El gran tabaibal
y la crisis.
El tabaibal tuvo la desgracia de incorporarse a la Unión de Europa, que nos tragó y marginó a la ultraperifericidad, haciéndonos creer, íbamos a ser iguales y aumentar nuestras economías. Y HA OCURRRIDO JUSTO, TODO LO CONTRARIO.
Llegó la crisis, y nuestros gozos en un pozo. Somos la cola, y los de peor o menos igualdad. Y tanto hemos regresado, que estamos como en los años cuarenta después de la guerra fraticida entre espakistaníes. Y, ha aumentado tanto el paro, que ya nadie nos gana, porque vamos en cabeza.
Pero, la cosa no acaba ahí, sino que nos seguirán apretando, hasta exprimirnos y hacernos reventar. Al tiempo, que unos pocos, cada vez son más, y más ricos. A la par que la Iglesia, no da abasto en atender en todas sus Cáritas parroquiales a los cada vez más pobres, y por tanto necesitados de comida. Pues, crecen los pobres, como hierba (la misma que el kabildo a través de su miedo ambiente, prohíbe cabra alguna se la coma, porque darían leche, se harían queso, y cambiaría las cosas, y hay intereses cabildicios en importaciones de cuanto entra de fuera, que les deja –a ellos- muchos dineros).
El Banco por su parte, se queda con casas e hipotecas; y lo peor, que el kabildo y el gobierno, no permite nadie se hagan al campo (lo tienen todo protegido, y nada se puede tocar, ni hacer en él, salvo multas desorbitadas e irracionales). Están devastando el campo y nuestra vida corre grave riesgo y peligros.
Consecuencia de lo anterior, son los homicidios, los suicidios, las enfermedades mentales, la manía de estudiar para salir o para nada, la inseguridad, los miedos (aparte de los del miedo ambiente, que son terroríficos y han llevado a algunos a quitarse la vida), salir fuera, la gordura, etc., etc. Ya sin vida social; ya sin principios, ni valores, ni ética; pero, en contra, nos han puesto áreas comerciales extranjeras (que se llevan nuestro cada vez menos dineros) y gigantescas por todas partes, incitándonos como tentación imposible de caer en ellas, por la imposibilidad de poder comprar, con sueldos o ayudas miserables.
Todo se centra -sin poder-, en el consumir, sin producir absolutamente nada.
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