Antes, teníamos la central lechera aquí; ahora, la tenemos en Asturias. ¿Acaso aquella naturaleza, es mejor que la nuestra?, ¿podrá ser acaso, mejor aquella leche que ésta? Porque que uno recuerde, aquellos prados de hierba dura e igual, sin flores, ni variantes, es mucho más pobre que la variada flora y tierna y abundante hierba de aquí. A no ser que allá, en aquellas montañas del norte de espakistania, por tanto asturianas, no se vea un solo pino en todos aquellos montes, salvo a las orillas de la mar, donde precisamente no hay vacas, mientras que aquí, toda vista de paisaje alguno, te lo tapa ese manto verde de pinares -dicen-, que para que se pose en ellos, sin pisar el suelo, de rama en rama, de una parte a otra de la isla el pinzón azul que aunque no existe -¡y nadie lo ha visto jamás, como a Dios!-, creen que da más leche que las cabras. Leche asturiana, contra toda enfermedad, sin darse cuenta,que precisamente por ser leche de fuera, es la que nos enferma y mata, ya que nuestra constitución física, no está tomada de aquella tierra y barro, sino del de aquí, y por tanto la leche y lo que comamos, si es de aquí, nos complementa y completa, y no hay rechazo; a la par, que lo que nos viene de fuera, choca y es rechazado, causándonos enfermedades y muertes. Pero, a pesar de ello, plantamos pinos en lugar de dejar el terreno libre para que las cabras pasten y nos den la leche, que en su defecto, nos la traen de Asturias (algo así como si los asturianos, bebieran y tomaran leche tabaibera o de aquí (¡que por supuesto, la tirarían porque la rechazan, porque les hace daño, no es de su misma constitución física que ellos, y los enferman, como a nosotros la de ellos!, pero aquí, la tomamos. ¡esa es la diferencia! Es la peor carga y lo más pesado para el estómago, porque no es de aquí, que es (la de ellos, para ellos) una leche buenísima, la mejor e insuperable, para ellos los asturianos, pero los tabaiberos, necesitamos leche tabaibera (¡ojo!: no digo leche de tabaiba), sino leche de aquí, donde la única leche que se ordeña, es la de tabaiaba, pero curiosamente, es una leche ésta, que si no es ordeñada de las cabras, no sirve para nada, salvo para dejar ciego a cualquiera que tenga la desgracia de rozarse por ella. Y que es natural, la asturiana -u otra- es una mentira como una catedral, porque si viene en plástico, en cartón o bidón, y lleva así, ¡Dios sabe cuánto!, y para que llegue y dure, le tienen que meter química por un tubo, es decir llega desnaturalizada, y repito: nos enferma. La única leche buena, sería la de nuestros rebaños (¡si so tuviéramos!), bien sea de camellas o burras, pero no habría que saltarse la cadena, y como siempre, que sea de los tres sabores -en o fuera del queso-: de cabra, de oveja, o/y de vaca. Pero de aquí, de nuestras hierbas, que convertidas en pasto, los incendios por no comerlas las cabras, ovejas y vacas, se la va a comer el fuego, dando éste cenizas, que aunque abonan la tierra, es más eficaz, el abono natural de cagarrutas y bostas, que no el negro grisáceo de lo quemado. Pero, como dice la canción aquella: “¡no se quieren enterar...! No se quieren enterar, cada tierra debe producir la leche que consume, y así con todo lo demás que se suba o lleve a la mesa y estómago. ¡Que para algo tenemos el mejor clima del mundo, y la mejor tierra del mundo! No para tenerla parada, en barbecho, sin producir, llena de pinos y tabaibas, escobones y zarzas, cañas y pitas, que se está volviendo la isla una selva, cuando todo eso era comida de machos, caneros y becerros (bueyes o toros [por decirlo en macho, al menos una vez, por aquello de la paridad]), que ya es hora de ver parir borreguitos, cabritos, y terneros o chotos (como dicen en espakistania), que si así fuera, hasta carne tendríamos, sin necesidad de comprar nada de fuera, que además de matarnos nos arruina. ¡Bien aprendiéramos de Madeiras!, que en las mismas condiciones que nosotros, a nivel de clima y tierra, ellos, no compran absolutamente nada de lo que comen.
El Padre Báez, defendiendo la ganadería y la agricultura de estas islas, y no las de continentes extraños y lejanos, que por otra parte, ni abemos la mierda y veneno que le echan (digo “mierda”, pensando en abonos o/y estiércol).
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