(924) APRENDICES DE ARQUEÓLOGOS

Después de cruzar la isla, hacer alguna ruta, un pateo o senderismo, es fácil que en contacto con ese museo sin puertas que es la isla, abierto para el que tenga ojos de observador, los hay que van más allá de a donde les lleva el camino o la meta, ya que se adentran en el ayer, desde las pistas o restos que se encuentra.

Faltan ¡eso sí!, acompañantes, cicerones, monitores, profesores o guías, que expliquen a falta de carteles. Pues, no se trata de sustituir, ni mucho menos de excavar o meterse en faena, que para tal cometido hace falta profesionalidad, y no es suficiente con ser aficionado.

Van equipados los que caminan, de sendas máquinas fotográficas, que suplen con crece cualquier dibujo, y que acompañados de bloc y bolígrafo, seguro que no faltan datos y observaciones que anotar o tomar, cuando no el disco duro de nuestra retina, que lo guarda todo en el cerebro.

Es apasionante, descubrir esas huellas, siendo pateador de nuestros antepasados, que por ahí pasaron, estuvieron y nos dejaron esos restos, que con asombro y admiración contemplamos. Contemplar sí, desenterrar absolutamente algo, no; el caminar y el sudar -y más en verano- es un placer, cuando el viaje se hace además en el tiempo, hacia atrás, aunque se avance físicamente hacia adelante.

Esto despertará hambre de saber más y se habrá dado el primer paso, y ello gracias a un paseo fortuito, que te pone en contacto, con lo más apasionante que te pueda mostrar la tierra: nuestra propia Historia, en ella escrita. Lector pues, de renglones perdidos, que unidos a otros, forman páginas de nuestra vida.

Luego, se saltará a más, porque la arqueología es como una droga (¡de las buenas!)...

El padre Báez, que aprovecha estos días de vacaciones, para animar a los veraneantes, que más allá de la costa, y mar afuera, hay muchas lapas, huesos, cerámica, cuevas, poblados, grabados, etc., que valen la pena conocer e iniciarse en la apasionante historia de nuestra Historia. ¿Les acompaño?, ¿me acompañan? ¡Vamos!