viernes, 28 de enero de 2011

LO DE CHILIDA:

 
    Lo de Chillida, es para chillar. No solo chillar, sino para gritar, y patalear. No, no es suficiente; lo de Chillida, es para que este pueblo canario, se eche a la calle, como en Túnez y en Egipto y otros que ya le imitan, para evitar, que a Tindaya, no le den ni un solo golpe de extracción; que lo sagrado no se toca. Y si son profanos, debemos evitar ese “sacrilegio”. Si los guanches, que imprimieron (esculpieron) en su loma los podomorfos, y nos dejaron allí otras obras, despertaran y vieran cómo se quieren cargar “su” (y que es nuestra) montaña, les declararían la guerra, los echarían de las inmediaciones de la montaña, les ofrecerían  resistencia, los matarían a pedradas y a palos –según uso y costumbre de no desistir-, a todo aquel que ose tocar la montaña. Que por algo, nos lo dejaron bien dicho y repetido (el lenguaje de los pies, lo sabemos: “¡no pasen!”, “¡no pisen!”, “¡entren descalzos!”, “¡prohibido entrar!”, “¡es lugar sagrado!”, etc.).
 
    Lo que a uno le sorprende –y no tanto, porque los sabe callados por comprados, son a los corderos de la prensa, que no dicen ni “mus”. Ahora comprendo una más de las razones, de la vertiginosa pérdida de lectores (o compradores de la prensa), que a pesar de la mierda de espakistania (antes España), que nos echan encima con el Pronto y la de 10 Minutos, no consiguen elevar el número de compradores de sus respectivos periódicos, porque son enemigos del Tabaibal (antes Canarias), y amigos de los políticos corruptos, a los que no les importan –en contra de lo que dijeron los guanches- cargarse una montaña sagrada, y desaparecerla, con el pretexto: “¡se cayó!”
 
    Y encima, lo burdo de un engaño, diciendo es “arte” el vaciado de la montaña, cuando lo que pretenden es un negocio tremendo con la piedra marmórea de la montaña de Tindaya, sin darse cuenta que ese falso y pretendido arte, es una chapuza, comparado con el inmedible valor de los podomorfos, que sí es ARTE. Y ante esto: callan los del Patrimonio, callan los arqueólogos, callan los profesores (la universidad), callan los partidos políticos, callan los empresarios, callan los de la cultura, callan los de la ciencia, callan los del arte, callan los de la Historia (un servidor, no), callan tantos y tantos que pesebreros, y por si les alcanzan algunas migajas, no les importa desaparecer una montaña, que es arte, desde su base, y que pertenece al futuro, a quien debemos dejar en herencia, pues en esa calidad la hemos recibido.
 
    Por eso, invito –ya que no lo hacen los medios de comunicación -que no comunican-, sino que nos entretienen (si caen tres gotas de agua, van a ver -como totorotas- por dónde corren y a quien moja, y nos invitan a subir a las cumbres, para que veamos el paisaje, sin añadir, sin una cabra suelta en toda la isla que se aproveche del agua caída en el reverdecer la isla (en este caso la de el Gran Tabaibal (antes Gran Canaria), que se volverá pasto, y arderá en verano, por no soltar el ganado, cada vez más escaso que tenemos, porque mandar una vaca muerta a Zaragoza a enterrar y cobrarle el envío y entierro allá, al ex-dueño de aquí ¿qué medio –ya siempre con minúscula- lo ha dicho? Ellos, callan cómplices, porque tanta culpa tiene el que la hace, como el que ayuda a que lo hagan.
 
    Reitero, haciendo juego con el apellido “Chillida”, que chillemos; chille este pueblo, y ya que los políticos enemigos del Tabaibal (antes Canarias), no lo hacen, hágalo el pueblo, que aunque ateo, laicista, aconfesional, indiferente a todo lo cristiano, pero respetuoso con todo lo del Islam (por la que le pueden venir encima), agnóstico, etc., que impidamos el destrozo de esa montaña, que si hueca y vaciada, habrá perdido parte de su valor. Y, puesto que en espakistania (antes España) hay tantos sistemas montañosos, incluido el pirineo-vasco-francés, por cercanía a los herederos del Chillida ese, que le agujereen allí una montaña, y se lleven a todos los turistas que previsible y presuntamente iban a venir a entrar en la cueva sombría de una montaña, que se les puede venir encima (¡hay que ser “tonto del bote”, viajar para entrar en una cueva, que no tiene pinturas rupestres en su interior ni nada, sino en todo caso grabados (los podomorfos) en la superficie, precisamente a los que no invitan a subir para que los vean y contemplen!).
 
    El Padre Báez, al que le duele, aquí le echen planchas de hierro a los yacimientos, y que en Fuerteventura, vaya a caer esta “fuerte-desgracia” (si no lo evitamos entre todos los amantes de nuestra identidad: nuca prevalezca el falso arte de un vasco, ante el verdadero ARTE de los guanches).

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