miércoles, 17 de abril de 2013

Popurrí 563 y Trasladan a la ciudad el campo

POPURRÍ 563:
En el Año de la Fe (187): Sea la Fe, la que te guíe.

Al habla el historiador (187):

Desayunaba después del programa de Radio...
... cuado un joven, me saluda.

Me dice es de Fontanales...
... y que los Domingos sube a lo de sus padres.

Pero, que no puede hacer nada, porque...
... los helicópteros del miedoambiente, fijos sacándoles foto a cualquier cosa que hagan. No hacen nada, pues.

Y tal es la cosa, que la naturaleza salvaje...
... se está apoderando de todo, sin que nada se pueda –o te dejen- hacer para tal fin.

Y así –me dijo- las zarzas, se están metiendo hasta en las casas...
... ya impiden el acceso a las  mismas, por patios y cercados. Y por si fuera poco, ahora ya dentro de las casas, por los techos, paredes, etc.

Y buscando orificios o rendijas, se cuelan por ventanas y puertas...
... y cuando no, subiéndose a los tejados, por las paredes.

Y entonces, recordé, que las vi en Valsendero (Valleseco)...
... subiéndose a las manzaneras, y ahogándolas o dejándolas muertas.

También en la Finca de Sansón...
... y en La Laguna, donde el recinto para la hípica.

Por otra parte, lo mismo pasa con los helechos que algunos de más de dos metros, están colonizando distintas zonas...
... cuando no, la maldita tabaiba, que se multiplica por todas partes de forma absoluta.

Y, mientras esto sucede en el suelo...
... los del miedoambiente, desde la consejera y todos sus muchachos, con anteojos mirando al cielo, por si ven una paloma rabiche, o algún pajarito azul.

¡Bueno lo del invitado al programa de hoy, que al comentarle...
... cómo se ocupa el cabildo y su miedoambiente con el seprona de los pajaritos azules y de las palomas rabiches me dijo lo que sigue:

Siendo ellos mismos aves rapaces o buitres...
... es bueno hablen de los que tienen alas o plumas. “¡Muy agudo!”, le dije.

Pues, éstas tenemos...
... que las zarzas, se meten ya en las casas.

Por su parte las cañas, colonizan desde las orillas...
... todos los cercados, inutilizándolos para el cultivo.

Y todo ello desde que el ganado ha desaparecido...
... pues zarzas y cañas, son comida de cabras y otros animales.

El abandono de la ganadería, y la prohibición de tocar el campo...
... acabará hasta con la arquitectura tradicional canaria.

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“... aclamemos alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el seno de la tierra resucitó gloriosamente a una vida nueva...” (De las preces de Vísperas).

“... el gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar d los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría...” (De la lectura de los Hechos e los Apóstoles).

“... transformó el mar en tierra firme; a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente...” (Salmo 65).

“... tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti...” (Salmo 85).

“... alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; y digan siempre: Dios es grande, los que desean tu salvación...” (Salmo 118).

“... Salvador nuestro, Señor Jesús, que con tu victoria sobre la muerte nos has alegrado y con tu resurrección nos has exaltado y nos has enriquecido, ilumina hoy nuestra mente y santifica nuestra jornada con la gracia de tu Espíritu Santo...” (De las preces de Laudes).

----------------------------------------------------------------------------------------------------------Trasladan a la ciudad el campo:

Fenómeno campestre entre el urbanismo ciudadano, en actual efervescencia, que contrasta con el vaciamiento del sector primario en su medio, que es el campo, y no la ciudad. No deja de llamar la atención este absurdo engañabobos, y es para pensar por qué lo hacen: si para distraer, idiotizar, hacer creer que están con el sector primario, etc. El centro de toda actividad agrícola, ha de ser el campo, y no entre calles y humos, por no citar aguas residuales, orines y cacas de perros, escupitajos, etc., todo contaminación pura y dura. Ahora, quieren transformar la ciudad en campo, y el campo en pistas de carreras. No, no es de recibo, se multe toda siembra o siega, plante lo que se plante y se haga lo que se haga, y se potencie el cultivo entre calles repletas de coches. Cada cosa en su sitio, por favor, que es orden y cordura. Precisamente, de plantar algo, la ciudad es el peor de los sitios y el menos recomendable por salud e higiene. No, no presenta las condiciones óptimas ni mejores para cosecha alguna. No se puede desplazar el sector primario, al urbanismo ciudadano, por impropio y absurdo. La agricultura es eficiente en el campo, no entre cementos y asfaltos. Lo plantado, necesita del aire puro, del sol y la tierra apropiada. En ese nuevo emplazamiento de la agricultura ciudadana, tan saturado de malos gases y pestilencias, no es  posible crezca nada sano, ni bueno. Nada saludable puede crecer entre calles y avenidas en los llamados huertos urbanos. Y no es cuestión de cambios, sino de dejar cada cosa en su sitio y lugar propio. No se puede abandonar el campo y perseguir el miedoambiente con el seprona y el cabildo capitaneándolos, y abrir un nuevo campo en donde el campo no cabe, ni se puede llamar campo, al estar en el corazón de las ciudades, donde los parques muestran árboles enfermos, cargados de tizne y moribundos. Y los parques están muertos o con esqueletos de árboles que dan pena, y donde ni la hierba salvaje crece. De seguirse en esa política de cambiar el campo por la ciudad y cultivar en ella, eso cultivado es ciertamente insalubre, y una ruina para la misma (salud). Ningún beneficio a nadie puede traer esa agricultura de la ciudad, sino males y graves trastornos digestivos que causarán en enfermedades tremendas, como el cáncer y otras peores. Los oasis, suelen estar en los desiertos y no en el centro de las ciudades, donde su atmósfera, no es la más apropiada. Todo parece y es una utopía, un disparate mayúsculo; el campo en el campo. No cabe la jungla en la ciudad (de hecho, habían plataneras y otros cultivos -que remitieron-, cuando la ciudad era campo, y hasta en La Isleta habían higueras y cultivo, vaquerías y cabras en los Riscos de San Juan y de San Nicolás, pero ganadería y agricultura, fueron retiradas por el crecimiento de la urbe, y una y otras son incompatibles). Lo vegetal en el campo, sin más, y por definición. En la ciudad, como no sea el césped, otra planta no se da ni crece en forma, y si lo hiciera, no es para comer, dado que la enfermedad comienza por el estómago y algo envenenado cultivado en la ciudad, puede ser de consecuencias trágicas y dramáticas, costando la vida y pasando por la muerte al que la consuma. Que son las praderas para el ganado, y la ciudad para los perros. Apostemos por el campo, y defendamos las ciudades de simulacros campesinos, que nada dicen bien ni de ellas mismas, ni de sus regidores.

El Padre Báez.

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