Pobres víctimas inocentes, las que ayer
saltaron al campo de fútbol en el ascenso a primera de la UD o del Córdoba;
ellos son el fruto de una mal formación o nula formación, o en todo caso de una
muy buena formación en el fanatismo del fútbol, que creyéndose ya en primera no
controlaron sus instintos y saltaron a celebrarlo un par de minutos antes. Y
ese es el resultado de una juventud, a la que se le ha comido el coco con el
solo balón, sin estudio ni trabajo, que teniendo tanto campo vacío donde
plantar papar, millo o yerba -como quiere ahora el gobierno-, solo les hace
mirar y ver los campos de fútbol, sin enseñarles, que esto solo da de comer a
los multimillonarios futbolistas, a los que bobaliconamente aplauden si meten
un gol, o los denigran por no meterlo, como si en ello les fuera la vida
eterna, ¡y ni esto!, porque les han arrebatado la fe, y así aunque en Córdoba
entrenador y consultados en su tierra todos hacen alusión a Dios a quien dan
las gracias, aquí, la única espiritualidad es pedirle a la Virgen del Pino –cual
si fuera diosa- que les meta los goles, para subir y ganar en la más pura
idolatría, y todo por un ramo de flores, sin una migaja de los millones que
pagan por un futbolista, a favor de los pobres sin estudio y sin trabajo. Por
eso digo, que se cosecha lo que se siembra: se siembra fanatismo obsesivo de fútbol
diariamente y a todas horas, se les llena de contenido futbolístico toda la
vida y a todas horas –sin más trascendencia- y este es el resultado. Y claro,
se olvidaron de poner vallas en el campo de fútbol, como se las tienen puestas
al y en el campo donde se pudiera plantar comida y dar trabajo; se olvidaron,
que la cultura está por encima de los campos de fútbol, que éste solo embrutece
y energumenea –a la par que entretienen a la masa, para que no piense, y nada
pidan, ni nada exijan, ni critiquen-, y de esos vientos, estos temporales. Esta
sociedad, debe cambiar: menos fútbol, más trabajo en el campo (no en los de fútbol
y balón-cesto), más libros y menos periódicos, espacios y radios deportivos, más
cultura televisiva y menos retransmisiones de fútbol del mundo entero, sin
venir a cuento. Y una juventud, enganchada al trabajo del campo, y a los estudios,
no irrumpe en campos de ascenso a primera, antes de finalizar el partido. De
esto estoy más que seguro.
El Padre Báez.
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