POPURRÍ
591:
En el
Año de la Fe (215): Si no se integra la Fe en la vida, todo estará como vacío,
perdido, sin sentido.
Mes de María.
15 de
mayo.
Ella, por los
campos y montañas.
Al habla el historiador
(215):
Las aulas, eran lugares de
aprendizaje...
... ahora son comedores, en
el tabaibal (¿les darán leche de tabaiba?, ¿o queso hecho con leche de
tabaiba?).
El cabildo no
obedece a la Justicia, que le dice los consejeros no electos, no pueden seguir
en el enchufe...
... y el cabildo, los
mantienen enchufados, pero con un nombre distinto. Los llama:
“coordinadores”.
Las autoridades, deben dar
ejemplo...
... y no mirar hacia otro
lado. Ellos, no cumplen la ley; pero la hacen cumplir a
otros.
Ya saben (lo repito, una y
mil veces)...
... el único plan para
acabar con el paro juvenil y el de los mayores, no hay otro que el de volver al
campo (agricultura y ganadería).
Se habla de un “verano
caliente”, que vamos a tener en el gran tabaibal...
... e ingenuo uno, no sabe
de qué se trata. ¿Y usted sabe a qué se refiere? No creo se refiera a la hierba
seca, que no se comen los ganados de cabras y ovejas, vacas y burros
(¿...?).
Y usted, ¿no organiza por
su parte, con los permisos pertinentes...
... organiza un maratón?
¡Seguro que se les apuntan a correr por los campos miles y miles! Pero para ir a
segar la hierba, ¡ninguno!
¡Claro, que tampoco te
dejan segar la hierba, porque...
... les llega corriendo
detrás los del miedoambiente en rancheras y el seprona en moto, y les multan de
forma exageradísima e impagable (así que: cárcel).
Pero nada de lo que comento
aquí interesa...
... lo que interesa es el
carnaval. Sale todos los días en la prensa algo sobre el mismo; ¡todo el
año!
Menos mal, que los que
pensaban subir al Nublo, volando...
... como no vayan caminando
–como todo el mundo- se quedan sin verlo.
Y correr o subir al
Nublo, ya es una obligación, porque de lo contrario, con la
crisis...
... ya saben que crecen:
los trastornos mentales, enfermos psíquicos..., ¡las casas se están convirtiendo
en “manicomios”!
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“... el
Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres...”
(Salmo
125).
“...
sembrar tu semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con
nuestra perseverancia...” (De las preces de
Vísperas).
“... el
rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu
victoria!...” (Salmo 20).
“... tus
acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus
manos...” (Salmo 91).
“... el
gozo de creer sea alegría de servir al Señor, y su Palabra simiente en
crecimiento día a día...” (Del himno de Laudes).
“... los
justos se alegran en la presencia de Dios, rebosando de alegría...”
(Del
responsorio y versillo a la lectura breve de
Laudes).
“... tus
preceptos son mi herencia perpetua la alegría de mi corazón...”
(Salmo
118).
“...
alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; y digan siempre: Dios es
grande...” (Salmo 69).
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Al límite en el
campo:
Frente a la parsimonia,
cadencia, lentitud, aplatanamiento, cansancio, etc., del campesino en el campo,
se impone una nueva actividad en el mismo, que nada tiene que ver con el
tradicional sector primario o fuente de alimentación y de trabajo que es la
tierra, el medio o campo. Ya que se está introduciendo un nuevo concepto de lo
que es el campo: una pista de carrera, o un lugar por donde pasar corriendo.
Lamentable este cambio en lo que priva no es el cosechar o cuidar de los
animales, sino la velocidad, el jadeo, el llegar antes que otros. Y todo ello,
no libre de accidentes, y de riesgos, para la salud, en el exceso y por forzar
la máquina (el cuerpo), y como dice el refrán: “la carrera que el caballo da,
en el cuerpo se le queda”, y en vez de un lugar apacible, bucólico de
hermosas faenas campestres o rústicas, se convierte el campo en una gran pista
de deporte, donde correr, y correr, sin intención de apagar fuego, ni mucho
menos correr huyendo delante de nadie que le persiga, salvo un contrincante que
solo busca robarle unos segundos más, en el reloj, e imbécilmente decir o
pensar: “¡llegué antes que éste, y detrás de mí un montón!”. Pues lo dicho.
