Las tabaibas no son
comestibles…
“… quitó el sustento del
pan…” (del libro del Eclesiástico).
“… la cepa que tu diestra
plantó…” (del salmo 79).
“… hablan con boca arrogante;
ya me rodean sus pasos, se hacen guiños para derribarme, como un león ávido de
presa… hazle frente, doblégalo…” (del salmo 16).
“… por sorpresa… inventan…
por sorpresa… los que los ven menean la cabeza…” (del salmo
63).
“... la basura al pobre...”
(del salmo 112).
… ni su leche sirve para tomar o hacer queso. La
agricultura familiar ha sido el eje sobre el cual ha girado la humanidad desde
que existe, pues otra fuente no hay donde obtener la alimentación. Hay que
volver a ella para salir del hambre que nos pisa los talones. Es decir para
desaparecer el hambre en el mundo, el mundo debe volver al huerto, ya sea en la
tierra o en la azotea; tierra hay de sobra -a pesar de las tabaibas- donde
plantar para comer y poder vivir del sudor de la frente. No hay otro lugar donde
podamos conseguir la comida que no sea el cultivo de la tierra; de brazos o con
brazos cruzados y de pedirla y que otros la cultiven no vamos a salir de donde
estamos, sino que nos hundimos más y más en el hambre, paro y pobreza. Para
mejorar la situación de vida, no hay otra salida que salir al campo y
cultivarlo. El campo nos da la comida, si se la sacamos, previamente sembrado o
plantado. La tierra nos sostiene y tiene. Hay que salir de lo urbano y meterse
más en lo rural (o campo). Sabido es que este tema no ocupa un solo renglón, ni
minuto en los distintos medios de comunicación que favorecen a las microempresas
o multinacionales de la alimentación que nos para y desaparece la agricultura
familiar, pero ya es hora de despertar y salir a por la comida, sin extender la
mano a quien te pueda dar algo, sino extender las manos y doblar el cuerpo sobre
la tierra, y ella generosa te tupirá a comida. La política jamás dirá ni hará
suyo un solo renglón de lo que aquí escribo, por su connivencia con los que nos
matan y empobrecen pero que a ellos los pone bien puestos por réditos e
intereses. Sin la agricultura familiar no habríamos llegado al presente desde la
creación del mundo, y son más los que se van de este mismo mundo precisamente
por no trabajarlo y obtener así el tan deseado como indispensable alimento. La
inmensa mayoría a nivel mundial vive gracias al cuidado (atendimiento) de la
tierra y sus animales, sin lo cual morirían o pasarían hambre como nos pasa o
sucede a nosotros, que los garbanzos no vienen del cielo y sí de allí el agua
para su cultivo y de cuanto nos queramos echar a la boca camino del estómago, y
posterior salida como señal de vida, en la que todo corre como decían los
griegos y de ahí diarreas y similares (por lo de la etimología panta rei (todo corre). Sin el cultivo,
no hay seguridad ni garantía de vida, vida sana. Pues, para salir de la
subalimentación hay que volver a la agricultura, y no a la de grandes
extensiones y pensando en la comercialización, sino en el pequeño huerto
familiar, de donde obtener lo que echar en el caldero o en el estómago. Para
cambiar la situación de búsqueda de comida donde las instituciones las almacena,
hay que comenzar por tenerlo todo fresco y limpio, ecológico y saludable si nos
volvemos al huerto donde la alegría de ver cómo avanza en su crecimiento día a
día las hortalizas y lo que quiera se plante, pues la tierra generosa, nuestra hermana madre tierra que dijera
san Francisco de Asís, nos alimenta abundantemente sin exigir nada, salvo
nuestro sudor que la riegue y humedezca. De paso, en apoyo a cuanto digo y dejo
de decir, tengo la cita del Papa Francisco, que también se ocupa del tema con
referencia a los que sufren de inseguridad alimentaria y malnutrición,
lo enfoca en esta dirección.
El Padre Báez.
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Es una fórmula, entre otras:
“… Padre Báez, esta tarde he visto su pico de cosa buena, y
a ver si las tabaibas se marchan con empujones
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