A ver si me salen la cuentas. Va de matemáticas, usted; pero de las más sencillas. Se trata de lo siguiente: el problema es que hay 20 premios para repartir entre los queseros (exactamente son 24 premios, pero -para redondear-, digamos que 20, aunque como acabamos de ver son más). Sigo, pues: se presentan 40 queseros (pues esto quiere decir que uno sí y el otro no, van a ser premiados la mitad [o esto es así o es que uno es tonto o ha perdido el tino]). Y si encima tenemos que cada quesero presenta 4 quesos, 1 de cada cuatro va a ser premiado, con lo que la mitad se llevan los premios, ¡bueno más de la mitad! Con lo cual los enfrentan entre buenos y malos queseros, y las envidias se los van a comer o llevan a matarse. Y ello, por una política de premiar a la mitad sí, y a la mitad no. Piénsese, que entre 200 corredores, o 200 ciclistas, o 200 lo que sean, al final se premia a la mitad, es decir a 100. De entrada como que el premio queda devaluado. Podemos decir en todos los casos que se premia por participar, no por ser el mejor, porque si así fuera, se premiaría con los clásicos tres primeros puestos: 1º, 2º y 3º, pero así, me da igual premio que no premio, pues si la mitad –¡más de la mitad, están premiados, ¿cual es el mejor?
De entrada, me parece es una tomadura de pelo; porque ¿en qué otros casos se dan semejantes número de premiados, entre los que concursa, que entre ellos ya se sabe que tu sí y yo no vamos a ser premiados, o lo que es lo mismo, que más del 50 % son premiados? Pues si esto es así, ni vale ya la pena concursar; o de paso, que los premien a todos, porque esa cantidad de matices, es de pura idiotez, porque ya no se premia el queso, ni al quesero que lo hizo, sino se premia: el aspecto, el corte, el olor, el aroma (sin probarlo), textura, persistencia, y ahora vaya usted a un pastor y dígale su queso tiene premio por la persistencia, y el otro fue premiado por la textura de su queso, y el otro -sin prebarlo (como decía mi padre)-, tiene premio por la presencia, o por el acabado, o ¡vaya usted a saber, si hasta por los agujeros!
Es una pasada, por no decir una payasada. Pero, es que no acaba ahí las diferencias en categorías y premios, que lo puede ser por: pasteurizado, por curado, por semi-curado, por leche cruda, por leche mezclada, por tierno, por curado, por semi-curado, por cuajo, por polvos, por flor, por semi-flor, por... leche macho (como el de Vigaroe), por leche cortada, por leche de pienso, por leche de p´fuera, por leche de polvo, por leche de hierba (¡casi imposible, o desierto!), por mala leche, por leche cacharro, por leche ácida, por leche requemada, por leche con arroz, por leche con café, por leche-leche, por leche de perra, por leche de camella, por leche burra, por leche cabra, por leche de oveja, por leche de vacas, por leche de conejas, por leche de gatas, por leche condensada, por leche de tetrabrik, por leche asturiana, por leche francesa, por leche irlandesa, por leche..., por leche...
¡Ya está bien se rían del pobre pastor! Que su profesión es casi sagrada: “¡Dios es mi pastor!”, Jesús dijo de sí mismo, Él, era el buen pastor, pastor es el Papa, lo es el Obispo (u Obispos), cada párroco de su feligresía, pastores fueron: Caín, Abraham, Moisés, Jacob, Isaac, Ismael, el Rey David, Amós..., ¡y tantos y tantos!, pero pastores-pastores, los que descendientes de los guanches, andan todavía en trashumancia, con garrote y manta (¡ya casi dos o tres!), que a los otros les obligan a tener encerrado el rebaño, y ahora toca darles premios por chorradas, en lugar de por machorras. Primero les dan palos de desaparición, y ahora a todo el que aparezca con cuatro quesos, uno de los tres quesos va a ser premiado, con lo que todos van a salir con el premio debajo del brazo, y si copa, ¡a oxidarse en la humedad de sus pobres cuevas, llenas de chatarras, porque han sido premiados por lo más absurdo (textura, olor, presentación...), pero ¿y qué decir del sabor?, ¿eso no se premia? Pues, ¡sobran los premios! ¿O son premiados los catadores que se forran a comer gratis? ¡Eh...!
¡A canallas, cómo se ríen y aprovechan de una profesión, que merece respeto y protección y no tanto premio por nada! ¿A quién quieren engañar, con estas pantomimas? Y los pobres pastores, han caído bajo; han entrado por el aro del premio y el único premio a dar a los pastores es que no les exijan tanta pulcritud, ¡que Manola hacía dos quesos al mismo tiempo: uno con las manos y otro con el culo (las nalgas)!, ¡y era el más cotizado y buscado!, además, ¡llevaba bien clara la raja de la marca! Pero, conste que de cuanta clasificación de queso se dijo más arriba, hay que multiplicarlos por la diversidad de animales según sean quesos de cabras, ovejas vacas u otras. ¡Y eso, eso es una tomadura de pelo! Y para más inri, resulta que los probadores de queso para dar el premio son tantos como premios o premiados, es decir: 20. Que si llevan pan, ya han almorzado y cenado y hasta han desayunado para el día siguiente, o mueren reventados, como cochinos, sudando grasa. Porque a mí, que me lo expliquen: ¿hay mejor catador de queso que el que lo hace?, ¿o es que el experto es el que lo come?, ¿y en qué universidad dan este título de catador de queso? ¡Ah babiecas...!
Los catadores son de la administración pública; a ver si uno solo (de los quesos) huele a hierba, ¿o se la reservan a los incendios?, ¿no les huele a pienso todos iguales los quesos?, ¿juegan a engañarnos y a engañar a los pobres y sufridos pastores? Cada catador se jinca 20 tiras de queso, y al final, ¡los distingue perfectamente!, ¿a mí con ese cuento?, ¡anda, anda...! Con decirles mis amigos, ahora los más premiados no son los de hierba, sino los de flor. Así que las cabras, ¡comiendo flores por los jardines!, ¿ustedes no las han visto? Pues sobre los catadores, que encima hay que tenerles pena, y se les trata de “pobres sufridores”, ¿será por la hartada de queso que se pegan?, ¿y no los aborrecen de por vida después?, ¡no te digo! Para un servidor, el mejor queso, es que se hacía forrando la leche después de ordeñada, y cuajada después, cortada, ¡manos pá que te quiero!: apretando y apretando..., dándole vuelta, y echándole un poco de sal, ¡y al cañizo!, y ello, sin tanta cofia, guantes, plata, mármoles, etc., que más parecen quirófanos, que lugar para el queso, que antes en cueva, o al aire libre y limpio, cogiendo el sol de la tierra, y la ronda de las moscas...
El Padre Báez, que sobre el queso, insisto: como el de Mary Pino en Cazadores, no creo haya otro (¡y no ceo se presente a concurso alguno!).
No hay comentarios:
Publicar un comentario