Vamos a redundar en el fenómeno, porque por lo pronto, es novedoso, y ya que no
se cogen papas, ni se siembra trigo (que si los que corren en una de esas, se
dedicaran en sudar sobre la tierra plantada, nada tendríamos que importar), pero
prefieren dejarlos correr, a invitarlos u obligarlos a trabajar, y así
corriendo, corriendo, como que se distrae el hambre. Que esa nueva actividad
campestre, choca frontal y directamente, con la de en otros tiempos de unos
sabios hombres, que utilizaban esas pistas -ahora para “atletas”- para el
trasiego de a pie, burros, mulas o caballos, en faenas propias del acarreo de
jaces de comida o de estiércol, también sacos de papas para la carretera más
cercana, ahora con zapatos de marca de deporte y otros complementos afines que
son un espanto para los pobres pajaritos, que asustados, han desaparecido del
ecosistema, como los azules, de los que no quedan ni uno, y nunca estuvieron,
dicho sea de paso. Total algo que no es de recibo, por el contraste que supone,
que lo que antes era lugar de siembra y de pastoreo, ahora sea campo de deporte
o pista de correr, como locos (al menos es lo que se deduce de las miles y miles
de fotos que nos muestran los chicos de la prensa, revistas y televisiones). Eso
es lo que ha deparado la clase política deportiva, para el campo. Y contra estos
depredadores, ni cabildo, ni seprona, ni miedoambiente les dice nada, y ni mucho
menos los multan como a los primeros usuarios del campo en lo que les era
propio. Bólidos humanos, que cruzan sin mirar el paisaje y que son un pretexto
para la foto artística cual si el que corre disfrutara de ese panorama o fondo.
Un engañabobos más, diciéndonos disfrutan de las bellezas y maravillas de la
naturaleza, cuando ciegos, no ven sino donde poner los pies para librarse de una
caída cierta. Kilómetros que quedan por detrás y otros por delante, cual si
tuviéramos pocas carreteras y otros lugares no hubiera por avenidas y aceras
junto al mar, que estas nuevas plantas (de los pies), crucen de sur a norte y de
cualquier otra dirección toda la isla antes llena de cultivo y animales, y ahora
de corredores, sin rumbo, sin tino, y sin razón. Se ha sustituido bolleros y
agricultores por corredores, que cruzan la isla, en absurda, infantil y ridícula
competición. Y llaman a eso deporte, cuando es un saca dinero y una trampa en la
que esta sociedad idiotizada, no se echa a correr, sino con el preceptivo
uniforme que forra a cuatro listos que viven de vestir a tantos miles de
corredores, salidos de la nada y de todas partes. Nueva disciplina, que
sustituye al campesino, pastor o patatero. Nada digamos de los rallys,
que merecen otro comentario –y que no haré, para no ponerme enfermo, en ver, en
lo que han convertido el campo, antes fuente de comida y trabajo, ahora en
coches de carrera, disputando puestos en un final de puntos y segundos, llenando
de ruido y cortando carreteras por el capricho de cuatro, que para a
cuatrocientos, y es un decir, y a los que no les faltan miradores absortos que
contemplan extasiados el ruido y cómo coge la curva y si hace o no una
levantada. Deportes que dominan campos de cultivo o siembra, y que los
sustituye. Ocio más que deporte de personas que en el campo debieran ver una
jose o una azada, antes que semejantes corriendo a pie o en autos
propios, o como público que mira, y aplaude (creo). Y sí, está claro, que
algunos se esfuerzan más de la cuenta, hasta el agotamiento, al limite. Límite y
limitado queda el campo, cuando de coles y lechugas, ha pasado a ser pista de
carrera. Triste final, el que le esperaba al campo. Se ha cambiado campesino,
por corredores; de los primeros comíamos; ahora, comen unos pocos de hacer
correr a unos muchos, a los que no les faltan admiradores y listas interminables
en los periódicos con nombres, apellidos, y tiempos, cual si a la Historia
pasaran, por fechorías tan grandes, como las de correr por donde antes se
trabajaba.
El Padre
Báez.
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