Cantaba la hoz; ahora, el
martillo.
Cantaba la hoz; ahora, el
martillo. Y rodaba el arado. Había luz, y había humo (se quemaba la
basura). Los hombres -todos- sudaban. El hombre, era creador; tenía el mundo en
su mano (la tierra). Era su tarea (trabajo). Ahora, todo con pinos y sin cabras
es un puro desierto. Ahora, el hombre sin trabajo, es hombre muerto (aunque
respire). Si miramos hacia atrás, veremos un camino, por donde pisaban nuestros
pies; ahora te lo prohíben. Antes recibíamos tierras por herencias, ahora pinos
por todas partes. Ya no se obedece aquello de ganar el pan con el
sudor de la frente; ahora miramos fútbol televisado a todas horas.
Nos drogan, nos han quitado la memoria, vivimos en la noche. Hay leyes,
decretos, miedo ambiente, control, prohibición, castigos, multas, cárcel..., no
queda un resquicio de volver al campo. Debemos y tenemos que olvidar las faenas
en la tierra (el cabildo hasta mata a las cabras). ¿Dónde un hombre que viva de
la tierra, y se dedique de corazón, toda su voluntad en ella? Y así éramos todos
hasta hace poco. Y más que miedo, hay terror; nadie vuelve a la tierra. Y
pasamos hambre. Y tenemos paro, mucho paro. Y, a más paro. La autoridad, los que
mandan, son los enemigos de la gente del campo, del campesinado; no quieren
agricultura ni ganadería. Todo eso lo quieren de fuera, de otros; aquí: todos
ante el televisor, o escuchando la radio (fútbol). Y mientras, avanza la
calamidad, pues si te ven con una azada o una cabra, te atacan con furia, con
rabia, con odio. El campo era todo un griterío, de cantos, de silbos, de
llamadas; ahora todo en silencio, solo se escucha el viento entre ramas de pinos
y tabaibas (ambos protegidos, cual si de ellos dependiera la alimentación, la
vida, la economía). Al campesino, y al que quiera volver a la tierra, le asalta
el miedo, el terror, el espanto. Ya solo cabe -pasa por la mente-: emigrar,
pero, ¿a dónde? ¡Claro, que emigraríamos!, pero..., ¿a dónde? Esto se vuelve un
desierto; nos devora el hambre. La violencia está a flor de piel; la ciudad está
masificada; día y noche e inseguridad; robos, asaltos, violaciones, calamidades,
crueldad, engaños, mentiras... El cabildo le está poniendo murallas al campo,
paredes insalvables. En el campo ahora: retamas, cañas, zarzas, helechos,
tabaibas..., y todo eso protegido. El hombre del campo, vive escondiéndose del
Miedo Ambiente, que le persigue, busca, detiene. Es, inaguantable la situación,
por eso se vienen a la capital o las grandes poblaciones; el campo se despuebla.
Los planes del cabildo son: llenar el campo de pinos, y vaciarlo de campesinos,
y poco a poco, y de forma imparable lo está consiguiendo. Esto camina hacia una
hecatombe total y absoluta.
El Padre Báez, Pbro. 13-08-18.
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PD.- El martes pasado, día 7 de este
mes, di una charla con motivo de sus Fiestas en Lomo Carbonero, y al final, un
adolescente de 13/!4 años, me dijo: “... iba a cogerle comida a mis
cabras, y dos del Miedoambiente que me vio, me dijo que no podía llevar ni tener
la jose (la hoz)”, y él niño/adolescente, le dijo a los dos del
Miedoambiente: “¿Y cómo puedo entonces cogerle la comida a mis
cabras?” Así vea los ojos de Dios (lo llevaré a televisión, para
que se entere todo el mundo [en septiembre volvemos con el programa]). Lo oirán
de su propia voz.
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