lunes, 13 de agosto de 2018

Cantaba la hoz; ahora, el martillo.
 
Cantaba la hoz; ahora, el martillo. Y rodaba el arado. Había luz, y había humo (se quemaba la basura). Los hombres -todos- sudaban. El hombre, era creador; tenía el mundo en su mano (la tierra). Era su tarea (trabajo). Ahora, todo con pinos y sin cabras es un puro desierto. Ahora, el hombre sin trabajo, es hombre muerto (aunque respire). Si miramos hacia atrás, veremos un camino, por donde pisaban nuestros pies; ahora te lo prohíben. Antes recibíamos tierras por herencias, ahora pinos por todas partes. Ya no se obedece aquello de ganar el pan con el sudor de la frente; ahora miramos fútbol televisado a todas horas. Nos drogan, nos han quitado la memoria, vivimos en la noche. Hay leyes, decretos, miedo ambiente, control, prohibición, castigos, multas, cárcel..., no queda un resquicio de volver al campo. Debemos y tenemos que olvidar las faenas en la tierra (el cabildo hasta mata a las cabras). ¿Dónde un hombre que viva de la tierra, y se dedique de corazón, toda su voluntad en ella? Y así éramos todos hasta hace poco. Y más que miedo, hay terror; nadie vuelve a la tierra. Y pasamos hambre. Y tenemos paro, mucho paro. Y, a más paro. La autoridad, los que mandan, son los enemigos de la gente del campo, del campesinado; no quieren agricultura ni ganadería. Todo eso lo quieren de fuera, de otros; aquí: todos ante el televisor, o escuchando la radio (fútbol). Y mientras, avanza la calamidad, pues si te ven con una azada o una cabra, te atacan con furia, con rabia, con odio. El campo era todo un griterío, de cantos, de silbos, de llamadas; ahora todo en silencio, solo se escucha el viento entre ramas de pinos y tabaibas (ambos protegidos, cual si de ellos dependiera la alimentación, la vida, la economía). Al campesino, y al que quiera volver a la tierra, le asalta el miedo, el terror, el espanto. Ya solo cabe -pasa por la mente-: emigrar, pero, ¿a dónde? ¡Claro, que emigraríamos!, pero..., ¿a dónde? Esto se vuelve un desierto; nos devora el hambre. La violencia está a flor de piel; la ciudad está masificada; día y noche e inseguridad; robos, asaltos, violaciones, calamidades, crueldad, engaños, mentiras... El cabildo le está poniendo murallas al campo, paredes insalvables. En el campo ahora: retamas, cañas, zarzas, helechos, tabaibas..., y todo eso protegido. El hombre del campo, vive escondiéndose del Miedo Ambiente, que le persigue, busca, detiene. Es, inaguantable la situación, por eso se vienen a la capital o las grandes poblaciones; el campo se despuebla. Los planes del cabildo son: llenar el campo de pinos, y vaciarlo de campesinos, y poco a poco, y de forma imparable lo está consiguiendo. Esto camina hacia una hecatombe total y absoluta.
 
El Padre Báez, Pbro. 13-08-18.
 
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PD.- El martes pasado, día 7 de este mes, di una charla con motivo de sus Fiestas en Lomo Carbonero, y al final, un adolescente de 13/!4 años, me dijo: “... iba a cogerle comida a mis cabras, y dos del Miedoambiente que me vio, me dijo que no podía llevar ni tener la jose (la hoz)”, y él niño/adolescente, le dijo a los dos del Miedoambiente: “¿Y cómo puedo entonces cogerle la comida a mis cabras?” Así vea los ojos de Dios (lo llevaré a televisión, para que se entere todo el mundo [en septiembre volvemos con el programa]). Lo oirán de su propia voz.

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