martes, 2 de julio de 2013

Popurrí 639 y Buscando delincuentes en el campo


POPURRÍ 639:

En el Año de la Fe (263): “... limítate a creer -dice san Columbano, abad- pero con firmeza...”

 

Al habla el historiador (263):

 

¡Cómo nos engañan...

... se afianza, balance muy bueno, mejor, nos consolidamos...

 

Mientras, los cabezas de partidos políticos y jefecillos de grupos políticos...

... metidos a escritores. ¡Se las saben todas, menos sacarnos de la crisis en donde nos metieron!

 

Propongo, que exportemos pinocha...

... tal vez el mundo la necesite, y de paso, nos libramos de incendios.

 

Los pastores ahora...

... en los Museos; pues, menos es nada. Al menos haya recuerdos de ellos.

 

Entre tantos libros por leer...

... con humildad, les propongo los míos (el último es: “La Cueva Guanche”).

 

Crían cuervos...

... en lugar de criar cabras.

 

Si no comemos, no importa...

... que al menos fútbol, no nos falta a todas horas, todos los días (¡y noches!) Estémosle agradecidos.

 

Tampoco nadie se puede quejar de ronerías, fiestas, procesiones, etc.

... algún pequeñito barrio de cuatro vecinos, tiene hasta más de un mes de programación.

 

También nos entretienen con lo de Bretón...

... el que no se distrae, es porque no quiere. ¡Y es un amargado!

 

Por arrancar un pino que le molestaba, y le iba a tirar la casa...

... le metieron 25.000,00 euros de multa.

 

Al que plantó un olivo, y arrancó tres cerrillos...

... le metieron 600,00 euros de multa.

Por meter fuego, dentro de un bidón, con mangueras de agua en la redonda, y sin un pajullo en una milla, y sin viento...

... un helicóptero sobrevolándolo y hablando con el incendiario, que: “... qué pasaba...” Le llegó la multa, ¡y no le cuento!

 

Por llevar el carnero en un camión no adaptado al bovino...

... 6.000.00 euros (un millón de pesetas). ¡Pobre pastorcito mío!

 

Por un camino, cortando ramas de retamas...

... 300.000,00 y 6 meses de cárcel (¡se ahogó el pobre, dejando viuda y dos huerfanitas!). Esto, lo he repetido, pero para que no se olvide.

 

Hay más, pues, cada hombre del campo te cuenta la suya...

... y es que no se libra nadie. ¡Ni las abuelas!

 

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“... Señor, dame mi parte de alegría...” (Del himno de Laudes).

 

“... ensalzaré a mi Dios..., y me alegraré de su grandeza...” (Del cántico de Tobías).

 

“... con él se alegra nuestro corazón...” (Salmo 32).

 

“... concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean...” (De las preces de Laudes).

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Buscando delincuentes en el campo:

 

