POPURRÍ 593:
En el Año de la Fe (216): la Fe te
quita el miedo.
Mes de María.
17 de mayo.
Ella, el camino a su Hijo.
Al habla el historiador (217):
¿Hambre en los barrios capitalinos?...
... pues, ¿no tienen huertos urbanos?, ¿acaso
no es suficiente además, con los huertos escolares?, ¿de qué se quejan?
El
Padre Báez.
¿O hay que echar manos del campo?...
... entonces, ¿a qué esperan?
¿Es que al campo ya solo se va a correr?...
... de paso, ¿por qué no siembran algo que dé
comida, como siempre?
Donde menos se cultiva, es...
... donde precisamente, más crece la pobreza,
¿o no?
No, no hay que esperar ayudas de alimentos...
... hay que sacarlo de la tierra, es
decir hay que plantar (¡y cuidar de los animales [no me refiero a perros y
gatos]).
Comer, no es cuestión de “dignidad vecinal”,
sino...
... cuestión de supervivencia. Está la
salud en juego, y la muerte esperando.
Pues, ¡nada!, que sigan plantando pinos, que
dan...
... pinocha,
resina, ¡y traen agua! Sí, las
presas rebosando y los barrancos corriendo de año en año, sin parar ¡no te
digo! Nos la pegaron sin queso.
Que sigan con las obras faraónicas:
carreteras, puentes, túneles, rotondas, trenes, metros, etc...
... que comeremos cemento.
Y los soldados: corriendo, haciendo
simulacros, haciendo ejercicios, maniobras, operaciones, etc., ¡jugando al
fin!...
... en lugar de ir al campo a plantar y cuidad
de las ovejas y cabras, sacándolas de los corrales.
¡Ya veremos cuadrillas simulando hacen
algo, a cargo del cabildo...
... que se gastará en ello 3 millones de €,
durante 6 meses (hablando por teléfono, fumando, charlando entre ellos,
desayunando, haciendo que hacen, recogiendo para volver al día siguiente, y al
final, ¡ni un saco de papas plantado!
¡Seguro que señoras de cerca de 60
años, con 120 kilos de peso, irán a arrancar hierbitas por donde yo me sé...
... en lugar de contratar a sus hijos o nietos,
que encima quedan sin quien les hagan la comida. Pero..., ¡campaña y votos al
bolsillo!
Llenarán las orillas de las carreteras
con bolsas blancas con un fondito de algo...
... y las dejarán 3 meses a la vista del
pueblo, para que las vean bien.
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“... me alegré mucho al enterarme de
que tus hijos caminan en la verdad, según el mandamiento que el Padre nos
dio..., espero ir a visitaros y hablar cara a cara, para que nuestra alegría
sea completa...” (De la
segunda carta del apóstol san Juan).
“... hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados..., devuélveme la alegría de tu
salvación...” (Salmo 50).
“... aclama al Señor, tierra, servid
al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores...” (Salmo 99).
