Una jornada en El Juncal de Tejeda:
Ayer Domingo, 14 de octubre, a las 8,00 ya salíamos hacia esa meta antes señalada; pero, aprovechando el viaje, y haciendo tiempo, bajamos a Telde desde Lomo Magullo, dos guaguas con feligreses, que íbamos a tener una muy bonita experiencia.
La ruta a seguir fue pasar por la Carretera de los Cuchillo, para llegarnos hasta la Fortaleza de Ansite, donde leímos algunas páginas de sendos libros, que explicaban lo allí sucedido el 29 de abril de 1483, y cuánto encierra arqueológicamente el lugar, divisando de lejos a un pastor con sus cabras, que los vecinos de La Sorrueda quieren echar del lugar.
Paramos en Santa Lucía, para comprar pan y algunas chucherías, y tuvimos tiempo para rezar ante la patrona de la vista y saludar al párroco, que lo fue anteriormente también de Lomo Magullo.
Seguimos la ruta contemplando paisajes de singular belleza, percatándonos de hitos, lugares, anécdota, topónimos y la desgracia de las retamas y tabaibas, junto con los pinos que ocultan tiempos de agricultura, pastoreo y economía.
A las 12,00 en punto, teniendo en cuanta “la puntualidad es la flor de la caridad”, llegábamos al bellísimo y tranquilo pago de Tejeda El Juncal), donde tuvimos media hora para preparar la liturgia eucarística, después de los saludos pertinentes y toma de posición del lugar, con fondos y perfiles de película, pero sobretodo con la hospitalidad y acogida por parte de los juncaleros.
Nos acompañaría en el Santa Misa, posterior procesión y comida, el señor alcalde; conocíamos a la hermana del popularísimo Ambrosio Jiménez vecina del lugar; hablábamos de la excepcional Doña Rufina, catedrática y primera chofer femenina, también hija del sitio y dueña de gran parte de aquellos barrancos y laderas, en otro tiempo llenas de almendros, olivos, naranjos, etc., y ahora por mor del cabildo, todo lleno de pinos. Allí cerca: Ronda, Tagüi, El Sándara...
Acabada la encantadora y entrañable procesión con las imágenes de los santos (Santa Teresita del Niño Jesús y San Martín de Porres), pasaríamos a un enorme y grandísimo salón, donde dos larguísimas hileras de sillas, daban asiento a las mesas que se iba progresivamente llenando de los entremeses (aceitunas, queso, pan, cervezas, refrescos, que darían paso al sancocho tal, que no le faltaba de nada (mojo, papas, batatas, pescado, pella, ensalada, etc.), y por no faltar, no faltaron ni el café y tampoco los pasteles, con el postre de los mejores plátanos.
Tal suculento almuerzo, hizo que el que llevábamos, quedara para la merienda y de vuelta a casa, porque la comida la pusieron generosa y abundantemente los anfitriones, en la persona de su presidente Don José Huertas, y equipo de colaboradores, que se desvivían en atendernos con las mejores delicadezas. Pero...
... no iba a terminar todo ahí, que nos aguardaba unos bailes con la mejor música en vivo, y desde los mayores (92 años), y sin librarse nadie, todo el mundo movió el esqueleto, de forma alegre y divertida, fraguando así una fraternidad, que quedó reflejada en el hermanamiento al final de la procesión y entrega de un cuadro de la Virgen de las Nieves, que quedó como testigo del acto.
Con pena, llegadas las 17,00 horas, tuvimos que partir y regresar pasando antes por Tejeda, para saludar a Nuestra Señora del Socorro, y al Bentayga; ya después en un lento ascender, llegaríamos –sin parar- a la Cruz de Tejeda y de San Mateo, para encaminarnos hacia Los Pechos –pero sin llegar a ellos- y emprender el descenso observando, cómo los pinos eliminan a viejos y casi centenarios castaños y nogales, secándolos, entre enormes retamales de intrincada e impenetrable intento, rompiendo caminos, senderos, cercados, etc.
Ya dejando atrás Cazadores, y antes de La Breña (en la piconera), merendábamos con las mejores aceitunas de Tecén, tunos del lugar y desde allí partiríamos, con la “mochila” llena de experiencias tan positivas y alegres, que nos hacen pensar en la siguiente excursión, y dado el resultado en unión e integración no será más allá de un mes, previsiblemente.
Mucho se me queda atrás por contar, y seguro no he expresado lo mejor; simplemente hago crónica breve y superficial de algo que es dificilísimo contar, porque o se vive, o no se alcanza a entender, por más que uno se esfuerce en contarlo. Es, algo intransferible.
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