Entre los guanches, la nobleza, más que nacer en ella, se accedía a la misma; y ello por los méritos propios, o del que aspiraba a ello, y siempre que le acompañara la valentía, la fortaleza, la prestancia, la intachabilidad, el liderazgo, el espíritu de independencia, cierta rebeldía, el alzarse...
Lo que ningún guanche quería, es ver su tierra invadida; no se arredran ante el enemigo, son dueños y amos de barrancos, frenan a los incursionistas; infligen desconciertos y golpes; frenan a los atrevido castellanos; merodean sus fuertes; otean el ambiente; más que caminar, vuela; amos de las montañas; matan a pedradas; salen los primeros...
Ya hemos dicho, que los guanches, estaban más cerca del Evangelio, que los mismo que lo traían, en cuanto a las virtudes, que aunque naturales -no se olvide de dónde venían-, eran más coincidentes que las emanadas de la Buena Nueva, que les traían. Razones no faltan para canonizarlos, pero..., ¡todo se andará!
Señalemos de paso, que si algo querían y apreciaban los guanches, con creces, al margen de todo lo dicho, es la dicha de tener un numeroso ganado; herencia que conservan, los más fieles al pasado, por donde circula la misma sangre de aquellos de los que venimos. Que se medía la riqueza de un guanche, por el número de sus cabras...
Lo peor que le podía pasar a un guanche, era que se lo llevaran de esclavo sus mujeres e hijos, y ¡cuánto hubo de esto! Por ello, nuestra raza, está extendida en media Europa (sobretodo en Valencia, Sevilla, Nápoles, Venecia, Portugal, etc., etc., más tarde a madeiras, luego a América.., estamos repartidos por el mundo (estudiante fuera de aquí, por el físico descubrí a más de uno...)...
Todavía no lo hemos dicho, pero si algo practicaron los guanches, una y mil veces, fue el perdón; perdonaron vidas, perdonaron traiciones, perdonaron... ¡todo! ¿Qué decir de esta generosidad (novamos a poner ejemplos, para no romper la brevedad de estos textos o comentarios, que hacemos ahora en apretada síntesis)? Parece no conocían la venganza..., pero sí la justicia.
Repitamos, para que quede constancia y no se olvide, que antes de la llegada de los castellanos, los guanches, de diversa maneras y ocasiones, ya habían sido evangelizados, y por tanto catequizados y bautizados (en esto ahondaremos, pues hay materia para mucho y veraz).
El Padre Báez, que poco a poco, les va adentrando en el mundo que nunca se nos presentó, porque solo creyeron a unos cronistas, que lo veían todo desde sus orillas, y solo veían por fuera, las apariencias...
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