Comprobación tabaibera…
… o demostración del daño de esta planta. Que vaya usted a buscar
tierra, para una maceta o para plantar donde sea unas hortalizas, y salga usted
al campo, con su azada y un cacharro donde traerse ese puño de tierra, que fértil,
le dará el fruto apetecido o le adornará con la flor de su gusto. Y esto,
siempre y cuando la tierra esté lejos del alcance pernicioso de la tabaiba, pues
como el pino y otros árboles envenenadores (cardones, cipreses, eucaliptos,
etc.), porque si coge usted tierra mala, a la sombra o cercana a una tabaiba,
deje la tierra en su sitio y no plante nada (y ello, al margen del daño que le
pueda ocasionar a la tabaiba), a no ser que usted quiera ver su propio fracaso
o su gozo en un pozo, pues tierra mala, no puede cosechar nada bueno, y si la
tabaiba la envenenó, nada bueno dará su maceta, surco o botella (donde
modernamente, la gente planta algo que comer o echarse a la boca), y ello
porque usted no fue precavido y se alejó -cosa cada vez más difícil, al estar
todo lleno de tabaibas por todas partes-, y así la cosa: ¿a dónde ir a por
tierra buena? Pues ahí tiene un ejemplo de las “bondades” de esta planta, que
no permite la tierra que ella ha usado, sirva para algo; es decir, para nada,
porque la envenena. Y, si a duras penas, algo pudiera cosechar, aunque sea en
su mínima expresión, le aconsejo, no se lo lleve a la boca, porque ese veneno
tabaiberil, a través de la fruta u hortaliza, va a parar a su estómago, y desde
el mismo, espere lo peor…, así que: el que avisa, no es traidor. Pero le dio a
usted por las flores, pues tenga cuidado al inhalar el perfume de la misma,
bien pudiera salirle la leche envenenadora, si bien en dosis rebajada, pero
peligrosa al fin.
El Padre Báez.
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