POPURRÍ 451:
En el Año de la Fe (75): Hay muchos héroes de la Fe: mártires, apóstoles, misioneros, clérigos, laicos, patriarcas, monjes, etc. ¡Son, una pléyade!
Al habla el historiador (451):
Salíamos de marcha-senderismo arqueológico, y antes de salir, me dijo...
... si tenemos ocasión, hablamos con el pastor, para que nos cuente lo que le pasó.
“¿Qué le pasó?”...
... y me contó, lo del quad –o como se llame- esas motos de cuatro ruedas, que...
... que un joven de unos 30 años, con ese artilugio, metiendo ruido, levantando polvo, rompiendo los caminos, espantando al ganado...
... y que le llamó la atención con mucha educación.
Le dijo, si no le importa, haga su deporte un poco más arriba, pero aquí, tan cerca del ganado, y toda vez que están para crías, y bla, bla, bla...
... y el joven le contestó: usted no sabe con quién está hablando.
A lo que el pastor le dijo: “Yo, no sé quién es usted, pero sea quien sea, esto que hace no está bien, y solo le he pedido con educación, que haga su deporte un poco más arriba donde no me asuste al ganado...”
... y el de la moto esa, le dijo: ¡Soy Guardia civil!
A lo que le dijo el pastor: “¡pues con mayor razón usted sabe lo que no se debe hacer y tiene que dar ejemplo...”!
... y el que dijo era guardia civil, le dijo: “¡se va usted a enterar!” Y se marchó.
No había pasado dos horas, y le llega el seprona, dos guardias civiles a pedirle papeles, pero la cosa no acabó ahí:
- “¡quítese ese cuchillo de la cintura!” (“¡lo necesito para mi profesión y dentro de lo mío!”)
- “¡quite la cadena que impide el paso!” (“¡es mi finca y no es un lugar público!”)
- “¡quite ese camión viejo para la chatarra!” (“¡es el que tengo para traer el pienso y grano para mi ganado!”)
- “¡quite ese quemadero de animales muertos en el barranco!” (“¡ahí no molesta a nadie, no hay peligro de incendio!”).
- “¡quite, quite, quite...!”
Y terminaron por quitarle el carné de conducir, y no dejaban de escribir...
... el pobre pastor, está esperando la receta (¡ya me entiende!, ¿no?). Y todo por pedirle a un joven –que resultó ser guardia civil- que no le molestara el ganado.
Todo ello, con mucha educación y respeto, y hasta con miedo al tratarse de un “loco”, que levantaba polvo, metía muchísimo ruido, le estropeaba el camino...
... pensando incluso, se trataba de un drogadicto.
Y tal cual, nos lo contó por segunda vez, al pie de la letra, el pastor...
... muy asustado, por las amenazas, sin carné, esperando las multas...
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... hoy, la Iglesia celebra la fiesta de su primer mártir, el diácono san Esteban. El Evangelio, a veces, parece desconcertante. Ayer nos transmitía sentimientos de gozo y de alegría por el nacimiento del Niño Jesús: «Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20). Hoy parece como si nos quisiera poner sobre aviso ante los peligros: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán» (Mt 10,17). Es que aquellos que quieran ser testimonios, como los pastores en la alegría del nacimiento, han de ser también valientes como Esteban en el momento de proclamar la Muerte y Resurrección de aquel Niño que tenía en Él la Vida...”
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Imposible volver al campo.
