Detrás de
las retamas.
También válido para los pinos, les ruego a mis amigos (salió un pareado), hay paredes mil. Lo cual significa, que esos terrenos previamente o antes escalonados, formando bocados o cercados, por más que inclinados (otro pareado), hay paredes, que nivelaban el terreno, para plantar en ellos granos, sementera, árboles frutales, etc., pero jamás el que las hizo -¡y hay que ver qué piedras, sin contar para ello entonces con tractores que las movieran!-, los que las hicieron –repito- jamás pensaron, les iban a dar otro uso, pasando el tiempo, y tanto, que si resucitaran y vieran cómo lo que con tanto sudor, lágrimas y sangre, con frío y calor, hicieron, lo han convertido en un pinar estéril y en un retamal, amargo como la hiel, se volverían a morir del susto y del disgusto (tercer pareado). Y es, que esas paredes, claman al cielo, piden justicia y se las devuelva al uso primero, y les quiten esas malditas retamas, y esos malditos pinos. Que ni unas, ni otros, dan comida, y los que trabajaron esas tierras, no pensaron en ese vil y criminal tratamiento, que dan a tierras fértiles en otros tiempos y ahora esterilizadas y sin dar nada, salvo pena y rabia.
Invito, pues, a cualquiera que se haga o alongue a la cumbre o campo, que mire y remire, para que adivine y vea, cómo detrás, debajo, en el fondo, arriba y abajo, en torno a esas dichosas retamas (y lo mismo pasa con los pinos desgraciados), que está todo lleno de cercados o cadenas, que fueron hechos con miles de sacrificios y trabajos, para obtener de ellos la comida tanto para animales, como para las personas, o desde los animales, para las personas; ahora, ni para unos, ni para nosotros. Obsérvese cuanto digo, a ver si hay justificación alguna, para que con el mayor de los desprecios al trabajo de nuestros antepasados, lo que dejaron para el cultivo, lo hayan esterilizado y envenenado, con retamas (y pinos). Todo eso, debe ser limpiado de esa maleza o basura, que de prenderse fuego es la mejor conductora del mismo, y que en otro tiempo para cama del ganado, se convertía en el mejor de los estiércoles, pero que al presente, esas mismas retamas, convertidas en auténticos castañero, por su tamaño -pero sin fruto-, se han entroncado de tal manera y se han entrecruzado y tupido el paso, que se ha cargado caminos, veredas, senderos, cercados, llanuras, lomas, laderas, etc., ocultando tras ellas, esas obras de verdadera arquitectura tradicional tabaibera, donde: estanques, acequias, alpendres, casas, cuevas, eras, corrales, goros, etc., etc., ocultándolo todo bajo ese feo pardo grisáceo, y negro de troncos retorcidos e impenetrables, que arañan y son una verdadera plaga, y que no mandan arrancar como lo hicieron con el fructífero y retrato divino que es el almendro.
Escalonada está la isla, bajo esos retamales protegidos, en lugar de proteger esos cercados, o cadenas (bocados los llaman en espakistania), que de volver a su uso primero, no tendríamos que importar nada, teniendo como tenemos el mejor clima del mundo, pero que la retama, y su novio, pareja o esposo el pino, no deja crecer nada al chuparse toda el agua, y secar y resecar la tierra, como se seca el que se cobije a la sombra de ambos (retamos y pinos), por ser asfixiante y sofocante el olor que desprende, con polvo que enferma e infesta. Pero, otras consideraciones aparte, solo quiero, que el lector sea testigo de lo que digo: tras ese manto verde oscuro del maldito retamal (igual que el pinar), se esconde la vida y los sudores de aquellos hombres, que siglos atrás, cambiaron la orografía de este terreno, para hacerlo fructífero, y estos desgraciados del cabildo, lo han vuelto a su primerísimo estado, cuando nada producía por falta de adecentamiento, con paredes, con rellenos, con arrastres, con traídas de piedras y tierras, rodando y con bestias, para que ahora luzca, todo lleno de algo que no da nada, y encima lo tienen todo protegido, y como te equivoques y toques una de esas -muchas veces millonarias en número- retamas, te puede caer multas, para caérsete el pelo.
No, no está bien que se haya cambiado el uso del terreno fértil y productivo, en terreno estéril y envenenado. Vean, a riesgo de resultar pesado, cómo tras las retamas, hacia dentro, en su interior –como sucede con los pinos- todo está lleno de terrenos que en otros tiempos se cultivaban y a tal fin los prepararon. No, para pinos y retamas.
El Padre Báez
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