Turcón, le pasa la mano al
cabildo.
Turcón, le pasa la mano al
cabildo. ¡Vamos, cosa de amigos! Una palmadita en los hombros, o cosa
de apoyos –contra todo el mundo-. Les cuento, ese grupo así denominado, y que
dice ser ecologista, está en contra de las cabras de Gu-guy y más allá, porque
según parece para esta gente las cabras no son ecológicas, ni forma parte de la
biodiversidad del Macizo del Noroeste, y ¡asombrado quédeme!, pues ni que las
cabras no fueran una cosa ni la otra. Pero, es que hay –hubo- más, que pide,
solicita, espera, la institución cabildicia matacabras y plantapinos que
padecemos y sufrimos, el dicho –no he dicho dichoso- grupo, llamado Turcón
(desconozco su significado [no sé si tiene que ver con algo de las palomas, me
parece]), reitera a los de la casa palacio, que elimine, es decir desaparezca a
las hermanas –que dijera Francisco de Así, el patrono de los ecologistas-
cabras, cabrones y cabritos (en canario y desde los guanches baifos), porque con
el calificativo falso e inexistente, a todo el cabrerío al que denomina salvaje
o asilvestrado, cuando son cabras libres, y las así denominadas –repito- no
existen, al menos en nuestra isla (que son cabras domesticas, mansas, las de
toda la vida, que al no poder los pastores pastorearlas –todo protegido, no las
pueden sacar de los corrales o explotaciones- ni darles de comer el pienso y
alfalfar que les tienen que comprar y el poco precio o bajo de la leche y queso
como que no compensa y las sueltan y los animalitos de Dios cogen la ruta de la
libertad a donde siempre y desde siempre han estado y es su mundo, donde gracias
a ellas, se conservan plantas como: retamas, tajinastes, beroles, tabaibas,
etc., que nunca jamás, toda es maleza, valen lo que una cabra, porque si algo
hay que proteger es a las cabras y no a la basura citada, que por otra parte es
compatible la convivencia o persistencia o coexistencia de ambas: cabras y
basuras verdes, que les dan sombra y bajo sus ramas reposan y descansan, y sin
probarlas, porque se alimentan hasta del musgo seco, y parece que polvean
tierra. Y uno se pregunta: ¿va el cabildo y puebla –que no repuebla- el hábitat
de las cabras, y para que no se coman las cabras –que no se comen- lo poblado
(es decir: pinos, pinos y pinos), quiere matar las cabras?, pues ¡totorotas del
carajo!, si las cabras se comen los pinos, pónganles millo, pero no pinos y
muerto el perro, –a éstos no los maten, por favor- se acabó la rabia, ¿o no?
Pues déjense de plantar pinos, y dejen a las cabras tranquilas, ¿es que no
tienen donde plantar pino sino donde no van a pegar –o prender- ni uno por el
secarral del lugar que es desértico en grado sumo?; y se acabó el cuento, pero,
yo –un servidor- conocedor de la zona –donde acampé por 36 veranos seguidos- les
aseguro: que cabras y lo autóctono, más lo endémico, sin las cabras
desaparecerían y es que no se enteran. ¿Serán niños de la capital, que no han
pisado el campo? Pues, dicho queda. Déjense de boberías, y dejen las cabras
tranquilas –repito- y déjense de plantar donde ellas se han plantados, y gracias
a ellas tenemos en la zona muchísimas plantas protegidas por las cabras, que sin
ellas se desprotegen y desaparecen. A ver si se enteran y dejan las coas como
siempre estuvieron. Y al cabildo: ¡devuelve ese dinero maldito y ensangrentado
con tiros de escopetas, a Europa, cagados 400.000,00 euros: los que vale una
sola cabra, ¡o más!
El Padre Báez, Pbro. Día de Ntra. Sra.
del Pino, Patrona de la Diócesis de Canarias (08-09-18).
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