POPURRÍ 601:
En el Año de la Fe (225): Por
supuesto, hablo de la fe de y en la Iglesia.
Mes de María.
25 de mayo.
Ella, cual rayos de sol.
Al habla el historiador (225):
Gracias a la crisis, los turistas vienen
menos...
... y a menos que van a venir.
El
Padre Báez.
Como dice el refrán...
... no hay mal que por bien no venga.
Aunque a decir verdad...
... el turismo no fue nunca un bien.
Por culpa del turismo se abandonó el campo...
... ahí comenzó a gestarse la crisis.
Ahora sin turismo, porque va a seguir
descendiendo su número...
... ¿se volverá más rápido al campo?
Eso de “rápido”, puede durar unos veinte
años...
... justo cuando ya no quede testigo alguno
del campo.
Entonces, habrá que comenzar de nuevo...
... a tener muchos fracasos, pérdidas,
ruinas.
Hasta que dentro de medio siglo o así...
... medio siglo se pueda ir normalizando la
cosa.
Tanto tiempo como el que lleva de abandono...
... costará, para volver a lo que había y
era.
Total, un siglo perdido...
... un siglo para resurgir.
Pero nada de esto calculan los políticos...
... no miran al futuro, sino a países que sí
tienen sector primario.
Y gracias a ellos, escaparemos...
... aunque sea la ruina, desgracia y muerte
de todos nosotros.
No habrá dinero para comprar...
... ni salud tan fuerte que aguante tanto
veneno.
Y todo porque ciegos tantos políticos...
... no han querido ver: la solución está(ba)
en el campo.
Y siguen ciegos, así que...
... lo de medio siglo más, para que se vuelva
a lo medio siglo atrás.
De cuanto aquí digo...
... ¡tiempo al tiempo!
Que sin ser adivino, ni profeta...
... hace treinta años vengo hablando
de la crisis, sin que nadie entonces ni la oliera. Pues ahí la tenemos, y ¡va
para rato!
Por lo pronto, aquí se andan muy ocupados...
... en asuntos del carnaval.
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“...
enmudecieron las olas del mar. Se alegraron de aquella bonanza...” (Salmo 106).
“... los rectos lo ven y se
alegran, y comprenden la misericordia del Señor...” (Antífona 3. de Vísperas).
“... una alegría divina que se
extiende a todos los días de nuestra vida presente..., aquel Sol de justicia es
fuente de toda alegría para los que lo miran...” (Del comentario de san Gregorio de Agrigento, obispo, sobre el libro
del Eclasiastés).
“... a María..., la llenaste de
alegría con la resurrección de tu Hijo...” (De las preces de Laudes).
“... que, libres de toda adversidad,
podamos alegrarnos siempre en tu alabanza...” (De la ración de Tercia).
“... mi alegría es el camino de tus
preceptos...” (Versillo de
la lectura breve de Nona).
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Cantos en el campo:
“Cantos”, eran los que se usaban en la
construcción, sobretodo de las casas, sacados de las canteras, bien fueran
blancos del color de la caliza o de picón, y hasta de piedras; pero, no me
refiero a estos cantos, sino a los de las voces, con distintos sones, oídos o
escuchados, desde lejos, que cantaba todo hombre en el campo, y por más que
distintas fueran sus faenas, se les escuchaba a l atardecer, como a cualquier
hora, y ello: arando, segando, trillando, sembrando, etc. Era, el alma y el
sentir de un pueblo, un talante, un tono y jadeo exclusivo, que se ha perdido.
Todo el mundo cantaba, y no hacía falta ningún instrumento musical que
acompañara. Por cualquier parte, se escuchaba. Los niños aprendían con el solo
escuchar a cantar. Cada chiquillo, era alumno de su propio padre, que hacía
otro tanto. Sin cantar, no se hacía nada. La letra, se improvisaba, no se
repetía, se cantaba, lo que se hacía o se sentía, sin más. También coplas que
se repetían o cantos conocidos. Bien eran folías, malagueñas y otras; hasta
canciones mejicanas, muchas, y actuales de los recientes y modernos cantantes
del momento. Era el cantar, algo consustancial con el campesino. La madre
cantaba la niño, desde el vientre y lo dormía con nanas y a rro-rrós. El canto,
era como las señas de identidad. Se cantaba romances, y se daban serenatas. Si
la que cantaba era una campesina en su casa, mientras hacía sus quehaceres, y
alguien iba de camino, se paraban para escuchar la canción. Barriendo los
patios, y caminos, también las mujeres cantaban, y en el lavadero, y en...
todas partes. Había alegría; la alegría de vivir y de trabajar. En las cogidas
de papas, y en las encamisadas de piñas de milo, se cantaba y se bailaba. El
que iba de camino, iba también cantando pero a grito en pecho; se le hacía más
corto el andar. También los puntos cubanos, con los piques (en casa mis
padres). Creo, en las montañas, los pastores y otros, se acompañaban con el
canto, y cantaban sus amores, sus preocupaciones. Era el espíritu del
campesino, hoy dormido, apagado, muerto. Cantaban también hasta los animales;
ahora el silencio da hasta miedo, sobrecoge. El canto, entonces, era la
expresión de un pueblo, un talante, una cultura. Aquello era, la pureza de una
raza.
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