miércoles, 27 de julio de 2011

Eras.


No, no estoy conjugando el verbo ser (o estar). También pudiera significar: existir o haber. Pero -repito- no va de verbo, sino de sustantivo o nombre. Se trata, de esos círculos de piedra en el borde, con un centro empedrado o bien entesado, a donde se llevaba el trigo -y similar- para ser amontonado, trillado, aventado, etc.

Que viene esto a cuento, porque por culpa del Rally, el sábado en Cazadores, una señora de más de 80 años, tuvo que dar el rodeo inimaginado, para sin cruzar la carretera cortada, por mor de los coches de carrera- cogió el antiguo camino de su infancia a la Escuela –ahora deshecho por el tiempo y las cabras- y llegar a la Iglesia dando un enorme recorrido, y llegar una hora antes a misa, acompañada de su bastón, y sentada con un servidor en la plaza de dicho lugar y junto  a la Iglesia, como quien perdía la mirada en el tiempo, me decía..., como pensando en alta voz -era el 23 de Julio del 2011-...

“...en otros tiempos, las eras por estas fechas, estaban llenas de trigo, cebada, avena, centeno, chícharos, lentejas..., la bestias trillando, la gente en las eras, a la sombra...; ahora, no se ve ni una sola era con nada..., y recordaba a una hija suya, que puso una tienda, y le había dicho: mamá, que tengo abajo una cosa que se unta con el pan, y que se llama mantequilla..., yo, eso no lo había visto en mi vida (un servidor le dijo: “ahora está en todas las neveras, y las hay de cuatro y más marcas y distintos sabores, con sal, sin sal, con...”)... yo, comía suero y gofio -seguía diciendo, evocando aquellos tiempos, en los que ella trabajaba, como un hombre en las faenas del campo (ahora todo aquello de siembra, lleno de retamas, escobones, pinos...)-, y el pan, era una golosina...”

Pero viene esto a cuento además, porque un día antes, de este relato, que no cuento; hecho histórico y verídico, sucedió, que con mi sacristán, subí hasta la montaña, donde feligreses, colocaban cientos de bombillos a la enorme cruz, de varias decenas de metros, de hierro, para anunciar las Fiestas de las Nieves en Lomo Magullo, tanto al subir como al bajar de la montaña, hice referencia a la era al comienzo o final del camino y junto a la carretera, pero invisible desde ella, al estar en un alto, sucede, que me dice el citado, que me iba a llevar a una era, que había sido de su padre, que la recibió de su abuelo, y ahora pertenecía a una hermana, y...

... me llevó a ella; está junto a la antigua carretera, y le da sombra un astuto y viejo eucalipto, donde la sombra de las faenas. Pero, lo curioso del hecho es, que si no te lo dicen, imposible puedas adivinar, allí está esa magna obra de arquitectura tradicional, con un círculo perfecto, enorme, donde varios caballos podían trillar con holgura y amplitud, con un enlosado, que el de la catedral, no es mejor, con el rebaje previo para su nivelado del terreno pétreo, junto a un precipicio al barranco, y como todas las eras, por donde las corrientes del aire, que se lleve el salvado o cascarillas de los granos al aventarlos...

... y me dio pena, tristeza, dolor, rabia, etc., porque en el entrepiedras, y con el paso del tiempo, han ido saliendo toda clase de hierbas malas, convertidas muchas en arbustos, que estando todos ellos protegidos, no se les puede ni tocar, siendo como es o puede ser pasto o siega, que descubriera tal joya etnográfica de primer orden, y sin embargo yace comida o tragada, oculta y desaparecida por la maleza, ocultando un auténtico tesoro.

Y conste, no es la única, que por la zona (mis parroquias: Tecén, Arenales, La Breña, Lomo Magullo y Cazadores), las hay por doquier, y fuera de los lugares citados, por toda la isla. Y sí, nos hablan de “rutas de los molinos” (proyecto en san Mateo), y otro@s, pero ¿para cuando una “ruta de las eras”, y antes su limpiado y restauración? ¿No son un legado, y no forman parte del patrimonio histórico?, ¿no es material de la agricultura?, ¿o es que solo se conservan Iglesias, templos, capillas, ermitas, catedrales, conventos, monasterios, y semejantes?

Aún recuerdo, cuando decenas de años atrás, en sendos campamentos, con muchach@s de la capital, al ser preguntados, previo colocarlos en círculos, en una de ellas, pedirles me dijeran qué era aquello, y decirles en la pregunta ya tenían la respuesta, escuchaba, lo más disparatado e inimaginado, sin que nadie acertara, allí se trillaba y se recogía el grano (decían ser: un círculo mágico, hecho por lunáticos, algo de la guerra, etc.). Y, ¡cuánto me costaba explicarles el uso de las mismas, y dudo, aún lo comprendieran, pues no en vano uno gritaba a otro, cuando descubrió un carnero entre el rebaño, y decía a su amigo a todo grito: “¡ven, corre, para que veas una oveja macho!”

¿Qué era una era (la primera verbo; la segunda sustantivo)? Pocas veces leí algo tan hermoso como lo que Doña María González Medina, escribió sobre las mismas, con el título “La Trilla”, libro publicado donde sale este relato mayor y mejor.

El Padre Báez, que una vez más, ha vuelto al campo de su infancia y juventud, al mismo que espera resucite un día y vuelva poco a poco, o si no antes no mata el hambre.

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