A pesar de los intentos, la gente retrocede, pero escarmentada, y multada. Crece el hambre, el paro, y son muchos los que ven la solución de sobrevivir volviendo al campo a cultivar algo de donde poder poner en la mesa algo –valga la repetición- que comer, y henos aquí, con el gozo en un pozo, toda vez que alguien –ingenuo y soñador él- lo intente sale más que escarmentado, sale apaleado. Veamos más despacio el proceso: Toda vez que allá en el campo, al venirse a las afueras o a las chavolas de la capital o con un poco de suerte escondido en alguna torre de barriada periférica, va y se acuerda, que atrás quedó el estanque, el alpendre, la tierrita, el barranquillo, la fuente, la choza, el cercadito, la terrera, el terraplén, las acequias..., que desde que el mundo es mundo dio de comer a todos sus antepasados según el apellido y por herencias sucesivas, y todo eso abandonado por mor del cemento y el servicio a los turistas, que los ha arruinado, han pensado volver a donde los cercados invadidos de la maleza –toda protegida-, con los caminos obstruidos, ocultados o tapados, por mor de la misma maleza que los cubren y esconden, que allá, la aljibe se sale, y el estanque todo rajado, que la casa con tejas rotas, y palos podridos, la alpendre llena de telas de arañas y palos de arados rotos y robados, que los pesebres llenos de tierra y de objetos impropios, con resortes de colchones oxidados, y que a pesar de los pesares con un poco de esfuerzo, todo aquello se puede revitalizar –rehabilitar- y poco a poco y muy poco a poco, y con muchísima paciencia y más paciencia, puede ir volviendo a una lejana semejanza a la que en otro tiempo (cincuenta años atrás) tuviera, va y animado, como con el o la del cuento de la lechera, se acerca temeroso y al mismo tiempo ilusionado con un mañana o futuro mejor, empieza por coger una jose, olvidándose de su uso correcto y a punto de segarse una mano, y con muchísimo cuidado, repite la acción de limpiar un cachito de tierra, donde poner tres surcos para plantar cuatro papas, y esperar cinco meses, para dar de comer a seis miembros y miembras, que se le presenta miedo ambiente y el seprona, y le pide el permiso, y toda vez que no lo tiene y en tan delicada operación de limpieza arrancó una adorada y soberana, divina y rica retama, y también no sé qué, y otras tabaibas, de paso por el camino hacia el cercadito o “finca”, que sumados los destrozos arboricidios u hortícolas, le salió la broma por el consabido millón de las antiguas pesetas que traducidos en euros son los preceptivos seis mil euros. Pues caro, muy caro y en mala hora este pobre desgraciado, de arruinado pasa a arruinado doble porque a ver de dónde saca ese dineral, para dar de comer al kabildo, por querer comer él de lo que es suyo según escrituras, que amargado anda buscando de dónde pagar la multa, para no quedarse sin sus propiedades. Y así el solo relato de un pobre y hambriento hombre que de cara a salir del hambre lo han metido en mayor hambre y pobreza, por querer volver a su tierra y cultivarla. Y es que el relato se puede calcar y apropiar a cualquier otra actividad, ya sea la apuntada de abrir el camino existente desde y antes de los guanches –por los romanos que aquí estuvieron- y que por mor de la maleza que lo cerraba, lo abrió de nuevo, y ¡nada les cuento por cuánto le salió el camino verde que llevaba a la ermita!, que al pobre que eso hizo, se cambió de barrio tirándose a un estanque, porque la broma le salió por trescientos mil euros y seis meses de cárcel, y si le aplicamos el cuento o relato al que intentó recuperar un cercadito levantando una pared caída, la broma no es ni para contarla, si usted antes no se habló con un arquitecto y tiene a un aparejador, y todo ello con planos y proyectos pasados por el ajunta y miento, y..., para no desprestigiar a la institución sepronil, cabildicia y miedioambientalista, que no te deja tocar nada, salvo multa al canto, no sigo. Ahí, pues les dejo, la imposibilidad de volver al campo, y esto, ni siquiera con la nocturnidad se puede hacer, pues tienen detectores de humo y desde los astros nos vigilan y es que te cogen in fraganti, es decir con las manos en la masa (en la flora protegida, por más que sean las muchas veces millonarias en número de ejemplares de tabaibas). Y esto es así, como Dios que está en el cielo. Amigo mío, si corre con suerte y puede hacer algo en un cercadito limpio de maleza, y se le ocurre poner una vallita –porque usted pobre desgraciado hombre en ruina, no tiene para más que un rollito de tela metálica de medio metro de altura, de esa llamada de gallinero –suficiente para que no le salte y entren los conejos- ya se buscó la ruina, porque eso no se puede hacer y encima no tiene permiso, por lo que tendrá que desembolsar el millón de pesetas o 6 mil euritos al canto para el kabildo poder pagar sueldos a los suyos a costa suya. Y puesto que esto es de suma y sigue, por hoy se lo dejo en puntos suspensivos (...), que como sabe quiere decir que esto sigue, pero no les quiero cansar sino concluir, que mientras miedo ambiente y su kabildo y el seprona a su servicio no desaparezca, usted ni se atreva volver al campo, porque de guatemala, usted va a pasar a guatapeor. ¡Adiós!
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