lo que yo mismo he oído y escuchado de boca del mismo Valerón, hago esta
breve consideración: estamos ante un hombre, que ha sabido mucho de sacrificio,
de esfuerzo, de voluntad; ha sido la suya una vida pletórica, llena, rica de
trabajo y de variadas experiencias; y ellas en el mundo de la familia, la agricultura,
el deporte, etc., pero sobresale como panadero o en la industria del pan, donde
con tesón se puso al frente de un negocio que le dio sinsabores y alegrías,
donde con los valores adquiridos en su familia, sorprende lo que quería a su
padre -pues cada vez que lo cita, se le humedecen los ojos, con lágrimas que le
asoman a la cara-, y de quien es seguidor ciego. Este hombrón, alto y de
caminar ligero todavía, tiene mirada profunda, y habla con autoridad, sin
dudar, convencido, y que no se casó no por timidez ni porque no le gustara las
mujeres -como dice- sino porque se le pasó el tiempo, dedicado -como queda
demostrado a tanto-. Se le ve esperanzado y contento con la cuarta generación
en lo que fue su industria y lleva su sobrenombre, la panadería Valerón; muy amigo de la tradición -en
todos los sentidos-, le gustan las cosas bien hechas -como el pan-. No en vano
desde niño, se inició en esta profesión, viendo el proceso de la elaboración
del mismo. Lo imagino repartiendo el pan en burro y otras maneras, y es la
película por hacer de su vida. De risa fácil, y de pocas palabras; gran
conversador, astuto y suspicaz. A veces veo en sus ojos la nostalgia del pasado
y ya el peso de los años, que no le impide seguir en la caza. Hombre de memoria
prodigiosa. Hay una época que me cautiva, y es la de los tiempos de guerra y
posguerra, cuando conseguía trigo, hacían el pan y lo repartían. Me llama la
atención la admiración por sus abuelos, padres y familia. Hoy su sobrino toma
el relevo, con la herencia de un hombre serio, perfeccionista, en un trabajo
que ya no es como antes, que era muy duro, y se amasaba a puño, y los hornos
eran de leña, pero al ser de continuo la elaboración de productos variados,
sigue siendo duro hoy, por una demanda incesante que busca el mejor pan de
Telde con creces, con fama acreditada y merecida. Valerón, me lo parece, hombre bueno y tranquilo, serio y honesto
disfruta y descansa, practicando su deporte favorito -entre otros- de una vida
que es modelo y ejemplo para el presente y futuro por venir.
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