El por qué de las tabaibas…
“… ¿por qué te glorías de la
maldad y te envalentonas… todo el día maquinando injusticias… tu lengua es
navaja afilada, autor de fraudes… mentiras… palabras corrosivas, lengua
embustera… insolente…” (del salmo 51).
“... me atacan con furia...
violencia y discordia... hacen la ronda... crimen e injusticia... crueldad...
engaño... su boca más blanda que manteca... sus palabras... son puñales...” (del
salmo 54).
“... ¿hasta cuándo
arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como una pared que
cede o una tapia ruinosa?...” (del salmo 61).
“... la red que me han
tendido...” (del salmo 30).
… mis amigos, si ustedes pudieran visitar una de esas
grandes naves sin fondo, con altura y más otras naves, de alimentos y de
productos, con esa cantidad de camiones que van a surtirse de cuanto necesitan
para la venta en supermercados y afines, y por otro lado los contenedores
entrando en números incontables, pero que sí te los cuentan en el puerto a la
hora de salida o pase, o a la entrada y descarga, más el porcentaje de ventas
aparte para las arcas del cabildo, hacienda y gobierno, comprenderán el por qué
de las tabaibas. Ellas, son la imposibilidad de cultivo alguno, y así no
teniendo nada propio, todo tendrá y tiene que entrar desde fuera. Y es que
invitado por uno de estos comerciantes, dueño de un supermercado, me pude
acercar y ver unas naves en El Goro, pero antes y después, y en una calle y en
otra y en más arriba, y por detrás, y más abajo y otras más, y más, ¡es una
pasada!; que por otra parte también deja sus intereses al municipio a la sazón
(Telde), es decir de eso que entra de fuera comen un montón, y lo pagamos con
creces, y aquellas cajas, de cartón enormes, que recogen para el banco de
alimento, y el que me llevó a una de estas naves reponedoras de cuanto se
necesite en columnas enormes que llegan a techos y se pierden en el fondo, con
las cajas para los pobres, y supe la forma y manera, que colocadas en cada una
de estas tiendas menores, el pobre que va a comprar compra para esa caja, y esto
fue lo que me dijo el que entregaba la suya: los que dan esta comida, son más pobres que
los que la van a recibir, pero dejando esto de lado, porque es que surgió
sin más en la conversación y respondiendo a las preguntas que ingenuas me hago,
que vuelvo a esas incontables naves y cada una con su especialidad, y todas
ellas con camiones y furgones en un tomar o coger, cargar o reponer, que es un
mundo de dineros que cual coladero, caen en las arcas de estos mandantes
corruptos, que enriquecen a costa de arruinar a este pueblo, que prohibiéndoles
plantar -y viendo lo que vi, como que lo ve uno más claro todo- no te dejan
cultivar, ni tener ganadería para que todo entre de fuera: leche, comida de
perros (no para cabras), es decir, pude ver lo que el camión cargaba, y era para
surtir estanterías de todo, todo de fuera, con lo cual se explica uno el por qué
de las tabaibas: para que no quede donde plantar un surco de nada, ni puesto
haya para una cabra, que si cabras y cultivo hubiera la ruina de estas áreas
comerciales gigantescas con naves que se pierden, sin fondo y alturas que
asombran de todo, todo viene de fuera, y ese puerto, y esas aduanas, y esos
cobros, y esos pagos, y esas haciendas, y esas ladronizas, que impiden todo
cultivo y ganadería, para que entre todo eso, que entongado y almacenado,
tardarán lo suyo, aparte el transporte o traslado desde su origen hasta aquí,
para que en esas naves gigantescas e imposibles pensarlas si uno no las ve, para
que desde ahí vayan a donde te lo despachen, con nuevas retenciones y
estaciones, la verdad que comemos venenos que nos enferman y matan. Pues, esa es
la razón del tabaiberal o de las tabaibas muchas veces en números
cuatrimillonarias, ¡o más!
El Padre Báez.
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Pues, ¡no es mala idea!:
Padre
Báez, un buen día y que vivamos sin hierbas malas... anima a la gente un día a
poner letreros diciendo: “¡Fuera las
tabaibas de la isla!”... a ver si los del cabildo tienen ojos y ven...
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