viendo, leyendo u oyendo sobre fútbol, de otra cosa no se
preocupa, sino de discutir las banalidades de las incidencias y resultado del
partido, y no ya los del lugar, provincial, o nacional, sino internacional, con
lo que el come-coco es mayúsculo, y la temática tan amplia que llena espacios
que no acaban, y es una borrachera organizada y planificada, para amansar a las
fieras y para entretener al populacho, porque como dice el refrán, bueno es lo
bueno, pero no lo demasiado, y en asuntos de fútbol, no ya demasiado, sino que
es una pasada, que oigas la radio a la hora que sea, que pongas la tele (un
servidor hace ya año y medio que no la ve), o leas el periódico que sea, más de
la mitad del mismo va de la temática futbolera, cual si en ello nos fuera la
vida, y al cien por cien como si a todo el mundo el asunto interesara, y por
ello en portada, la primera noticia y la de mayor alcance o tiempo a ella
dedicado, y es tal la artera, que ya hasta da lo mismo, pero ante esa constante
y machacona dedicación al mismo, acaba uno por aborrecerlo y cansado de tanto
sobre lo mismo, siendo como es una cosa baladí, o sin mayor importancia, nos lo
hacen tragar, y pasar por él, para que otra cosa no veamos, y tampoco a las
tabaibas, que son el gran golazo, para que este pueblo o isla esté entretenida,
y no mire al sector primario y otro campo no vea sino el del fútbol, porque lo
que es el balón cesto, como que cuesta más aficionarse a él, pero lo intentan
todas las horas del día con noticias afines y paralelas al otro, hasta que por
aquello del cántaro, que tanto va a la fuente, que al fin se cae, pues lo mismo
pasará con el tiempo, que además de los goles se hablará de las cestas, pero no
de las de comida para las cabras. En fin, una nueva religión u opio del pueblo,
que lo tiene drogado para que otra cosa no digan, ni exijan o pidan, sino
deporte-deporte-deporte, volvindo al Olimpo de los dioses paganos, donde se
idolatra a figuras del balón sea de pie o de manos. Así, que con el silencio del
y sobre el campo, las tabaibas campean a sus anchas, y cada vez son más las muy
malditas, y cada vez menos el terreno donde plantar algo o de donde un animal
pueda comer, y no arranque usted una tabaiba por más que le moleste, porque
entonces, ¡se sacó (le sacan), la lotería! Que antes el fútbol era los Domingos,
ahora domingos son todos los días del año. Y tanto que los templos han sido
sustituidos por los campos de fútbol y similares (balón cesto). De día de
fiesta, el Domingo ha pasado a día de aburriendo o de fútbol como única salida,
y si no en casita, y el peor día de la semana. Me parece que en lugar de decir
soy cristiano o católico, hay quienes dicen soy futbolero, y tengo mi lugar de
culto y mis autoridades litúrgicas. Ya no cuenta el trabajo ni Dios, solo el
fútbol cual nuevo dios y su religión (religare, que ata), con millones de
adoradores que vacían los otros templos, los de siempre. Algunos, cuales
mártires, dan su vida al fútbol, por no a la tierra para cultivarla o tener
animales que le den leche, que teniendo tabaibas de leches ya estamos más que
bien servidos. Los niños y jóvenes no van a Misa, pero van a entrenar y a jugar.
Hay bautismo de campo y mucha comunión profana, van a una liturgia más larga,
con un seguimiento absorto propio de místicos o fanáticos según resultados y
jugadas, con el grito de una fe que no salva, pues aunque se parece a una
religión, pasa a una secta y a veces muy peligrosa. Y en ella se educa y en ella
nos envuelven y “vivimos” (¡o viven!).
El Padre Báez.
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No es -tampoco- mala idea:
Padre
Báez, buen día y espero que… ¡oiga, me gustó el tabaibero de hoy que te salió
bordado! Sáquele humor y ponga un día que van a montar un puesto en el mercado
para vender la leche de tabaiba para beneficio del cabildo en la
isla....
Que
tenga buen día y rece por este amigo, cuya salud está medio- medio... (F.
M.).
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