martes, 29 de abril de 2014

bezos


Bezos con tabaiba…

 

…, conste he dicho bezos, con “z”, y no besos con “s”. Les cuento. Fue, durante un almuerzo, en el que entre la cháchara de mesa y sobremesa, el comensal que estaba a mi lado y contándolo a sus compañeros de enfrente -larga mesa de unos veinte comensales- y sin que el de junto a mí, supiera nada de mi compromiso -por un año- de hablarles (o escribir sobre la tabaiba), me resultó providencial oír o escuchar que hablaba de las tabaibas, y ello -repito- sin referencia alguna, ni como directa ni indirectamente se refiriera a mi persona y a estos escritos, pues bien distinta y ajena era la conversación al tratarse de la costumbre de acudir o ir a un centro médico o urgencia por minucias, y así mi compañero, comentaba haber oído (o escuchado), hace más de un cuarto de siglo o tal vez el medio siglo de distancia al presente, que chicas jóvenes de entonces, cual golosina, masticaban leche de tabaiba cual chicle, y al no haber otra sustancia que se le asemejara o fuera producto propio, la dichosa y fatídica tabaiba suplía, pero…, con el consiguiente abultamiento, picor o amargura en labios y demás comienzos del estómago (o aparato digestivo), arriba en los labios o también llamados bezos, que cuarteados, y dolorosos, estoicamente aguataban aquellas féminas de otros tiempos idos, y…, que…, venidos…, al presente, la menor molestia en labios o en cualquier otra parte del cuerpo, ya fuera en su epidermis, como en sus interioridades, hacen que más que corran, vuelen hacia la medicación y previo diagnóstico, el médico o farmacéutico ponga remedio a la nadería, o ínfima y pequeña molestia, hecho que habla claramente de lo que ha cambiado el tiempo, o la gente en el mismo. Vaya pues, como excepción, el ejemplo positivo de una planta tan ruin y mala, que servía de consuelo mastiqueril a la juventud ida, y que recuerda aquellos labios manchados y engomados de un falso chicle, que les servía para mover dentadura, y el bien consiguiente de limpieza de dientes a falta de los actuales dentríficos, tan variados y de grato sabor, bien lejano y distante de aquel otro que era cosa de aguante y de mérito, vencer a la misma naturaleza, triturándola o escachándola.

Pues, dicho queda.

 

El Padre Báez.

 

PD.- El hecho o acaecido tuvo lugar en la Jinámar de otro tiempo.

 

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