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Último
eslabón en el campo:
Desde que se
inició, en los albores de la humanidad la agricultura, una generación, les fue
pasando a la siguiente, los conocimientos, experiencias, ciencia y sabiduría de
la cultura del campo, y ello, hasta hace algunos años, en los que los
agricultores llenaban el campo con sus presencias y quehaceres propios, en los
que los hijos aprendían de los padres y estos de los suyos o abuelos, y así
hacia atrás hasta el origen del comienzo de tanta recopilación y transmisión
o/y tradición. Pero, pasa al presente, que no se ve como los últimos años, o
años precedentes a agricultores por los pueblos, aldeas, barrios, cañadas,
tesos, llanuras, montañas, etc., es decir, por cualquier lado que uno se
virara, siempre veía a alguien en las faenas propias del cultivo. Sin embargo,
ver hoy a un agricultor, casi hay que buscarlo con una lupa. Y es el caso, que
dentro de poco -y esto suena a premonición, adivinación, profecía o lo que
quieran- dentro de poco solo comerán los que se hagan a la tierra y sepan
sacarle algún producto o comida que echarse a la boca; y hasta el presente con
más o menos dificultad, con los últimos testigos del arte de cultivar, algo se
podría hacer al respecto, pero, están desapareciendo los últimos campesinos, y
desapareciendo éstos, los que vienen detrás, pisándonos los talones, se van a
morir de hambre, por ser incapaces de sacarle a la tierra ni un bocado. Viene
llegando la últimísima generación que pregunta si los gallos ponen huevos, si
los toros dan leche, si una oveja con cuernos en una oveja macho, y cosas por
un estilo; encima se les enseña a pasear en arrastres de vacas y sacan fotos
asombrados a una vaca que caga (asombrados de ver una bosta), y digamos lo
mismo si se trata de un burro o caballo. Es decir, con estos que nos van a
suceder, no será posible plantar un saco de papas, ni una orilla de coles,
porque perdida la ultima página del libro, que son los ancianos, no tendrán
fuente de información, ni quien sepa enseñarles a hacer un surco, y ni mucho
menos ordeñar una cabra, que la ganadería es otra. Y a tal fin, para prevenir
la desaparición del oficio más viejo del mundo (la agricultura), el cabildo se
empeña en dar cursos de tres horas en su granjita, de todo y de nada, cuando lo
que se debe hacer es poner junto a cada anciano -últimos testigos de una
sabiduría muchas veces milenaria- un grupo de muchachos, capaces de tomar el
relevo, y seguir como siempre se ha hecho. Pero, llegados a este punto, nos
encontramos siempre con la misma, y es que mientras el cabildo –que debe
desaparecer- no desaparezca al miedoambiente y al seprona del campo, nada se
podrá conservar ni mantener, porque nada te dejan hacer. Píénsese que a un
anciano, se le prohíba coger retamas para el estiércol de sus animales, y es lo
que debe enseñar; que a un anciano, se le prohíba segar la hierba –y tenga que
comprarla a cataluña, por tener protegida la nuestra, que alcanza por partes
hasta los dos metros de altura; o que a un anciano, se le prohíba limpiar
acequias y caminos, porque entonces, sí que se le cae el pelo al pobre anciano;
que un anciano, no pueda levantar una piedra de una pared caída, y ni mucho
meno se le permita quemar los rastrojos, que son –la ceniza- abono, para la
tierra. Más que difícil, se lo ponen imposible, para que la tradición que se
pierde en la noche de los tiempos perdure. En resumen, se mueren los ancianos,
y se llevarán a la tumba toda su ciencia de la agricultura, sin que haya quien
recoja esa tradición y poder seguir, como siempre. Luego, pasado algún tiempo,
cuando se vuelva al campo, se tendrá que comenzar de cero, sin saber cuándo,
cómo y dónde plantar esto o lo otro, ni qué datos y detalles hay que tener en cuenta
según la tradición y experiencia, que es ciencia y cultura. Partir del
desconocimiento y descubrirlo, cuando ya no hay quien sepa orientar, enseñar o
ayudar, va a ser algo que va a ser irremediable. Y ello, por la negligencia y
apatía, indiferencia y falta de mirada de o al futuro de una clase política
burócrata y capitalina, que no ha pisado el campo, y ni lo dejan pisar, porque prefieren soltar a 300 bomberos
previsores de incendios durante ocho meses, repartidos por la isla
grantabaibera, antes que soltar cabras y ovejas, con sus pastores a los que se
les prohíbe pastar o pastorear, porque dicen –ingenuos y absurdamente- se comen
los pinos (cuando jamás una cabra mordió un pino, pues sería su muerte, ya que
es puro veneno y las reventaría), y controlar la desaparición de la hierba seca
que es la que con malezas incluidas, son el alimento del fuego o incendios. Y
es que es triste, tanto saber se
pierda, y luego -ya lo hacen- lo quieran recuperar, saltándose este último
eslabón, de una cadena que viene desde el principio del mundo, muy enriquecida,
por tantas generaciones precedentes, que desapareciendo ellos, desaparece
cuanto saben, y nos quedemos sin saber plantar una papa; pues, también en ello
hay un arte, y del mismo depende la cosecha.
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