De nuestra exuberante flora, cada
vez menos.
Y ello a pesar de tanta protección y tanto miedo ambiente, que hace o consigue que nadie toque una retama, menos un verol o un escobón. Pues, que no dan una. No se han dado cuenta, que si tenemos esa gran cantidad de endemismos y de plantas propias, o autóctonas, ello ha sido gracias al ganado que copaban y llenaban, hasta rebosar nuestros antes cultivados campos, y que antes bien acabar con al flora, esta es abundantísima y variada. Cosa que, ahora con el miedo o medio ambiente prohibiendo toda actividad agrícola y ganadera –dicen que para preservar la flora- están consiguiendo justo lo contrario, porque el agente expansionador y multiplicador de la flora era precisamente el ganado, que la podaba, la limpiaba y la trasplantaba, llevando el polen en el pelo y en las cagarrutas las semillas, que al depositarlas en la tierra, y viniendo las lluvias o la simple relentá, ya crecía al tener el abono preciso junto a ella (la semilla [la cagarruta en cuestión]). Pues proceso milenarios, tanto tiempo el tiempo que tiene en siglos y eras, es algo que estos soquetes del kabildo no han descubierto y que cualquier patán del campo, lo sabe desde niño.
Pues, desaparecerá nuestra rica, abundante y variada flora, a pesar de tener sobre ella puesto los ojos científicos del mundo entero (biólogos, naturalistas, botánicos, etc.), y cómo antes de que existieran las cámaras de fotos, hacían ilustraciones, que han pasado a libros, que son reliquias del pasado, como las mismas plantas, que con sus rarezas, fueron así salidas de las manos del Creador, que en este jardín que eran las islas entonces llamadas canarias (ahora “tabaibales”), y con Jardín Botánico y todo, peligran en su existencia, y muchas se han borrado o han desaparecido y cada vez nos quedan menos, gracias a una política absurda y equivocada, por no dejarse guiar de los sabios del campo, sino de un razonar equivocado, que confunde estas plantas extrañas, hasta con la rama de papas, a las que han pretendido no se las corten para extraer los tubérculos, o sencillamente segar las ramas, para coger las papas, como ha sucedido en más de una ocasión, estando confirmados la veracidad y variedad de lo dicho, que más parece cuentos y mentiras maliciosas, pero que ha sido y sigue siendo verdad y un triste y lamentable hecho.
Que catálogos, que recogen estas distintas y únicas plantas, exclusivamente nuestras, llamadas endémicas del lugar, y siendo éste el sitio con mayor número de ellas, estén en peligro y la comunidad internacional, no diga a estos impresentables que mal nos gobiernan, dejen desarrollar toda actividad en el campo, como siempre se ha hecho, precisamente para asegurar la permanencia de dichos ejemplares, es algo que extraña grandemente, pues tenemos una flora que retrocede y desaparece, ante el silencio mundial de lo que es patrimonio universal y derecho y deber nuestro proteger, para el disfrute de los que tengan por los distintos medios acceso a esas plantas o flora tan singular como peculiar y expectacular: la mejor y mayor de mundo, dado el clima y la tierra que tenemos, y poder mantenerlas y pasarlas a la posteridad.
De investigar la flora, se daría a hallazgos, como a los que un servidor ha encontrado, hallando nuevas especies de siemprevivas en Amurga y en Mogán, sin que catalogación alguna se haya hecho cargo del tema. Otras pudieran dar lugar a nuevos y desconocidos hallazgos, que enriquecerían el ya de por sí ya gran número de especies, estando pendientes de clasificar y describir todo lo desconocido que aún tenemos.
Suelten, pues las cabras, y permita el kabildo con su miedo ambiente la vuelta de la ganadería libre, para preservar y conservar la flora propia. Y por su parte la agricultura, es el complemento para dicha tarea, antes ser un peligro, como creen estos burros, que con métodos equivocados y depredadores, están acabando con lo mucho y bueno que teníamos, de lo que cada vez nos queda o tenemos menos. Donde antes había hasta veinte y más especies distintas, ahora solo quedan tres: retamas, escobones y tabaibas, y de éstas, la isla llena, sin más.
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