Nos sirven tabaibas...
“... ¡Ojo con esos perros...!” (Flp. 3, 1 y ss.)./ “... haya trigo abundante en los
campos...” (Sal. 71).
... es la respuesta a la crisis; mejor: la madre de la
crisis. Así fue el inicio. Así lo decidieron, contando con la inocencia de la
gente. Al fin y al cabo, los que sufren las consecuencias de la crisis, no son
ellos. La gente, se ha quedado sin propiedades, aún teniéndolas, pero..., como
si no tuvieran nada. Todo ha sido poner reglas, y más reglas (normativa). Y
llegó el colapso. Deciden ellos. Todo controlado. La gente sin protección. Todo
es pérdidas. Somos insolventes. Sin reservas. No nos mantenemos. Desastre.
Caída.
¿Recuperación? ¿No nos rescatarán? Nuestra depresión, ¿no es profunda?
Nos acompaña la ignorancia académico-universitaria y la miopía política, y así
padecemos: incapacidad industrial, fraude, corrupción, carecemos de recursos...,
la economía no vuelve, ¿qué futuro nos aguarda? Pasmos de la estabilidad a la
fragilidad, y ahí estamos. Y sabemos el por qué (que no repetiré). Volver a como
antes, no parece posible. Y, ¿cuánto va a durar esto? No tenemos industria, nada
exportamos. La política (los políticos), ha optado por caminos equivocados,
distraídos. Nos han transformado. Nos han desequilibrado. Nos han
desestabilizado. Ni ahorramos, ni invertimos. Aumentamos la demanda; disminuimos
la producción. Nos contaremos. La economía se debilita. No rendimos. El suelo,
solo y todo edificable. Crecen los desequilibrios. Sin recursos naturales. Sin
reservas. Aumenta la dependencia. Las importaciones, nos cuestan mucho; y los
préstamos, nos han costado mucho más. Y las ayudas, nos humillan. Retrocedemos.
Y aumenta el envejecimiento, el desempleo y el equilibrio. No exportamos, todo
lo importamos. No producimos. Parte de la solución pasa, por exportar más
(algo), e importar menos, pero..., entonces, ¿cómo recuperar economía? Aumenta
el desempleo, también la desestabilidad económica. Gastamos más que lo que
producimos (¡bueno!, es que no producimos casi nada). Demandamos, pues, que nos
suministren desde fuera, y no compensamos con producción ni exportación al
importar todo y tanto. ¡Si al menos tuviéramos producción doméstica! Así que
gastamos más (mucho) que lo que ingresamos (nada, o casi nada). Invertimos, más
que ahorramos. Y todo se fue en construcción, y de aquellos barros, estos
lodos...
El Padre Báez.
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188. Hay discusiones sobre
cuestiones relacionadas con el ambiente donde es difícil alcanzar consensos. Una
vez más expreso que la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni
sustituir a la política, pero invito a un debate honesto y transparente, para
que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien
común.
IV. Política y economía en
diálogo para la plenitud humana
189. La política
no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al
paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común,
necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se
coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana.
La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la
población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema,
reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de
una larga, costosa y aparente curación. La crisis financiera de 2007-2008
era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los
principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera
especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a
repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo. La producción no
es siempre racional, y suele estar atada a variables económicas que fijan a los
productos un valor que no coincide con su valor real. Eso lleva muchas veces a
una sobreproducción de algunas mercancías, con un impacto ambiental innecesario,
que al mismo tiempo perjudica a muchas economías regionales[133]. La burbuja financiera también suele ser una
burbuja productiva. En definitiva, lo que no se afronta con energía es el
problema de la economía real, la que hace posible que se diversifique y mejore
la producción, que las empresas funcionen adecuadamente, que las pequeñas y
medianas empresas se desarrollen y creen empleo. (del obispo de Roma, el papa
Francisco, en una de sus encíclicas, la LAUDATO
SI).
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