Las tabaibas aumentan la
pobreza…
“… un árbol plantado… da
fruto…” (del salmo 1).
“… brotan zarzas y cardos, saldré a luchar contra ellos…” (del
libro del profeta Isaías 27, 1-13).
“… la higuera… echa yemas y
las viñas… fruto… el olivo… su aceituna y los campos… dan cosecha… las ovejas
del redil… vacas en el establo…” (del cántico de Habacuc 3, 2-4, 13a.
15-17).
“… me están acechando, y me
acosan… sin que yo haya faltado… avanzan para acometerme… estoy velando…” (del
salmo 58).
“… parcelaré el valle…” (del
salmo 59).
… al robarle al campesino la tierra que éste necesita
para cultivar, trabajar y sacar de la misma su alimentación y la de su familia.
Para luchar contra la pobreza, no hay otro camino válido que no pase por
devolver la tierra a los campesinos. No vale Cáritas (que mantiene en la pobreza
al pobre), sobran Manos Unidas y cuanta organización pedigüeña de alimentos para
solucionar el gravísimo problema del hambre. Con volver a la tierra (si
previamente se arrancan las tabaibas, y aún con ellas) ya está solucionado el
asunto que nos ocupa. Hasta el mismísimo Papa Francisco, lo ha dicho con total
claridad: “¡ningún campesino sin
tierra!”. La tierra ha sido ocupada por una planta que no alimenta, que no
es comestible, que no mata el hambre, sino que la aumenta y hace crecer. La
lucha contra la pobreza, el hambre y hasta del paro, pasa por la agricultura;
ella es la solución a esos tres problemas. La solución del hambre-paro-pobreza
pasa por recuperar el cultivo, la agricultura y la ganadería; mientras esto no
cambie, vamos a tener un incremento imparable de esta situación. Nuestras manos
deben volver a la hoz, a la azada, a la soga (que amarre un animal). Es
necesario cambiar el sistema: menos perros, más cabras; menos pedir, y más
volver al huerto. El campo genera riqueza si desaparecen las tabaibas (basta con
dejar una mínima reserva, que no hay miedo a su desaparición [con cuatro
ejemplares en el Jardín Canario, es suficiente: dos dulces y otras dos amargas,
¡y es suficiente y hasta de sobra!]). El empobrecimiento gana terreno, pero no
tierra para evitar la pobreza, y con ella el hambre y el paro, la mendicidad y
la caridad, cuando frente a la caridad debe primar la justicia, y es justo que
cada cual tenga tierra donde obtener la comida y de paso trabajo. La población o
gente debe cambiar el pensamiento de: que me den de comer, por yo me cultivo la
comida, y si en lugar del perro tengo una cabra ésta me da estiércol para la
tierra, leche, queso, uno o dos y hasta tres baifos (carne), etc. Las
autoridades debieran asumir en sus discursos, lo que aquí expreso y limpiarían
la sociedad de la lacra de la mendicidad, pobreza, hambre, paro, etc. Las
autoridades olviden los contenedores, los barcos, la importación, la mano a las
grandes áreas o multinacionales que nos ordeñan y hunden en la miseria -no ya
solo en la pobreza- y fomenten la agricultura, por más que solo sea -y no más-
la agricultura familiar, que por otra parte según la ONU, estas explotaciones
agrícolas en el mundo las gestionan las familias en un 90 % (o lo que es lo
mismo 9 [nueve] de cada 10 [diez]). Mientras aquí no recuperemos la agricultura,
le vamos a multiplicar el problema a Cáritas y a bancos de alimentos y a la casa
de galicia, que lo único que hacen es aumentar sin solucionar el problema que se
agudiza e irá a más el hambre, porque teniendo la solución tan cerca están como
ciegos para no ver este sistema puede girar y desaparecer, al solucionarlo con
el trabajo en la tierra que debe comenzar por arrancar las tabaibas y en su
puesto o lugar sembrar, plantar, cultivar, y ¡asunto resuelto! Pero, ¿a quién
interesa no se vuelva a la tierra? ¡Muy bien que lo sabemos! La corrupción
política es la que mantiene que solo el 1
% siga enriqueciéndose a costa del hambre y paro del 99 %
restante.
El Padre Báez.
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En el periódico LA PROVINCIA, publicó el día 3 del
pasado mes de agosto del presente, lo siguiente:
“… y en Lomo Magullo donde el cura
amigo Padre Báez no cesa de pedirle a la Virgen de las Nieves, de noche y de día
que le caiga una fiebre negra de muerte a todas las tabaibas que no dejan crecer
en nuestros campos canarios, nada válido como árboles frutales que echamos cada
vez más en falta y todo por culpa de nuestro Cabildo que las protege como
criaturas de Dios, cosa que dudo porque ellas matan día a día nuestra pobre
agricultura canaria…”
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