(Sin título: [sobre los incendios)]:
Nunca creí, hubiera alguien que dijera lo mismo que un servidor, con lo que ya somos dos. Y si lo supe, fue gracias a un muy buen amigo, que me pasa la fotocopia de la página 27 de EL PAÍS del martes 24 de julio de este año 2012. Lleva por título “Herbívoros salvajes contra incendios forestales”, lo firma BENIGNO VARILLAS, que es periodista de la naturaleza. Viene en cinco columnas; en la segunda, la foto de dicho periodista, y resaltado lo siguiente: “No se puede sustituir uros, cebros, caballos salvajes y bisones por mano de obra que `limpie´ el monte”. Mi amigo, escribió a lápiz, en el espacio en blanco que quedaba libre “Teoría del Padre Báez”. Entremos y adentrémonos pues, en el contenido de dicho artículo; al que le haré el pertinente comentario:
Comienza Benigno V., por decir que los incendios –en contra de lo que machaconamente dicen otros por estos lares- no se apagan en invierno, ni desbrozando el monte con recursos públicos, ni aumentando los presupuestos generales del estado y de las autonomías para extinguirlos (¡que bueno, nuestros políticos le escucharan, además de a un servidor, en esa misma línea!). Dice esta alma gemela, que los incendios se apagan 40 años antes de producirse, con una política del territorio coherente, según climatología y ecosistema propios (primera nota importantísima).
Continúa con un ejemplo realmente clarificador: si en lugar de arder una ciudad, ésta es arrasada por una presa que se desbordó y rompió, se pregunta: ¿no se pediría cuanta al ingeniero que la proyectó, así como los fallos en las estructuras, etc.? Lo mismo –dice- hay que pedir cuentas acerca de por qué arde cada verano según qué casos (espakistania, tabaibal, la gomera, etc.). Los ingenieros que plantaron esos pinos (literalmente) que arden –queremos se publiquen sus nombres cuanto antes, porque ellos son los máximos responsables, y puesto cometieron fallos, éstos no se repitan (sin embargo aquí vemos se sigue plantando pinos, pinos, y más pinos, por parte del cabildo, de forma reiterada, constante y donde arde uno, plantan cientos [que lo puedo demostrar]).
Sigue diciendo de tales ingenieros que ignoraron las características ecológicas y sociológicas de los lugares. Se dedicaron a plantar pinos (cito literalmente) y eucaliptos (aquí: laurisilva, viñátigos, fayas, acebuches, madroños, cardones, etc., etc.), en masa (basta asomarse a la cumbre y ya bajando por las medianías), haciéndonos creer, que estando todo plantado de pinos eso era recuperar la naturaleza perdida por el pastoreo (aquí, se le quitó al pastor su terreno, para plantarlo de pinos; y en esta defensa del pastor llevo más de 30 años, y atacando a los pinos más de 40).
Pero, sigamos con lo que dice Benigno V.: los que ejecutan el plan de reforestación, tienen fobia neolítica a la vegetación y a los ecosistemas silvestres (sabido es, que acaban con todo, para llenarlo todo de pinos, sin más, de forma patológica e irracional). Pues, se han dedicado a desbrozar y a sustituir la vegetación natural, “... por ordenados, densos y extensos cultivos de pinos... en hileras...”, que han cubierto toda las hectáreas hábiles para el cultivo y el pastoreo.
No respetaron el crecimiento del bosque en mosaico (como acabo de verlo en Italia, donde precisamente, no se dan estos incendios que entre nosotros), alternando las masas boscosas con grandes pastizales (aquí se alterna con retamas súper-protegidas)... Les ahorro texto, que pueda cansar al lector. Pero no lo que sigue, por considerarlo igualmente importante, pero que abrevio (y que tantísimas veces he dicho y diré): “... no hicieron algo tan elemental como no cuidarse que los herbívoros (cabras, ovejas, vacas, cochinos, burros, etc.; coman la vegetación en zonas alternas con la masa boscosa (aquí, tenemos el ganado encerrado, ¡y pobre el pastor cuya cabra u oveja, muerda algo protegido [incluso han llegado a decir, que las cabras se comen los pinos; hecho imposible, porque jamás eso sucedió ni sucederá: el pino es veneno, y ningún animal lo come]!). Continúa nuestro periodista, diciendo que por esa razón última expuesta, la masa boscosa queda condenada a finalizar su ciclo consumida por el fuego (justo lo que está sucediendo).
Parece que me copia, cuando dice, que: los herbívoros siegan a diente la potencial masa combustible, no dejando que la vegetación crezca...
Presenta Benigno V. el problema: los herbívoros domésticos ya no pastan, por falta de pastores (y por culpa de medio ambiente y el seprona); los herbívoros salvajes (aquí hay permiso para extinguirlas [las cabras asilvestradas]), salvo que escapen de cazadores, pudieran hacer algo, pero no lo que harían cabras, ovejas, vacas, caballos, mulos y asnos (o burros)..., e impiden por el pisoteo que el matorral crezca (nuestros matorrales, ya nos impiden transitar por la isla, y ¡no te atrevas a abrir un camino ya existente, cubierto por la maleza, porque sabemos de la cuantía de las enormes multas, por tal “delito”!
Sugiere nuestro articulista, que si el ingeniero que diseñó la masa forestal, al mismo tiempo hubiera diseñado y promovido una ganadería combinada con la reforestación, nunca habría incendios. Y ahora, la perla del artículo -que hago mío (o él lo ha hecho suyo [no sé si tomado de los míos]): que, sustituir a los animales por la mano de obra (que tanto se oye y se repite aquí bobaliconamente, para que cuadrillas de señoras que nunca han visto una jose (hoz), vayan a limpiar el monte)... Eso “es un dilate, practicado en los últimos años (limpiando barrancos) de gastos disparatados, que ahora nadie puede pagar (y que no tiene eficacia alguna), y que además es una quimera por la magnitud faraónica de la tarea”.
Concluye mi desconocido amigo -y un servidor con él-, diciendo: “herbívoros, unidos a un manejo inteligente, con quemas controladas (¡no te dejan prender fuego durante ocho meses, y sin permiso previo!, ¡ni tirar un volador!), y la tala de las masas de cultivos de pinos (¡y que tantas veces ha dicho un servidor!), así como del monte autóctono (¡aquí no, si tocas un escobón o tabaiba, un codeso o un berol, te ganaste la lotería con cárcel incluida!), que se haya desbocado, hasta dejarlos de forma aisladas sería lo razonable y una primera fase...”
¿Cuándo un solo periodista, se atreve en el tabaibal a publicar algo como esto, que vaya contra la política reforestadora del cabildo o gesplán? Tampoco en esta ocasión se harán eco y reproducirán este mi cometario; pues aún recibiéndolos desde hace ya la friolera de 35 años, nunca publicaron nada, y al presente continúo, en Facebook, en correos electrónicos, en distintos programas de radios y de televisiones lo he hecho y hago, sin que haya una copia o cita, ni apoyo. Tiene que venir de espakistania alguien, que repita casi al pie de la letra lo que uno viene diciendo desde hace ya casi cuatro décadas, pero que tampoco lo reproducen. Pues ahí les dejo la cita, por si tienen el valor y el coraje de coger el toro por los cuernos.
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