martes, 2 de diciembre de 2014

a robar

Las tabaibas nos llevan a robar…
 
“… forjarán arados… podaderas…” (del profeta Isaías 2, 1-5).
 
“… soy un pobre desamparado…” (del salmo 85).
 
“… la simiente… que hemos sembrado, crezca y germine…” (de la oración de Completas del lunes).
 
… al hambre seguro, y a robar como cuando los años cuarentas, los llamados años del hambre, después de la guerra, en los que me cuentan -sucedió- el siguiente caso: había un hombre con unas cuantas vacas, y otras cabezas (me refiero a animales de leche [cabras y ovejas -y por descontados otros animales, como cochinos, gallinas, conejos, etc.-) era un hombre rico, y toda vez que entonces no se cerraban las puertas, tal era la confianza y la necesidad para que aire diera en el cañizo y curara el queso, que las mismas no se cerraban, y era fácil robar, aunque el hecho no se usaba, salvo excepción, como ocurrió en el caso que les cuento, sin que el robado se enterara, según parece. Este mi buen hombre no tenía con qué acondutar el poco gofio y hasta afrecho, que comida de animales a falta de pan, hasta bueno era, y no siempre se tenía sustituyendo las algarrobas al plato señalado, pero fue el caso que consiguió un poco de afrecho, y el hombre que me lo contó, niño entonces, muy contento porque al fin este día iba a poder comer suero, con tumbos y todo, y del primero según hierve, que es cuando se sube la espuma y está en ella la flor del mismo, le echa afrecho a su escudilla, que comienza a crecer y a rebosar, que era un asombro, y aquello sabía a diablos, con lo que echada a las gallinas, que faltas de millo, también pasaban su hambre y se notaba en la falta de huevos, tampoco pudieron con aquel amasijo, pues el vendedor del afrecho, para que pesara más, le había mezclado serrín, y ¡ni las gallinas se lo comieron!, y tanta era el hambre, que el padre de este -entonces niño- con muchos otros hijos y sin tener qué darles de comer, se fue hasta la casa del primero, y dado que sus moradores andaban en las faenas propias del cuidado de sus animales y tierras, le fue fácil entrar en la casa, y traerse un queso tan enorme que iba desde la cintura a su cara casi impidiéndole la visión al caminar, con lo que el agua guisada con un poco de afrecho o sola, ya sin gofio -imposible conseguirlo por ningún lado-, su familia iba cada día consumiendo una lajita (o cachito) de queso para acondutar el agua chirri que les servía de alimento; pero, a mi buen hombre de principios y temeroso de Dios, le entró remordimiento y helo ante el cura del pueblo, confesando su pecado, y el sacerdote le dijo: “¡hijo robar para comer no es pecado!” Y esto animó a mi penitente a confesar el pecado por cometer, pues le dijo al confesor: “¡Padre, toda vez que el caso es, que el queso no me queda más que para cinco días más o menos, voy a volver a robar otro queso en el miso lugar, y como no es fácil dar con usted, me aprovecho y me confieso del pecado que voy a cometer!”; y, ciertamente el cura le dio la absolución del primer queso robado y del que sin aún haber cometido el pecado, que ciertamente iba a cometer, pero el cura le dijo: “¡de acuerdo hijo te absuelvo, te perdono, pero dime exactamente, dónde está la cueva-casa de ese señor al que tú le robas el queso!”, e informado sobre lo preguntado, también el cura se pasó por el lugar, y también sustrajo su queso, pues también él pasaba hambre, y el del queso tenía bastante. Me dijo lo supo alguien pero no el que era robado, pues tantos quesos tenía, que no se daba cuenta le faltara en esa operación de darle vueltas y entongarlo, le faltara alguno dado que eran muchas las manos de su familia que lo limpiaba y guardaba. Así me contó un feligrés en Cazadores a las 16,30 media hora antes de la Misa de un sábado cualquiera, en la puerta de la iglesia donde dos bancos uno fijo en el suelo, y el otro delante de éste y previamente sacado del templo, y sentados los mayores y alrededor la gente más nueva, escuchábamos tales relatos de tiempos pasados, a los que un servidor añadió: “¡pues volverán esos tiempos -y me refiero a los robos-, pero no ya de quesos, porque éstos han desaparecido pues dónde habían hasta más de doscientas vacas, no quedan ni dos, y el que las tiene, tiene ya buenos candados!”, con lo de broma a Mary Pino, pastora presente, le advertimos cuidada bien de su casa, a lo que me dijo -o nos dijo-: “¡los perros nos avisan si por allí se acerca alguno o alguien con esa intención!”, que de seguro la acecharán y se repetirá estala Historia. Historia que me recuerda la de un señor que me viene a recoger a la casa de un pastor y a donde lo espero por otro lugar, y viene en su coche hasta el mío, para el abordaje, y cuando subo al coche dejando atrás el mío, descubro que en la ranchera del amigo, en el asiento de atrás, viene echada o tumbada en es suelo del coche su mujer, a lo que pregunto asombrado, pero: ¿y eso, por qué? A lo que me responden: “¡para que el pastor que nos ve pasar sepa que no voy aquí, pues si me ve salir, seguro que sube a robar a mi casa, no viéndome cree que sigo en ella, y así al volver todo seguirá igual!”, y dado que la salida fue sobre las 17,00 horas -y efectivamente nos vio pasar o salir-, e íbamos a Tirajana -saliendo de un barrio de Telde, y no diré cuál- al regresar sobre las 21,00 horas vi -de lejos- cómo habían dejado las luces del patio y casa encendidas, y así lo hice notar y me dijeron: “¡es para que crean hay gente, y así no nos roben!”. Mis amigos, así vea los ojos de Dios: tal me lo contaron y pasó, se lo cuento. A esto estamos volviendo poco a poco y es que las malditas tabaibas, amargas más que retamas y los chochos, no hay quien se las coma, ni animales y menos los humanos, y sin embargo vaya por donde vaya otra cosa no hay, sino tabaibas y más tabaibas, y la leche que necesitamos es muy otra (la visita fue hecha a una vaquería al sur de la isla).
 
El Padre Báez.
 
--------------------------------------
 
NO LE FALTA RAZÓN (más que un santo):
 
 ... y el que tiene dinero que compre y pague los precios desorbitados que ponen, y el que no, a mamarla (con perdón)... que ya se encargarán estos  corruptos de seguir  jugando con los sentimientos del pueblo, poniendo imágenes de niños desnutridos, miseria y...  que seamos nosotros los que sigamos solucionando los problemas que ellos crean, sacándonos  todo lo que pueden y más.
Un abrazo Padre Báez.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario