miércoles, 6 de julio de 2011

(298): EQUIPOS ARQUEOLÓGICOS

  

    Allá donde quiera que haya alguna actividad arqueológica, tras algún yacimiento, debiera haber como mínimo un equipo de aficionados a la arqueología, y que vayan tomando nota y se vayan entusiasmando con lo que va apareciendo, a la par, que se le vaya pegando el gusanillo -como se suele decir- y no falten quienes continúen y estudien esta materia, sumando a la misma la Historia, la misma que nos va deparar sorpresas al tiempo que fortalecerá nuestra identidad.

    Nada mejor apara un verano aburrido, que estar con unos profesionales, que pueden iniciarse y ser ayudados en sus tareas de escarbar tierra y barrer restos. Seguro estoy que una campaña de cara a captar voluntarios, les darían el gran problema de no saber qué hacer con tantos como los que se iban a presentarse, deseosos de indagar y aventurarse en el pasado.
 
    Pena da, ver o saber de dos pobres arqueólogos como lagartos pegados a la tierra a cámara lenta, sin avance sino el de las horas y los días, sin quien les alcance una escobilla o pincel o les traslade un cubo de tierra, cuando tendrían a tantos, que hasta les estorbarían, y más parecen bunker cerrados a cal y canto, con verjas y hasta seguritas, en lugar de ser espacios de trabajos de verano, abiertos a la ciudadanía, pues en ellos se les van las señas que nos distinguen y hacen únicos.
 
    ¿Acaso habrían mejores vacaciones, en las que mutuamente se beneficien y lo pasen bien: unos ayudando y otros ayudados? La paga será para unos la satisfacción y las lecciones aprendidas, para los otros, el poder extender a más lo que saben. Esto haría, que la población tenga un mayor y mejor conocimiento de su Historia, y un mayor amor y respeto por el patrimonio. Más aún, sería a repetir en cada verano, y más aún en otras vacaciones más cortas.
   
    No faltarían voluntarios de los veintiún municipios, que colaborando en las excavaciones, recibirían una formación teórica y práctica sobre el terreno, y se fomentará así la vocación a algo que debe ser lo primero, ya que es tanto lo por excavar, que hay para todos y para mucho, indefinidamente; y lo hecho, no ha sido sino unos tímidos pasos, sin adentrarnos a fondo en nada, salvo alguna excepción un tanto absurda e irracional.
 
    Son  muchos los proyectos posibles de realización, sin despreciar esta mano voluntaria, que estaría encantada, y hasta pagaría por hacerlo en vez de cobrar. No se olvide, que la mayor y mejor paga, es recibir una formación pedagógica de tal calibre (teórico-práctica), y continuar en el descubrimiento de las huellas de los guanches.
 
    El Padre Báez, que anima a no despreciar ninguna fuerza, a favor del patrimonio, canalizado por la arqueología y revolviendo en los yacimientos, para avanzar en el conocimiento de los siglos que nos han precedido al XV, y conocer el esplendor de la cultura por descubrir, y que asombrará al mundo.

 

 



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