Eso, aunque parezca mentiras, es lo que hace el cabildo, que envía a sus depredadores del miedo y del sepro, para vigilar, asechar y sorprender a todo campesino haciendo algo para multarlo. Y no ya por casualidad o denuncia, sino por medio de un recorrido por tierra y por aire, con sus helicópteros y sus rancheras, buscando y mirando a ver quién se mueve, qué hace, para que sea lo que sea, prohibirle seguir haciendo eso, y a renglón seguido multarlo. Y así, cuando esto hacen, lo que están consiguiendo es que el campo se descampesine, se apelmace y se embosque, combatiendo con sus salidas con móvil en mano y cámara de fotos, para avisar desde el coche dónde se hace algo (reparación, siembra o lo que sea), para que cogido con la mano en la masa, castigar y reprimir cualquier acción que se pretenda o haya comenzado, cosa que ha de quedar interrumpida de inmediato, y ya después por años sin límite en un proceso de permisos, sanciones, cartas, pliegos, respuestas, etc., etc., y al final multa que te pego, sin remedio alguno, por algo anodino e insignificante, y sin materia y sin ánimo de delinquir, sino hacer lo que siempre se hizo, con lógica y con sabidurías milenarias. Pues, ¡no señor!, no se puede hacer nada. Y ello, porque vigilado y asechado el campo, no se deja hacer nada a ningún campesino. Así, el campo ha ido perdiendo paulatinamente y de forma progresiva y tanto que alarma, toda actividad relacionada con la tierra o ganadería. Todos abandonan, ante acoso y persecución  tan brutal como irracional. Todo se ha secado, nada ase cuida, nada crece (sino la maleza a todas sus anchas). Se entorpece toda iniciativa o el simple hecho de mantener lo que la tradición nos ha traído hasta el presente, sin más. Entorpecen y prohíben todo, con lo que nada crece -repito- y cada vez somos más pobres y se retrocedemos en todo. No hay plan de permanecer en el campo, sino el de vaciarlo; no hay estabilidad, sino decepción en el campo, del cual todos huyen de multas y de abusos y faltas de respeto a mayores y a gente del medio que han nacido en él y son herederos de una sabiduría que reciben de generaciones ancestrales, y las mantienen en esa memoria colectiva que desaparece, por culpa de una administración que con afán recaudatorio tiene unas leyes contra la naturaleza, a la que dañan de forma irreparable, dado que nada nuevo se abre o hace, por el control de una enorme flota de vehículos y personal represor que anda sobre todo campesino de forma irracional y esquizofrénica, y desaparece lo que había, sin dejar hacer nada nuevo, de tal forma y manera que ningún desarrollo al presente hay en el campo, donde se espera un cambio que no llega, con la confianza que dentro de dos años, si cambia la política y los políticos, se pueda recuperar algo de lo mucho perdido y volver a lo de siempre: vivir de y en el campo, con las faenas propias de la tierra y con animales, según la tradición y libres del acoso y persecución del miedo y del sepro, o lo que es lo mismo: el desgraciador y arruinante cabildo que tenemos que solo mira al campo, para multar y vivir de ese dinero que exigen cual tributo a terroristas, por dejarlos con vida, pero sin medios para mantenerla. Y tal es la cosa, que más que gobierno parece un desgobierno lo que tenemos y hay, sin que una nueva etapa llegue para el martirizado y cercado campo, que no te lo dejan tocar ni hacer nada en él, cual si cosa sagrada fuera, con declaraciones de zonas varias y la protección de la planta bimillonaria, que nada da y se llena la isla de ella, por todas partes (la tabaiba lechera). Sorprende que el estado espakistaní y otras administraciones (incluidos los ajuntasymientos), nadie diga nada al respecto y aprueben el sin sentido de un ir contra el sector primario, teniéndolo todo vigilado y prohibido, castigando gravemente al que haga lo que según usos y costumbres siempre se hizo y se hace en el mundo en la actualidad, pues sin el sector primario no hay economía, sino paro, hambre y miseria. Europa sorprende que calle y no averigüe lo que se ha hecho con los dineros que han mandado, donde no se benefició con ello ni un solo cercado de millo o de papas, sino carreteras, túneles por un tubo y puentes, muchos puentes y más puentes. Seguridad de permanencia y prolongación no hay alguna, sino que a menos y menos hasta que desaparezcamos del campo y de allí nada venga a nuestras mesas, sino de agriculturas extrañas o extranjeras. El cabildo con sus fuerzas armadas (sepro y miedo [miedoambiente y seprona o seprona y miedoambiente]), tienen acorralado a todo campesino y controlados sus movimientos y pasos, con un seguimiento policiaco que frena toda acción, dado que el miedo se ha apoderado del campesino, y de tal forma y manera, que un campesino ante un miembro del miedoambiente o el sepro, sencillamente, se echa a temblar, y me han dicho que ya hasta se orinan en los pantalones, por no citar la mayor, del miedo y el terror a ir a la cárcel o pagar millones de euros, por el simple caminar, o pisar la tierra sin darse cuenta bajo los pies hay una planta protegida, y por tanto: ¡multazo! Control masivo de ejércitos varios por aire y tierra, que no dejan hacer nada. Y así, abordan frontal y de forma abusiva a cualquier despistado, que inocente, se haga al terreno con la sana y buena intención de plantar algo, pues en mala hora y amargo fruto (al menos caro), porque la broma es para que se le caiga el pelo, y no vuelva a levantar cabeza, ni una azada más en el terreno. La justicia parece en contra del campesino, que solo tiene que pagar o cárcel (algunos se suicidan y se quitan de en medio). Derechos ya no tiene el campesino, sino la obligación y el deber de pagar, pagar y esconderse y no hacer nada. Todo lo que come el campesino -y todo tabaibero-, pudiéndolo sacar de su campo, viene de campos del mundo entero. Ha hundido el cabildo el campo, y andamos sin recuperación alguna. Y nadie defiende al campesino. Ya hay más efectivos del cabildo (sepro y miedo), que campesinos en el campo (de hecho a los primeros se les ven por todas partes); mientras que a los segundos, no se les ve por ningún lado). Los citados primeros, actúan cuales terroristas, y los pocos campesinos que quedan sufren diariamente esa presión de un doble ejército que los controlan, hacen guardia, los vigilan, observan y prohíben con multa hagan lo que hagan, sin explicación ni defensa, sino la de pagar y pagar (multas por todo, y sin parar). Ningún medio de comunicación social hace un seguimiento del tema, y mucho menos, nadie de ellos, informan de estas realidades, que algún día extendiéndose poco a poco, llegaran a la mayoría, a las que se las engañan con huertitos en parvularios y entre coches y guaguas humeantes y contaminantes cancerígenamente, mientras que en el campo -su lugar natural- es prohibido plantar algo o nada.

 

El Padre Báez.

 

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