Lo mejor que se
conserva todavía de los guanches, es el pastoreo o cuidado de las
cabras.
Lo mejor que se conserva todavía
de los guanches, es el pastoreo o cuidado de las cabras. Pero las
cabras, llegaron aquí, antes que los mismos guanches, que al llegar como los
conocidos y llamados cannariis, ya las encontraron
aquí, introducidas en las islas, antes que a ellos mismos; unas y otros, por los
romanos; a ellas para preservarlas y no las extinguieran los mismos bárbaros
del norte reconvertidos después en bereberes, que por razón de la belicosidad y
fiereza de los mismos, Roma o los mataban o los expulsaban, y optaron por esta
segunda, trayéndolos también, más tarde a las islas, donde previamente ya habían
traído las cabras. Traídos o llegados a las islas los cannariis, luego los
conocidos por guanches (a partir de 1402), ya se dedicaron no solo a la caza de
las cabras como parte de su alimentación, que dependiendo de ellas, se pusieron
al cuidado de las mismas o lo que es lo mismo surgió el pastoreo, y que por otra
parte es algo arcaico y que traen del continente europeo antes, de donde vienen
y proceden, y después del africano, con lo que las raíces del pastoreo entre
nosotros es anterior al cristianismo y por supuesto mucho más tarde en el tiempo
-siglos- llegaron los castellanos y otros, los que en el arte del pastoreo, nada
nuevo enseñaron a los que ya eran y desde mucho atrás, expertos e inigualables
pastores, pues de sus cabras en gran medida dependían y ello, más allá de la
propia alimentación, que como sabemos las cabras les proporcionaban también
vestido, ropas de cama, para amortajar a sus muertos, y el uso de cuernos y
otros huesos en armas de defensa y así de artilugios para la agricultura, entre
un largo etcétera. Es decir, antes que los conquistadores llegaran aquí, los
guanches desde siempre practicaron el pastoreo, cuyas raíces se hunden al mismo
tiempo de sus distintas arriadas o llegadas, y se ha perpetuado en el tiempo,
hasta el presente como el mejor legado o herencia de nuestros antepasados, de
los que somos sus continuadores. Solo hay que precisar un dato, y es el
siguiente: no faltan documentadísimos en materia guanche, que tratan a las
cabras libres con el falso nombre de cabras salvajes, y hasta las matan –como
sabido es hace el cabildo, el mismo que debiera velar por su pervivencia y
subsistencia-. No es verdad exista esa clase de cabras, todas son mansas, y
sucede que unas en explotaciones o corrales, y otras libres, como les es por
esencia, pues hasta el saber popular –la verdadera sabiduría- lo tiene acuñado
con la expresión: “la cabra tira pa´l risco”. Pero,
llenándoles el cabildo el terreno todo de pinos, pocas posibilidades le quedan a
las cabras para subsistir, y menos aún, cuando el mismo cabildo mata a las
cabras libres, que son las auténticas o mejores.
El Padre Báez, Pbro. 16-08-18
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