¿Comemos
yogures de tabaiba?
(P.M.)...
“... cuando comáis o bebáis...” (1Cor 10, 24.31).
...
“a palabras necias, oídos sordos”. A ver si oyen éstas:
Decía Tácito: “Ubi solitudinem facium,
pacem appellant” (“Hacen un desierto y lo llaman paz”). Sigamos, pues:
Difícil con la austeridad crecer y crear
puestos de trabajo. ¿Posible confiar en la política, que ni es sólida ni nos
mantienen?, ¿cómo recuperarnos? Vivimos las consecuencias del euro: nos ha
vuelto insolidarios, nos ha embarcado en la miseria, desapareció la
prosperidad, ha hecho fuerte solo a Alemania..., ¿qué ha logrado en positivo
tanto en la cultura como en la economía? ¡Solo pobreza!
Somos el resultado de
los errores europeos, que ciegos e ilusos nos han metido en esta locura en la
que deliramos. Solo hemos perdido la paz, la prosperidad y hemos sucumbido en
la calamidad en la que nos movemos, pues no respetaron ni nuestra economía, y
tampoco nuestra cultura (o tradición). Y así: ni unión, ni autoridad, ni nada
en común. Hemos venido a depresiones profundas, con el mayor paro, con deudas,
perdemos generaciones, no hay recuperación, el desempleo aumenta (el 75 % [o
más] de jóvenes en paro), sin confianza alguna en las instituciones, surgen
extremismos políticos, surgen resentimientos, se desmoronan los acuerdos, mayor
austeridad que crece, pronósticos pesimistas (realismo puro), crisis de
crédito, crisis bancarias, imposible ruptura, irresponsabilidad, ni competencia
ni exportaciones, no nos sostenemos, construir tantas viviendas nos arruinaron
y no sirven de nada (vacías), la construcción es una muy mala economía, no
competimos con nadie ni con nada, tenemos recursos pero no les importan, somos
vulnerables, ¡ya consiguiéramos el nivel de antes de la crisis!, solo cabe la
emigración de no cambiar y esto parece imposible, nada invertimos, vamos de
recesión en recesión, desequilibrados, nada producimos, caemos, no competimos,
empleos hundidos, salarios bajísimos, sin ajustes, economía estancada, rescatan
bancos, sin auge posible, no entra capital, tenemos refugiados (sin
comentario), nadie demanda algo, sin ajustes, dependencia total, sin economía
doméstica, desequilibrio interno ante la macroeconomía extranjera,
estancamiento prolongado, sin recuperación posible, sin cambio de enfoque,
anulación de la democracia, nos dictan desde fuera, tenemos fantoches en
política local (cuales marionetas), la soberanía está fuera (¡y nos gobiernan
desde ella!), y esto se mantiene y prolonga..., ¿hasta cuándo? Pues, comeremos
yogures de tabaibas, sin dudarlo. ¡Mira por donde!
El Padre Báez.
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214. A la política y a las
diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización de la
población. También a la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un
rol importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros
seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad
responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la
fragilidad de los pobres y del ambiente. Dado que es mucho lo que está en
juego, así como se necesitan instituciones dotadas de poder para sancionar los
ataques al medio ambiente, también necesitamos controlarnos y educarnos unos a
otros. 215. En este contexto, «no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano»[150]. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen en los comportamientos. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del mercado. (del obispo de Roma -“el dulce Cristo en la tierra”- [que dijera santa Catalina de Siena], el papa Francisco, en una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).
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