El trabajo en el campo:
En el campo, hay precisamente eso: trabajo.
Desde que el mundo es mundo, se ha trabajado y se trabaja en el campo, se trabaja el campo. Él, es la fuente de la comida. Si no se trabaja, esa fuente se seca, y el hambre te acecha.
El campo, sigue siendo la mejor escuela.
Si se explota el campo, hay riqueza, hay comida y trabajo; imposible haya paro y hambre. Si se sembrara cereales, tendríamos la comida segura, tanto para personas, como para animales.
Tenemos que recupera agricultura y ganadería. Las vacas, no pueden desaparecer del campo, ni los cultivos; cabras y ovejas, en rebaños o ganados.
Ya no se ve un solo pajar, cuando en años atrás (50-60), se guardaba hasta en las casas, donde se dormía y vivía. Era, la comida de invierno de los animales.
Por supuesto, es una vida sacrificada, de pocas comodidades, pero es vida plena, feliz, con comida.
El trabajo, es divino (Dios es trabajador-creador); Jesús, trabajó y fue conocido como “el hijo del artesano”.
El trabajo del campo, une a la familia y las implica a toda ella en la misma función y tareas diversas y complementarias, que requieren muchas manos y todas, en ocasiones puntuales.
Hay para todos y todo. Mirando al cielo, para ver cuándo va a llover, se vuelven hasta religiosos, pidiendo a Dios buen tiempo, y si agua: “¡el Señor la mande con piedad y misericordia!”
Los niños, hasta aprenden las faenas sin darse cuenta: imitan, copian, remedan, ven, observan y hacen. Nacen en ello.
Es, hacer lo que siempre se ha hecho, y se debe seguir haciendo. Al tiempo, que se es de todo: albañil, carpintero, mecánico...
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