viernes, 14 de diciembre de 2012

Seis...

Seis décadas:

El Padre Báez, cuenta ya más de seis décadas defendiendo el sector primario. Lo ha hecho (y lo sigue y seguirá haciendo) por Radio, Televisión, Prensa, Libros publicados, Conversaciones, etc., sin que en tanto tiempo ningún director de Televisión, Radio, Editorial, Periódico, ni político alguno hayan secundado esta opción vital. Bueno es, echar una mirada hacia atrás a tal respecto.

Aquel niño, jugaba en el campo. Fue, lo primero que vi. Por él, corría. Me sumergí, en lo que era mi entorno natural. Allí pasaron los veranos. Vino la universidad, y volvía a mi terruño. Escribo mi primer libro publicado hace ya más de cuarenta años [Editorial Cedel. Barcelona: “El Camino del Yoga”]). Luego vendría otros (el último está en la imprenta, y se titula: “La Cueva Guanche”). En ellos, están siempre presente el campo, la tierra, la vida. Nunca dejé de trabajar la tierra. Aún sigo, al presente. El recuerdo del campo, no se me olvida, y en sueños están siempre cada noche. El sacerdocio, no me ha alejado de la tierra. Es, lo primero que conocí. No pretendo hacer una autobiografía, sino dar unas pinceladas al aire. Saltos en el tiempo. Tiempos agradables (como los del presente, a pesar de todo (¡la Fe!). Simplemente, miro hacia atrás, a aquella infancia y adolescencia (sin nostalgia, sino agradecido). Una familia de seis hijos, del matrimonio mejor que ha existido (para un servidor, ¡claro!). Mi padre, mi mejor profesor en todo (¡hasta en Historia!; ¡cómo me hablaba de los guanches...!). La ciudad, quedaba lejos (no interesaba ¡y eso que estudié allí, el Bachillerato en el Pérez Galdós!). Y vino la mudanza a espakistania (entonces: España). El único vicio que conocí en mi padre, era la tierra y sus animales (sobretodo: cabras). Era, un bicho de la tierra. No fumaba, no bebía. Fue mi mejor herencia. Entonces había agua (llovía), viento (que rompía eucaliptos), frío; pero calor en el hogar: alegría, paz, comida de sobra siempre. El medio era lo mejor (ahora hay miedo). Problemas, no recuerdo ninguno. Había oración y sacramentos (¡y sigo en ello!). Niños todavía, éramos adultos. Tal vez, esté obsesionado con el campo. No voy a cambiar (al menos que no me falle la memoria). A lo mejor, no es manía, sino la huella impregnada de la tierra. En un servidor, todo lo nuevo, tiene aquel mismo cimiento. Son sesenta y cinco (años), caminando ya hacia los sesenta y seis, sin dejar de mirar a la tierra. Por eso, me repetiré mientras viva. Solo me sorprende la retirada del campo, el silencio y el abandono del campo (de la tierra). Me parece mentira. Quiero seguir igual; no cambiar. Recupero más felicidad.
En mi epitafio, espero me pongan: “pasó defendiendo el campo”, sin más. Pero mientras, voy a seguir...

El Padre Báez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario