Les cuento, mis amigos: los Domingos, después de la Misa de 10,00 en Tecén (celebrada antes, a las 9,00 la de Lomo Magullo), suelo salir por Valsequillo, Tentenigüada, camino hacia mi La Lechuza natal, y siempre -hasta hoy- al pasar frente a Lomo de la Vega, mirando las cuevas que cuelgan de aquellos riscos y montañas- me decido visitarlas.
Me adentro por el lugar, y pregunto a una señora que me encuentro, si sabe que aquellas cuevas, son de los guanches, y me dice, que quien me puede informar al respecto, es Pepe el pastor; con lo que le pregunto si se trata de Pepe Mayor, y me lo confirma; continúo la ruta, y al encuentro del mismo, que ordeñaba su ganado, y con la alegría y sorpresa -de ambas partes- por el encuentro, le hago la sabida pregunta que a la señora anterior, y me dice, que aquellas -las suyas- las hizo su abuelo, y que él las heredó.
En esto, llega Juan Reyes, que conoció a mi padre, y me conoce a mí, y viene hasta nosotros, charlamos, tomamos café, andamos entre cencerras y por tercera vez, la misma pregunta; y éste me dice, que la suya, la hizo él mismo, y que el risco, bien duro que estaba, y bla, bla, bla…
Entonces, les pregunto, pero aquí, hay muchas cuevas, y al margen de las que han hecho ustedes o sus familias, los guanches, ¿no hicieron sus cuevas, en esta zona? A lo que me responde Pepe Mayor, que las otras son, “las cuevas de Dios”. Y como toda vez, es la primera vez que oigo semejante frase, en seguida caí en la cuenta, se refería a que son las cuevas naturales, las no hechas por la mano del hombre. Me quedé, con la expresión, que refleja la sabiduría de los pastores; también Juan Reyes, me señalaba, allá bajo un risco, en frente, una de estas cuevas de Dios.
Total, nos despedimos, no sin antes el pastor (Pepe Mayor) me invitara a hacer en enero la trashumancia, un sábado… y, me fui a visitar las cuevas (no todas), y justo lo que sospechaba: allí estaban las huellas de los guanches, allí las cerámicas, allí los huesos, allí el material lítico, allí tanto y tanto. Y dentro de las cuevas: los hoyos típicos de los guanches, para poner palos, y hacer sus “mamparas” o “paredes”; las distintas hornacinas, los graneros o silos, y sobretodo la brea, la brea brillante cual negro petróleo, en los techos y las ranuras para las puertas.
Lo cual denota, nuestra gente no conoce o sabe de: nuestra cultura, raíces, arquitectura, yacimientos, etc., y es una gran pena, porque además, utilizan estas cuevas -para mi verdaderos “santuarios” (no como las otras [“las cuevas de Dios”])- para echar basuras: restos de coches, lana de las ovejas, papeles higiénicos de después de defecar, etc., etc.
Pues, éste es el panorama; esta es la triste realidad, y este es en nuevo concepto o idea, que nunca antes había escuchado; me lo apunto, eso de “cuevas de Dios”, o cuevas naturales, en las que en algunas, además del Creador, o la propia naturales -que viene a ser lo mismo-, también los guanches, la usaron, sin que ello no signifique que después de los primeros, ellos mismos -los pastores o sus moradores- o sus antepasados (padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos…), las hicieran, las ampliaran, las modificaran…; y en más de un caso, las manos primeras y los picos, fueron piedras, hechas y usadas por los guanches antes del siglo XV, por más que algunas tengan fachadas o aspectos del siglo XX, pues se les ha añadido recibidores, y otras dependencias, y parecen de nuevo cuño o nuestras, cuando fueron de ellos (en definitivas: guanches ellos, y guanches nosotros o éstos).
Al fin y al cabo, los pastores son, los que mantienen -sin saberlo ellos mismos- las tradiciones y las costumbres (sabido es un guanche anciano, accidentado o enfermo, se encerraba en una cueva, se tapiaba, y con no comer, se dejaba morir, y moría; pues eso mismo fue lo que dijo el pastor Miguelito Moreno (Jiménez), cuando le quitaron cien de las ciento veinte ovejas: “si me quitan las ovejas, me encierro en una habitación, no hablo con nadie, no como, y en quince días me cambio de barrio”; siguiendo en el siglo XXI, con una tradición o costumbre de nuestra cultura -y que ellos mantienen, ésta como otras tantas.
A este respecto, por Doramas (Moya), pregunté a un anciano pastor que dónde estaban las cuevas de Doramas, el guaire, el guanches, y me responde: “las cuevas del Rey Doramas, están -señalándome el lugar- allá (me indicó cómo y por dónde llegar a las mismas); pero no me dijo: “las cuevas de Doramas”, sino “las cuevas del Rey Doramas”, lo cual significa, que esto es una tradición -oral y no escrita- acerca del tratamiento regio que el pueblo dio a Doramas (y esto, no está en los libros).
Tampoco figura como tal -rey o monarca guanche- el guaire Tecén (el lugar mantiene el nombre de éste, que por algunos, también fue tenido por “Guanarteme” o rey.
Quede claro, pues, que patear y hablar con los pastores, es encontrarse con una biblioteca no escrita en letras, sino en la memoria colectiva, que conservan un ayer de siglos, y con frases como la que da pie para este comentario.
Digamos, para concluir o terminar, que es una gran pena, que este tesoro de arqueología y de yacimientos, estén en el abandono cabildicio, que no ve sino tierra de pastores, para echarlos de ellas y plantarlas de pinos; pinos, que se tragarán esos yacimientos y los ocultarán a no ser que los incendios (cosa que no deseo suceda) los descubra de nuevo (como ha sucedido recientemente), pues la maleza, oculta y tapa, en gran medida nuestro rico e incomparable patrimonio.
El Padre Báez, que sigue rastreando cuanto suene a nuestra Historia, y rescata lugares, frases, verdades, etc., como las aquí reseñadas.
PD.- Observe el lector amable, las cuevas de las que hablo en este comentario, y vean, si son dignas de ser protegidas o no; si deben ser conocidas o no (pues para estos totorotas, no existe sino La Cueva Rayada).
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