“Había una vez, un barquito chiquitito, había una vez, un barquito chiquitito que no sabía, que no sabía, que no sabía navegar; pasaron un dos tres, cuatro cinco seis semanas, y aquel barquito, y aquel barquito, aquel barquito navegó…"
Ahora ya no es una vez, sino todos los días, tenemos en los periódicos, en portada, a un barcazo-
Ya, no solo en portada, sino también en la contraportada.
Parece, que cuando entra un barco en el muelle del Puerto de la Luz, esto es un acontecimiento trascendental, un hecho relevante, lo más impactante, notición magno…
Incluso, nos los anuncian con 7 y 15 días antes, y nos tienen en la intriga de ver cuántos pisos tiene, qué forma, qué…
Re3sponden a lo que les enseñaron –a los periodistas- en la Facultad (los que tienen el título [que no todos, ¡ni mucho menos!]), que: cuando llegue al lugar del estudiante (ahora “profesional”), que corran, que se les van, y que les hagan fotos a la nave o buque, yate o lo que sea que navega (también a cayucos y pateras).
Eso de los barcos, dan mucha envidia: ver cómo los hay que disfrutan de la navegación.
Algunos barcos, son invitados a ser visitados (cual si fueran un Museo, archivo o biblioteca).
También han pasado barcos llenos de libros (creo que de una secta religiosa, que hace proselitismo de esta manera tan original), y ¡como lo fotografiaron y comentaron!
A un servidor, le parece tercermundista, que cada vez que viene un barco de lujo, esta desgraciada y pobre isla se le caiga la baba, viendo a los cruceristas a cuerpo de rey.
Luego, estos desgraciados, que tiran el dinero de esta manera, viajando por el mundo, se baja, y como les apestamos, no compran ni agua, y se vuelven a la nave o buque barco o yate.
Que me pregunto, qué le importará a la gente de La Isleta, la capital, los pueblos del interior, las cumbres, barrios, periferias, urbanizaciones, sin techos, etc., que al puerto haya llegado un “barquito”.
A veces creo, que estos periodistas que pierden el culo, por ir al puerto para dar como noticia llegó otro barco –y así todo el año- son unos pobres frustrados, que cambiaron su vocación (de capitán de barco a periodística).
No creo, haya en el mundo –incluido espakistania (antes España)- que se ocupe de semejante memez.
Que vino o llegó, atracó o desembarcó un barco, ¿y a mí qué?
¿Acaso nos querrán decir –no creo- que ya se nos acabó la crisis, porque los turistas de esos barcos, nos traen comida?
Tengo entendido, los que nos traen comida, son los de los contenedores, pero a estos, como que no los ha descubierto todavía.
Pronto –pienso- nos los fotografiarán a todos, también los de los contenedores.
No les hacen tanto caso a los de la Marina.
A mí, el único bote que me interesa es el que entra la droga, y los detienen.
Pero, que una niña de la vuelta al mundo en su zodiac, me la trae floja (para que rime).
Que no compra uno el periódico (“malimpriao” 1,10 €, si es diario, que sábados y Domingos -los días del Señor-, ¡nos clavan!).
¡¡Chaaa…!! En Pasito Blanco, también hay barcos.
Mira como le den por sacarlos los que salen de Agaete…
También por Arinaga, han atracado en cinco años de puerto tres barcos (uno despistado, el otro accidentado, y el primero para estrenarlo).
Creo, que con mirar al mar –que cantaba Luis Mariano- no se arregla nada; al contrario, nos crean la necesidad de imitarlos, y esto, debe deprimir un montón.
Debería ya, ignorar ese trasiego de barcos, y dejar de mostrarnos modelitos.
Yo, preferiría me mostraran cada día una cabra; al menos ésta, nos da leche.
Los dichosos barcos esos, contaminan y ensucian las dársenas, las aguas, matan a los peces, asustan a los zifios, nos dejan sus heces (rima con peces, heces).
Si yo fuera directora o director de uno de estos dos periodiquillos, al periodistilla que me traiga la noticia de un barquito más, ¡lo despido in fraganti!
¡Ya estamos bien servidos de barcos, hombre!, ¡ya está bien!
¡Qué hartera de barcos, todos los días barcos y más barcos!, ¿qué coño pretenden?
¿Nos estimulan así a viajar?, ¡mira que son ignorantes, no tenemos p´comer, y vamos a tener para hacer un crucerito!
Vamos a Tenerife o a Fuerteventura -porque tenemos allí a un familiar-, ¡y va que chuta!
A ver si en vez de vendernos loza y figuritas y cositas para navidad (Navidad, es otra cosa: Nacimiento de Jesús), comienzan a dar cupones, para rifar un viaje desde Gran Canarias a Cádiz, ¡no te digo! Seguro que lo harán.
Tanta afición a los barcos, ¿por qué no se hacen marineros?
“Se me olvidaba” –como dicen los de pueblo en espakistania- además de las portadas y contraportadas, nos tupen con páginas del interior, en reportajes, siguiendo a los guiris, ¡hay que ser paletos!
Como le den y la cojan con el aeropuerto, tenemos aviones por un tubo, porque haberlos los hay raros, ¿o no?
¡Ya se ocuparan de las aguas canarias, que son barcos que cruzan aguas que no son nuestras!
¿Y por qué no nos hablan de los barcos de pesca?
¿Y si no vinieran los barcos? No pasaba nada (por los de turismo), y nos moriríamos de hambre (por los de los contenedores).
¿No les interesa -acaso- del mar, el petróleo? ¡Esto sí que daría!
El mar, el puerto, los barcos… ¡el campo, la agricultura, la ganadería, es lo que habría que fotografiar, ponerlo en portada y contraportada, y páginas del interior!, que esto sí que da de comer, y no el barco este o el otro, o el de más allá o el de más acá, que solo dejan limosnas, y así seguiremos de pedigüeños toda la vida, como el pajarillo en el nido esperando nos traigan la comida; mientas, el campo abandonado… Y estos sinvergüenzas, hablándonos de barcos y barquitos, de barcos y barcazos.
Yo, el Padre Báez (un servidor), de niño, con las hojas de las cañas, hacía barquitos -también-, doblando la hoja, y con sendos cortes (dos por delante, y dos por detrás, y cruzándolas, lo del canuto, hacía de chimenea, y puestos en el agua, ¡cómo flotaban! Eran, nuestros juegos de infancia…
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